Cinco razones para seguir soñando que estamos despiertos

Yo era de los que tenía pocas expectativas con el proceso electoral, por lo cual no me cuento entre los decepcionados. En  mis blogs previos insistí en que no existía una alternativa real, que se trataba de elegir “al menos pior”, dado los antecedentes de los candidatos y sus equipos, el cambio radical estaba condenado a un aborto prematuro. Sin embargo, no soy de los que piensan que todo está perdido porque hemos dado pasos significativos en el camino al cambio. Soy de los que sigue soñando que pese a todo, seguimos despiertos. Estas son mis razones:

1. Sé que ni Jimmy Morales ni Sandra Torres nos sorprenderán con un cambio radical, pues ambos arrastran un pasado cada cual menos honorable. Ambos han hecho promesas que no cumplirán, ambos están atados de manos en ciertos temas debido a sus compromisos políticos con grupos de interés, etcétera. Pero el hecho de que ni Manuel Baldizón ni Zury Rìos hayan pasado a segunda vuelta, es ya un motivo de celebración y demuestra que quizá no hemos acertado en elegir “al bueno”, pero hemos logrado descartar al malo.

2. El punto anterior podría rebatirse con el dicho popular “mal de muchos, consuelo de tontos”, pero sinceramente creo que estos últimos meses han servido para que muchas personas (quizá no las suficientes aún) se dieran cuenta de que romper el silencio, la pasividad y la indolencia era crucial para empezar este proceso de cambio. Guatemala ya no está sumida en la ignorancia, el fatalismo y la oscuridad. Hay cientos y miles de personas que han encendido la vela del honor, de la indignación, de la participación.

Quizá el reto consiste en lograr que esas velas alumbren otros rincones de la casa (a lo mejor hay demasiadas en la sala, y muy poca luz en las habitaciones y en el patio), o que incluso contagien o motiven a que otras se enciendan por doquier. La diferencia entre el voto de ciudad y el rural expresa esa necesidad de que la luz se ha de propagar. Cuidado: no hablo de personas-luz, pues allí radica el riesgo de nuevos caudillismos y feudos de poder y manipulación. Hablo de ideas-fuerza, de educación política, de concienciar.

3. No recuerdo cuantos presidentes han caído en la historia por “revueltas pacíficas”, pero me animaría a decir que pocos. También es cierto que en otros países hubiera bastado con las acusaciones de la CICIG para una renuncia inmediata, pero en nuestro contexto, solamente la presión sostenida de una buena parte de la población y diversos grupos sociales consiguió algo sumamente importante. El pueblo guatemalteco ha sido testigo de su propio poder. Ojo, no es un súper-poder, porque costó muchas horas de protesta, mucho activismo “patriótico” (vaya paradoja), mucha energía y persistencia. Tampoco es infalible, porque la renuncia y el antejuicio no aseguran que se les hará pagar sus delitos (y no hablo de ir a la cárcel, hablo de pagar literalmente lo que han robado).

4. En uno de mis libros favoritos, el personaje principal es un estudioso de la evolución del ser humano, y en una escena reacciona a una crítica acérrima a la evolución diciendo: “la mejor prueba de que hemos evolucionado, es que somos conscientes del camino que hemos recorrido hasta llegar acá”. En otras palabras, sabes que has avanzado, cuando ver atrás. El hecho de que exista muchas personas decepcionadas, quiere decir que eran capaces de reconocer un cambio, un avance, una evolución propia y del vecino. Pero haber avanzado no quiere decir haber llegado hasta el final.

A algunos les puede parecer que estas elecciones nos vuelven a la casilla de inicio, pero yo pienso que tener claro lo que implica este resultado electoral y de los retos que enfrentaremos en la próxima legislatura, es la mejor señal de que tenemos el dado en la mano, y que sabemos que nos toca tirar. Puede haber casillas de castigo (esas de “pierdes un turno”, o una de “regresa dos para atrás”. Pero nada nos hará volver hasta la casilla inicial.

5. Si  mi certeza de que “no-hay-marcha-atrás” se fundamenta en las personas particulares a título individual y colectivo, la última roca para aferrarme está en las instituciones que han contribuido de forma incontestable a este firme caminar: la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), el Procurador de los Derechos Humanos,  las universidades, algunas empresas responsables, periódicos independientes, movimientos sociales renovados o emergentes. Esto no descansa en buenas voluntades particulares o movimientos más o menos caprichosos/erráticos de redes sociales, sino también en estructuras organizadas que puedan aportar sostenibilidad, estabilidad, independencia y visión de largo plazo a un proceso que no ha hecho más que empezar.

Retos hay un montón, unos más complejos que otros. Pero esos los dejo para la siguiente tirada de dados. Escribir es mi manera de jugar.