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La verdadera democracia no la verás en la tele

Los cambios producidos por la centralidad de los medios de comunicación en la vida social y política son evidentes y múltiples. No obstante, ¿de qué hablamos exactamente cuando hablamos de la democracia mediatizada?

Opinión P369
Esta es una opinión

Foto: Flickr, Stephen Coles

El autor estadounidense David Swanson dirige nuestra atención hacia el hecho de que en la democracia mediatizada la creencia extendida de que el apoyo mediático favorable es esencial para ganar las elecciones, mantener el poder y cultivar la aprobación de la ciudadanía tiene varias consecuencias y efectos. Esa creencia precisa que los actores políticos moldeen sus actitudes y acciones según parecen exigir los medios, a la vez que ha provocado algunos cambios relevantes en las instituciones y procedimientos de la política y del gobierno, para explotar mejor el poder de la televisión y otros medios que forman la opinión pública.

Sin embargo, al mismo tiempo que las instituciones políticas están dedicando más recursos a la comunicación política y puliendo sus técnicas comunicativas con el público, entre la población está ganando terreno el escepticismo hacia la política y los líderes políticos. Las lealtades tradicionales de los votantes se debilitan y la opinión pública es más inconstante que antes. Para Swanson estas observaciones sugieren con claridad que está teniendo lugar un proceso de cambio generalizado y profundo, en cuyo se encuentran las formas en que las instituciones y procedimientos de la política y del gobierno se están adaptando al papel central de los medios de comunicación –especialmente la televisión– en la vida moderna, creando como resultado “lo que podríamos describir como la «democracia centrada en los medios»”.

Otra consecuencia clara de la democracia mediatizada es la personalización de la política. Importa el personaje político y no tanto la ideología del partido, que en las últimas décadas se ha vuelto de apariencia bastante ambigua, general y flexible para poder captar votantes de todos los estratos sociales. Como resultado, las ideologías no suelen interesar tanto e importan planes de acción más concretos de los candidatos para satisfacer problemas y exigencias inminentes de los votantes.

A la vez, los medios de comunicación hacen que la actividad política sea cada vez más expuesta al público, lo que lleva a que –por un lado– la población esté más pendiente de los gobiernos y de los funcionarios del Estado pero –por el otro– que los actores políticos, en especial el gobierno, utilicen los medios a su beneficio por su capacidad enorme de influir y de crear opinión pública. Este proceso de cambio profundo y generalizado conduce a unos marcos informativos que muestran las actuaciones gubernamentales que resultan estar en conflicto con procesos habituales de un gobierno democrático. Swanson detalla las tres principales fuentes de tensión en una democracia centrada en los medios que señalan con claridad la distorsión producida, la imagen equivocada percibida y a menudo aprovechada por distintos actores en el panorama político.

Primero, existe “un antagonismo entre los procedimientos fundamentales de un gobierno democrático, que consisten en la negociación y el compromiso, y las narraciones del periodismo profesional que intenta describir los acontecimientos en términos de conflicto y dramatismo”. Aquí es preciso tener en cuenta que en los medios de comunicación privados, que son la mayoría, lo que prima son los intereses comerciales. Lo importante es captar más audiencia porque esto hace que el medio gane dinero por la publicidad. Al seguir su premisa de beneficio económico, tienden a dejar de lado los verdaderos temas de interés público para centrarse en las noticias atractivas, dentro de las cuales los escándalos y el drama como espectáculo poseen un rol fundamental. Su influencia en los procedimientos fundamentales es tal, que puede llegar a obstaculizar la negociación y un posible acuerdo entre los actores políticos involucrados en asuntos en cuestión.

En segundo lugar, a menudo la realidad de las maneras de actuación más comunes para los gobiernos parlamentarios, donde impera la cooperación, trabajo conjunto y colectivo, choca y contradice la predilección de los medios por la personalización y por los héroes individuales cuando dan cobertura a estas acciones parlamentarias. Ligado a esto, Swanson detalla –en tercer lugar– el desfase entre los tiempos reales de una acción parlamentaria, donde el proceso de toma de decisiones suele evolucionar lentamente gracias a negociaciones, intercambios y compromisos cuidadosamente trabajados, y “la preferencia de la narración de los medios modernos por acciones y soluciones rápidas”.

Estas contradicciones pueden provocar frustración en la población que pide soluciones rápidas a problemas que exigen negociación colectiva o acuerdo general y por tanto pueden ver la actuación del gobierno como fastidiosa e ineficaz. Por su lado, los actores políticos, condicionados por las exigencias de los medios y de no decepcionar a la ciudadanía, pueden optar por un modelo paralelo de gobernar: uno llevado a cabo fuera de la vista pública y según los procesos democráticos habituales, y otro pensado para el público, centrado en héroes individuales y en acciones rápidas. Cuando estas líneas entre lo público y lo real se vuelven tan borrosas el resultado puede ser la inmovilización del trabajo del gobierno. Además, estas tensiones tienden implícitamente a realzar y reforzar unos valores (individualismo, inmediatez, velocidad) frente a otros (acción colectiva, trabajo concienzudo, solidaridad) no sólo en la cultura política y mediática, sino también en otras esferas de la sociedad.

 

* Este texto es la segunda parte de una serie de la autora. La primera parte, ¿Por qué los actores tienen más chance de ganar en política?, fue publicada el 23 de septiembre de 2015.

Anna Maria Penu
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Escritora, politóloga, feminista europea en cuya piel América Central está empezando dejar sus huellas. Se nota en mi mirada, en mi manera de estar en el mundo. Aquí escribo con humor, con dolor y ternura. Escribo para seguir caminando.


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COMENTARIOS

RESPUESTAS

    ANONIMO /

    23/10/2015 12:49 PM

    […] más chance de ganar en política?, fue publicada el 23 de septiembre de 2015. La segunda parte, La verdadera democracia no la verás en la tele, se publicó el 7 de octubre de […]

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Eva González /

    08/10/2015 1:06 AM

    ¡Qué interesante e instructiva trabajo! Y ¡cuánta claridad en la exposición de sus ideas!
    ¡Mil gracias a la autora! Y le seguiremos leyendo

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!



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