Desde el inicio, la bancada del FCN-Nación –que al momento de la toma de posesión de la actual Legislatura era la quinta por número de diputados, superada por Líder (44), UNE (36), Todos (18), y PP (17)– mostró su interés por incrementar su influencia. Rompiendo con la promesa de rechazar tránsfugas y declarando abiertamente que su objetivo era volverse el bloque más numeroso del Congreso, el partido abrió sus puertas a nuevos representantes. A esta invitación respondieron numerosos “padres de la patria”, especialmente aquéllos impacientes por abandonar los decaídos partidos Líder y Patriota. El resultado fue, en apariencia, un éxito total para el partido oficial: al 9 de abril, fecha límite para el transfuguismo, la bancada se había convertido en la primera fuerza del Congreso.
Pero no todo lo que brilla es oro, y para el Ejecutivo y los once diputados originales del FNC-Nación el sueño rápidamente se ha ido convirtiendo en pesadilla. Por una parte, en su afán por reforzar sus números, los representantes oficialistas han sacrificado su imagen. Aceptaron a cualquier tránsfuga sin evaluar sus antecedentes. Esta omisión respondió tal vez al interés inescrupuloso por evitar una mayor discusión sobre los señalamientos que penden sobre los propios diputados originales –desde graves violaciones de derechos humanos hasta su papel como contratistas del Estado. O tal vez fue el resultado de una lógica excesivamente simplista según la cual el poder en el Legislativo depende únicamente del número de diputados afiliados, y no también de las credenciales de estos nuevos “aliados”.
Sea cual fuere la razón, lo cierto es que la ausencia de criterio alguno para aceptar tránsfugas generó suspicacias desde el principio. Como explicaba Nómada, en su “desesperación... por incidir en la agenda legislativa”, FCN-Nación aceptó a “un amigo de una familia de narcos, un sospechoso de asesinar periodistas, uno de los emblemas del PP y ocho diputados de Líder, el estandarte de la corrupción política...”
Y estos recelos se han visto confirmados por una cadena de escándalos, todos ellos involucrando a los tránsfugas del partido oficial y sucediéndose con insólita velocidad, que ha sepultado la imagen de limpieza del partido y su bancada. Sólo por mencionar tres ejemplos: primero, en un evidente caso de tráfico de influencias y nepotismo, diputados oficialistas le hicieron “sugerencias” al Ministro de Salud para que contratara a personal recomendado en el Ministerio. Segundo, cayendo en los delitos de discriminación, tráfico de influencias, concusión y abuso de autoridad, ocho diputados del partido recibieron con insultos racistas a la Gobernadora de Alta Verapaz, y le exigieron que les cediera el control del Consejo de Desarrollo Departamental y las obras de arrastre del departamento. Por último, en un caso que no sólo avergonzó a la bancada sino al Congreso en su conjunto, el diputado tránsfuga Giordano, de tan sólo 24 años y con experiencia previa en cinco partidos, se expresó de manera vulgar sobre cómo, con el apoyo de sus colegas del FCN-Nación, extorsionaría al Gobernador de su departamento –San Marcos– para obtener control sobre personal y obras.
Esta cadena de escándalos ha dañado de manera irreparable la reputación del partido de gobierno y su bancada. Pero el perjuicio causado por el torrente de tránsfugas que ingresaron al bloque oficial parlamentario va más allá de la simple imagen pública del partido.
En un giro digno de la mejor serie de ficción política, estos mismos diputados tránsfugas se están organizando para tomar el control de la bancada oficial, amenazando incluso con volverla “de oposición”. En este plan se han aprovechado no solamente de la ambición ciega del Ejecutivo y sus once diputados originales, que aceptaron a cuanto diputado se les acercó. También están explotando la profunda ingenuidad de estos representantes del partido oficial. Porque, ¿a qué bloque legislativo de 11 diputados se le ocurre aceptar, sin criterio alguno, a un grupo de 25 tránsfugas, curtidos en las batallas y los negocios más deleznables del Congreso? ¿No se les ocurrió en algún momento que, al aceptar a tantos nuevos afiliados, estaban perdiendo el voto mayoritario dentro de su propia bancada?
El resultado de esta “rebelión” aún está por verse. Dependerá, al menos en parte, de la destreza política de los miembros originales del partido FCN-Nación, y de su capacidad de aprender de sus errores. Probablemente también entrarán en juego los “beneficios” que pueda ofrecerle el Ejecutivo a los disidentes. Lo que queda claro, sin embargo, es que las circunstancias no son del todo prometedoras para los oficialistas. Si algo nos han demostrado estos primeros cuatro meses en el gobierno es que el FCN-Nación, un partido de reciente formación, cuya elección fue el resultado de una impredecible carambola política, ha sido presa fácil, en muy poco tiempo, de su propia ingenuidad y ambición.
Consuelo Tome /
Ademas de malvados, carecen de imaginacion, no tienen capacidad de pronostico. Lanzaron un boomerang al aire a lo tonto, y alli viene de regreso persiguiendo once cabezas.
Alexander C. /
A los diputados originales del partido oficialista les saldrá el tiro por la culata, muy pronto no valdrán en su partido original. Corrupción llama a más corrupción .
Oscar Castaneda /
Van a echar de la bancada a los únicos miembros originales de la bancada! Y el partido de gobierno se v a quedar sin bancada!
Más que justicia cósmica, suena como una película de Woody Allen. O a lo mejor como una película de Cantinflas.