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Día 2: Los muchachos de la CIGIG contra Vielmann

Este es el relato del segundo día del juicio contra el empresario y exministro Carlos Vielmann en Madrid, acusado de ejecuciones extrajudiciales por el MP y la CICIG. En el segundo día, tres investigadores de la CICIG, dos españoles y un costarricense, presentaron sus testimonios con evidencias contra el exministro de Gobernación (2004-2007). El juicio mantiene en vilo a sus familiares y amigos en Guatemala, entre los cuales se encuentran algunos de los más grandes empresarios del país.

Juicio Vielmann P258

El exfiscal de la CICIG, Ulate, durante una audiencia en la Corte de Constitucionalidad.

Foto: Carlos Sebastián

Lea también Día 1: Diario del juicio a Vielmann en Madrid

Cuando la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) aterrizó en 2007 en el país se encontró con multitud de investigaciones de la fiscalía que no caminaban o que no recaban información relevante. Muchos de esos expedientes dormían en las oficinas de la Sección de Delitos contra la Vida, que dirigía Álvaro Matus, quien terminaría siendo procesado por entorpecer el trabajo del Ministerio Público. De entre todos los casos pendientes, CICIG se interesó por varios en los que los principales sospechosos eran policías. Para entonces, ya existían evidencias de que los siete reos muertos durante la toma de Pavón, no habían fallecido en un enfrentamiento y que al menos tres de los reos fugados de El Infiernito que aparecieron muertos, podrían haber sido víctimas del mismo grupo.

CICIG encomendó el caso a la fiscal costarricense Gisele Rivera y a un grupo de policías españoles: Fernando Toledo, Luis Alberto Modrego y Rafael Guillamón, que inmediatamente se presentaron en las oficinas de Matus y se llevaron los expedientes para comenzar a trabajar. Posteriormente, asumiría la investigación el fiscal costarricense Cristian Ulate.

Fueron ellos quienes fueron construyendo el caso, y quienes casi siete años después testificaron en Madrid en el proceso abierto en España contra Carlos Vielmann.

En el segundo día del juicio contra el exministro de Gobernación, los protagonistas fueron los tres policías españoles y el fiscal Ulate.

Modrego comenzó ofreciendo al tribunal un panorama de la situación del Ministerio de Gobernación en 2004, cuando Vielmann asumió su dirección. “Había diferentes grupos dentro de la PNC dedicados al crimen organizado. Si la policía tenía la posibilidad de parar un cargamento de droga, solían quedarse con la droga y el dinero, eliminaban a quienes lo transportaban. Montaban la escena del crimen de manera que pareciera un enfrentamiento entre delincuentes. Estaba el grupo de la DINC, que era el grupo de Soto Diéguez (Víctor Hugo), también el grupo de Herrera (Luis Arturo, quien fue asesinado en el penal del Boqueron junto a los supuestos asesinos de los diputados salvadoreños) y el de Víctor Rivera. Había también grupos especializados que, por ejemplo, les proporcionaban vehículos robados a los otros grupos para organizar las escenas de los crímenes. Cuando llegaron a la PNC, Erwin Sperisen y Javier Figueroa (director y subdirector) ellos se dan cuenta de cómo funcionaba la institución y pensaron en hacer su propio grupo operativo. Contrataron a los hermanos Benítez Barrios (Danilo y José Luis), que era civiles aficionados a las armas”, relató Modrego.

Los grupos de Rivera, Soto y el conformado por Sperisen y Figueroa coincidieron en la cárcel de Pavón en el día del asalto. De acuerdo con las pesquisas de Modrego, el objetivo de ese día de estos tres grupos eran a su vez otros tres grupos: el Comité de Orden y Disciplina (COD), presidido por Luis Alfonso Zepeda, el grupo de Jorge Batres alias “El Colombiano” y el de René Barrientos. El COD era el gobierno de penal y su actividad fundamental era recaudar impuestos entres los reos. Para lograrlo, secuestraban, golpeaban, asesinaban. El Colombiano era un notorio narcotraficante y, según Modrego, procesaba cocaína en la cárcel y también la compraba a los grupos de tumbadores que existían en la PNC. Barrientos era el comerciante y banquero de Pavón. Ejercía el monopolio en la venta de agua y refrescos, organizaba fiestas, compraba y vendía viviendas en la cárcel y otorgaba préstamos a cambio de bienes.

Lo que ocurrió aquel 25 de septiembre de 2006 en el que las fuerzas de seguridad retomaron (momentáneamente) el control de la cárcel Pavón no fue un enfrentamiento con reos que se resistieron, si no el descabezamiento de estos tres grupos. Los reos Zepeda, Batres y Barrientos murieron, también algunos de sus respectivos guardaespaldas y algunos reos que no tenían nada que ver, pero que o bien fueron confundidos o estaban en el lugar equivocado en el momento equivocado. Se les aplicó el método habitual: hacer que parezca un enfrentamiento.

– Fue una ejecución chapucera, se convirtió en una especie de juego de capturar, interrogar, asesinar y llevarse todo lo que se pueda, dijo Modrego.

Los policías españoles de la CICIG, Toledo y Guillamón, centraron su relato en la muerte, por una parte, de Edwin Santacruz, (conocida como Caso Río Hondo, por el lugar en el que se encontró su cadáver en Zacapa) y, por otra, la de Juan Morales y José María Maldonado, (el llamado Caso Cuevas) ocurrida en Santa María Ixhuatán, Santa Rosa. Los tres se habían fugado del penal de El Infiernito en octubre de 2005 y fueron hallados muertos entre noviembre y diciembre de ese año.

En estas ejecuciones, según los investigadores de CICIG, no intervino el grupo de Sperisen y Figueroa, fueron obra de los hombres de los otros grupos paralelos previos dentro de la PNC, los de Soto Diéguez y Víctor Rivera. El motivo de los crímenes habría sido advertir a los reos de que carecía de sentido fugarse y dejar en evidencias a las autoridades porque se les aplicaría la pena de muerte.

El Caso Río Hondo y el Cuevas ocurrieron de manera idéntica. En ambos casos se recibió una denuncia de dónde se encontraban los fugados y posteriormente se pagó una recompensa de la quedó registro en la contabilidad de Gobernación. Se envió a agentes locales de la PNC para ubicarlos, y en el caso de Santacruz, también para la captura. Posteriormente, entran en escena Soto Diéguez y Rivera. Los reos mueren, son trasladados a otro lugar (en el Caso Cuevas en un helicóptero que había sido alquilado a nombre del Ministerio), se les coloca armas, se avisa a la subestación de policía y se les explica qué tienen que escribir en el informe policial. Posteriormente, Carlos Vielmann, como hizo tras la toma de Pavón, da un conferencia de prensa en la que repite la versión del informe policial: había ocurrido un enfrentamiento.

Los policías locales, después, contaron a la CICIG cómo había ocurrido todo en realidad. El agente que capturó al reo fugado, Santacruz, en Morales, Izabal, incluso lo grabó en video con su celular mientras lo trasladaba al cruce de Río Hondo, Zacapa, en la carretera del Atlántico, donde tenía que esperar a Soto Diéguez, quien venía de la la capital para encargarse del detenido.

En opinión de los investigadores de CICIG, ¿Sabía el exministro Carlos Vielmann todo esto?

—Evidentemente, el Ministerio tenía conocimiento. Victor Rivera era asesor directo del ministro, dijo Toledo.

—Esa es una pregunta que uno puede hacerse. ¿De quién dependían los grupos de Soto, Rivera y Sperisen? Trabajaban para el Ministerio. Victor Rivera, que era muy activo, solo tenía que rendir cuentas al Ministro, no tenía otra persona a la que subordinarse, dijo Modrego.

La respuesta más argumentada fue la del fiscal Ulate, de la CICIG.

Según el investigador, el exministro Vielmann estuvo dentro de la cárcel Pavón mientras ocurrían los hechos. No ingresó a las 9 de la mañana como él asegura, si no hacia las 7:30, cuando los hermanos Benítez Barrios aún buscaban a “El Colombiano”, que había logrado evadir la primera selección, y el resto de encapuchados aún trabajaba la escena en la casa canadiense, en cuyas proximidades, además, fue visto el ministro. No pudo ignorar lo que sucedía, según el investigador Ulate.

En los casos Río Hondo y Cuevas el fiscal costarricense mencionó dos evidencias que en su opinión vinculan al exministro. Primero, el policía que capturó al reo Santacruz vio a Soto Diéguez, una vez que el fugado ya había sido ejecutado, hablando por teléfono con alguien al que llamaba “ministro”. Segundo, Vielmann firmó la entrega de recompensas a los delatores de los fugitivos. ¿Y cómo es posible que se pagara a alguien por entregar a unos delincuentes, pero según la versión oficial, esos delincuentes habían muerto en un enfrentamiento que ocurrió cuando la policía les dio el alto de manera casual?

— Carlos Vielmann tuvo conocimiento y lo permitió, concluyó el exfiscal de la CICIG Ulate.

Asier Andrés
/

Asier Andrés es un periodista español que trabajó en Guatemala por muchos años, en elPeriódico y ContraPoder. Es co-autor junto a Pilar Crespo del libro de Plaza Pública titulado ‘El coronel, el rector y el último decano comunista’, una investigación de tres años sobre el Archivo Histórico de la Policía Nacional.


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COMENTARIOS

RESPUESTAS

    Marco Miguel /

    03/02/2017 2:32 PM

    Totalmente creíble la versión... pero es posible inculpar a Vielman... y la pregunta más espeluznante. ¿Qué grupos existen aún en la PNC? Siguen "tumbando" droga, que según aquel audio "incriminador" que dieron a conocer las cadenas del "Ángel de la Democracia" dice que el ex-ministro Lopez Bonilla era "tumbador de droga", será que aún tendrá una estructura dentro de la PNC... A veces pienso si estamos saneando bien al estado, cortando cabezas arriba, en cuanto la mara de abajo también tiene estructuras peligrosas.

    ¡Ay no!

    1

    ¡Nítido!

    fco lopez hurtarte /

    25/01/2017 1:45 PM

    .
    LOS ESCUADRONES DE LA MUERTE DEL CACIF DE LA DÉCADA SETENTA, VOLVIERON CON CARLOS VIELMAN.

    Las políticas de limpieza social, diseñadas por el gobierno de Oscar Berger, Eduardo Stein y Carlos Vielman, quedaron en evidencia con los casos: Plan Gavilán y Operación Pavorreal.

    Frente a la abundante evidencia de la participación contundente de Vielman en estos casos —aportadas por los extranjeros que trabajaron en esta investigación— las conservadoras autoridades judiciales españolas no tendrán otra opción más que condenar a Vielman.

    Para ayudarlo a su propia redención y arrepentimiento después de haber asentido y consentido tales hechos criminales, pero, sobre todo, para ayudar a resarcir, de alguna forma, el dolor que —históricamente— los grupos empresariales, el Ejército y los políticos han infringido en esta sociedad golpeada, especialmente a los grupos marginales rurales.

    Decimos históricamente porque Carlos Vielman Montes es sobrino de Gustavo Anzuelo Vielman (+), terrateniente, militar asimilado y funcionario del temido gobierno del general Manuel Arana Osorio (1970-74).

    Y Gustavo Anzuelo Vielman fue hijo de Roderico, un militar testaferro en el despojo de tierras del expresidente Jorge Ubico. (Si hoy lo supieran las abuelitas). A Gustavo se le atribuye la creación de La Mano Blanca, grupo de escuadrones de la muerte dedicados a exterminar poblaciones subversivas entre las que se contaban indígenas inocentes durante el conflicto armado, y para lo que prestaba sus aeronaves.

    Es decir, a Carlos vielman le viene de sangre. Porque en el olvido ha quedado la muerte de 11 campesinos en el desalojo a la finca Nueva Linda en Izabal, durante el gobierno de Berger, para favorecer a sus colegas de la Cámara del Agro.

    Así que este proceso contra Carlos Vielman (ex miembro del comité de crisis del CACIF), reviste una importancia vital en la historia trágica de este país que tanto amamos, que valoramos y por el que migrantes, asalariados y profesionales trabajamos. Los únicos tres grupos de la sociedad que sostenemos a este país por medio de nuestros impuestos.

    ¡Ay no!

    1

    ¡Nítido!

    Luferdel /

    25/01/2017 10:22 AM

    Vielmann y sus exterminadores, más que por asesinos, deberían ser procesados por "mulas", por dejar demasiadas pistas, porque ese burdo montaje, una ofensa a la inteligencia y que simulaba un enfrentamiento no se los creyó ni su propia madre. Luego las versiones de los hechos se contradicen en tiempos y movimientos. Realmente, era muy, pero muy difícil mantener la discreción de éstos operativos de exterminio con tantos personajes involucrados. La fiscalia española debe cuestionar a Vielmann sobre la muerte de los hermanos Benítez, Victor Rivera, los diputados al Parlacen y los agentes de la DINC que fueron silenciados en otro "burdo montaje". Talvéz le agregan más muertos a su lista como le ocurró a Sperisenn.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    JUAN FRANCISC /

    25/01/2017 9:48 AM

    es totalmente obvio que en esa corrupta cadena de mando todo se sabía y el ente de más jerarquía estaba totalmente informado. Desde el Pdte de la República pasando por el ministros y así para abajo.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!



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