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La fiesta cívica no llega al basurero de la zona 3

La ciudad que el ‘arzuísmo’ construyó durante 20 años, es una ciudad desigual. Una ciudad de Pasos y Pedales, de parques y jardines, pero también una ciudad de pobreza y contaminación. El basurero municipal capitalino, llamado relleno sanitario, en la zona 3, es uno de los principales rostros de ese ‘Lado B’ de la ciudad.

Basurero zona 3 Elecciones 2019

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A las 6 de la mañana los sin techo empieza a abandonar los árboles y casas destruídas que utilizan para pasar la noche. Se van encontrando en las calles y se saludan como vecinos sin barrio. No es un día normal en las calles aledañas al basurero de la zona 3 y no porque sea día de ‘fiesta cívica’ sino porque hoy descansan los servicios de recolección de basura.

No está el tráfico de los camiones que llegan a descargar la basura de toda la ciudad. Solo uno que otro vecino, de esos que han construido su vida al rededor de los desechos, camina por la calle. Carlos Estrada es uno de ellos. Vive a dos cuadras de la entrada principal al vertedero. A las 7 de la mañana ya está organizando afuera de su casa las láminas y cartones que recolecta para vender a plantas de reciclaje.

Tiene las manos negras y mientras trabaja las moscas no dejan de sobrevolarlo:

– Ah, sí voy a votar pues pero más tarde solo que termine los trabajo que tengo acá. Todos vienen a prometer cosas que ya cuando están allí no cumplen, dice

– ¿Por qué seguir votando si ningún político cumple?, se le pregunta

Se encoje de hombros.

Atrás de Carlos Estrada hay una iglesia evangélica abandonada, y sentados en la banqueta, cinco adolescentes observan la entrevista mientras se comparten una bolsa para inhalar pegamento. Si algo le pudiera pedir Estrada a los políticos, después de pensarlo mucho, es que den oportunidad de trabajo para que la gente no haga lo que  que hacer lo que sea para ver de qué vive.

 

Es domingo, pero el ritmo en el relleno sanitario no se detiene, ni por las elecciones. Foto: Gabriela Ríos

Es domingo, pero el ritmo en el relleno sanitario no se detiene, ni por las elecciones. Foto: Gabriela Ríos

En la campaña hubo todo tipo de propuestas sobre qué hacer con el basurero. Construir una planta de clasificación de desechos, invertir en una planta capaz de transformar la basura en energía o bien, trasladarlo a otro lugar. Claudia, otra de las vecinas, que prefiere no decir su apellido, nunca escuchó ninguna de esas propuestas.

Claudia atiende un puesto de venta de jugos y no deja de trabajar mientras atiende las preguntas. No va a votar dice tranquila y explica que no lo va a hacer porque los políticos no cumplen. Porque en el lugar hay tanta necesidad y nadie se ha acercado a ayudarlos. Recuerda que cuando Álvaro Arzú llegó a la municipalidad se hicieron obras, pero que después se fue olvidando de ellos.

Su puesto está ubicado a pocos metros de un tiradero de chatarra y entre más se le pregunta a Clauida parece que más se ofende. “Acá hay casas que se están cayendo, casas que se están quemando, hay extorsiones, hay mucho qué hacer y no han hecho nada”, dice. Una señora llega comprar un jugo con huevos de codorniz, un jugo energético.

Son pocos los locales abiertos, pequeñas tiendas y negocios y que sobreviven entre el olor insoportable de los desechos. Las calles se empiezan a poblar con niños que salen o con las jaurías de perros callejeros. Julio Pérez ya tiene abierta su panadería, no le gustan las cámaras.

El también irá a votar dice, pero no sabe por quién, tampoco escuchó ninguna propuesta para solucionar los problemas de su vecindario, tampoco conoce más candidatos que no sean “el de la Muni” y “Canela”. Tampoco está seguro de que las cosas vayan a cambiar después de las elecciones pero irá a votar. Irá a votar porque “hay que ponernos en las manos de Dios y que él nos ayude”, dice.

De Dios.

Entre más se aleja uno del basurero el ambiente va cambiando. Hay familias que salen con los niños bañados y peinados para ir al servicio religioso. Otros como Roberto Calderón ya están barriendo la banqueta de su casa. Él irá a votar porque es un deber cívico y aún no se ha decidido por cuál de los dos candidatos va a votar.

Una de las calles aledañas al relleno sanitario. Foto: Gabriela Ríos

Una de las calles aledañas al relleno sanitario. Foto: Gabriela Ríos

Dice que estas elecciones fueron muy extrañas porque el TSE no dejó que todos los candidatos expusieran sus propuestas, porque hubo muchas injusticias con todos los candidatos, y eso le ha quitado motivación. Eso sí, no recuerda algunas elecciones donde creyera que las cosas realmente iban a cambiar. Cada cuatro años uno se decepciona más dice, mientras empuña su escoba.

Está molesto con los políticos y dice estar molesto con la Muncipalidad porque “si esta cuadra está bien es porque los vecinos la cuidamos pero no porque ellos vengan a hacer algo”. Señala molesto un camión municipal parqueado en línea roja, “ellos deberían dar el ejemplo”, comenta.

Los centros de votación más cercanos al relleno sanitario están a 20 minutos caminando, en las inmediaciones del Trébol o en la Avenida Elena. Y allí la realidad es muy distina. Allí los Centros de Votación parecen pertenecer a la otra ciudad, la que llega en carro o en moto, la de las familias que quizás irán a desayunar después de votar. Familias que viven en los barrios del centro de la ciudad, que se han mudado recientemente tras el boom inmobiliario.

No son los mismos rostros, ni las mismas ropas de quienes sobreviven en el lado olvidado. No son los mismos rostros de quienes más necesitan la intervención municipal.

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