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Si se articula el campo y la ciudad, se puede derribar a los políticos

Las manifestaciones que detienen a los políticos no empezaron el 25 de abril en el parque central. Empezaron desde antes. Usemos de ejemplo aquella ley Monsanto, que quería vender en el país productos transgénicos. Detrás del discurso de la innovación tecnológica se escondía un verdadero ecocidio, y miles de personas se movilizaron para ocupar calles, parques y carreteras en diferentes regiones del país.

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Imagen: #RenunciaYa

Esta gesta histórica no fue promovida por los partidos políticos, ni tampoco contó con el apoyo de los sectores urbanos y de las llamadas “capas medias” del país. Fueron las movilizaciones de los pueblos mayas y campesinos del país, que en casos como este frenaron una ley y sacaron a relucir la podredumbre de toda la clase política y del sistema en su conjunto.

Por los medios de comunicación urbanos que no se ponen en los zapatos de los mayas y campesinos, la mirada de muchos guatemaltecos no es capaz de vislumbrar que las luchas de los pueblos son también contra el saqueo, corrupción, destrucción y explotación de los bienes naturales del país, ¡patrimonio de todas y todos!

El descontento y la tenacidad de los pueblos mayas (gracias a que heredamos el trabajo de autoridades ancestrales, alcaldías indígenas, organizaciones locales y por la participación espontánea de las comunidades), fue mucho más allá de bloquear carreteras. En Sololá, por ejemplo, por estimulación de organizaciones comunitarias y alcaldías indígenas, se dejaron de vender tortillas. En Quiché se ocuparon los parques.

Todas las actividades fueron de tal magnitud que el Decreto 19-2014 de la “Ley Monsanto” fue abolido con carácter de “urgencia nacional” por el Congreso. Y no se salvó ningún partido y ningún diputado, ni los de izquierda de URNG-WINAQ.

Abordemos entonces ese vacío que hay entre las movilizaciones de las ciudades y las movilizaciones del campo.

Durante décadas, los pueblos mayas y campesinos han recurrido a diferentes tácticas y estrategias para hacer valer sus derechos y lograr transformar las estructuras del sistema oligárquico-militar del país. En algunos casos han encontrado respaldo en la ciudad, pero la mayoría de veces han sido marginados y relegados por uno de los escasos bienes democratizados en el país: el racismo.

La única vez que un bloqueo de los 48 cantones de Totonicapán fue cubierto con emoción por los medios capitalinos y salió en portada de Prensa Libre, fue cuando se exigió la renuncia de Roxana Baldetti.

El discurso dominante ha hecho creer que las movilizaciones de los pueblos quebranta el derecho de locomoción de los trabajadores de la ciudad y entorpece la economía del país.

Pero es más complejo.

Con el caso SAT desatado por la CICIG y el MP, varias lógicas se invirtieron. En primer lugar, los sectores urbanos, sobre todo el capitalino, salieron del letargo en que se encontraban. Se dieron cuenta que a ellos también les robaban. Además que fue la ciudad capital la que llevó al poder con sus votos al binomio de Otto Pérez y Roxana Baldetti, con su propaganda de la mano dura y seguridad.

Para los pueblos era diferente, quiénes llegaban al poder eran los responsables del genocidio, del saqueo de sus territorios y de la persecución de sus líderes y lideresas. En las tierras mayas de Guatemala se perpetuó el mayor crimen de la historia latinoamericana del siglo XX, y desde que desaparecieron a 50,000 urbanos que luchaban por un mejor país, la solidaridad y el apoyo de las clases medias y sectores urbanos del país terminó. Por suerte, tras el juicio contra Ríos Montt y Rodríguez Sánchez, la historia parece empezar a cambiar, la población comienza a conocer los actos de genocidio.

El descontento no es capitalino, es de todo el país

Pero regresemos a las movilizaciones. Como es sabido, la protesta del 25 abril fue posible gracias al trabajo realizado en las redes sociales, pero no se ha investigado con rigurosidad la composición de la multitud. Si bien fue notoria la presencia de personas de clase media, la mayoría de las personas pertenecen más bien a la clase media baja y la clase trabajadora. También ha sido notoria la participación de estudiantes y personas de diferentes pueblos del país que es difícil de catalogar si no se tiene información precisa. Dicho de otra forma, la gente que se ha movilizado ha sido aquella que de una u otra manera ha contribuido con el sistema tributario del país.

A partir de la irrupción de miles de personas el 25 de abril en la Ciudad de Guatemala, diversos aspectos del sistema guatemalteco han salido a relucir. No obstante, siguen ausentes otros.

Conforme la crisis ha ido avanzando, el descontento social se ha irrigado en diferentes partes del país. Aquí reside el temor histórico de los gobernantes y el mayor desafío del actual despertar democrático: articular las luchas de la ciudad y del campo, pues como hemos visto, suelen tener motivaciones y temporalidades distintas aunque las raíces sean las mismas.

Estas diferencias espaciales y temporales están estrechamente relacionadas con la exclusión social y la concentración de la riqueza, las cuales se materializan en las tasas de analfabetismo, el aislamiento dada las carencias en infraestructuras y transporte, el acceso a la educación y la brecha digital.

Aunque hay similitudes en estas manifestaciones. Como escribía Alberto Fuentes, el movimiento #RenunciaYa tampoco tiene líderes o cabezas que estén organizando todo y es más espontáneo. En Sololá, presiones como dejar de vender tortillas también son espontáneas y creativas para frenar a los poderosos.

El futuro está abierto, el desafío es descomunal y compartido. La historia reciente es de mucha utilidad, pero no nos podemos quedar en las comparaciones facilonas con antiguas movilizaciones urbanas, como la revolución nacionalista de 1944, las jornadas de marzo y abril de 1962 o las protestas sindicales y estudiantiles de la década de 1970. En estas irrupciones sociales los sectores urbanos no lograron romper con la subordinación y dominación sobre el resto del país ¡muchos ni lo conocían!

La profundidad de las transformaciones no puede concentrarse en la Ciudad de Guatemala. Los sectores urbanos no son portadores de las reivindicaciones de los pueblos, por eso es importante juntar pensamientos y acciones para de develar las lógicas perversas de los empresarios, militares, políticos y jueces, de todo este sistema corrupto.

Miremos los puntos en común de las recientes protestas y movilizaciones del campo y la ciudad:

1) Diferentes pueblos y grupos sociales han logrado un grado de madurez y conciencia política para movilizarse de forma autónoma. Estamos frente al germen de nuevos sujetos históricos.

2) Las exigencias y anhelos del pueblo no se limitan a cambios técnicos y administrativos sino buscan transformar las estructuras del sistema.

3) Los militares, empresarios y los tres poderes del Estado (ejecutivo, legislativo y judicial) son parte central del problema, no la solución.

4) Los partidos políticos son responsables de la crisis, por ello guardan silencio cuando el pueblo habla, le tienen miedo a la democracia pues pone en peligro los acuerdos que sus seudo-líderes han pactado. La carencia de sus propuestas se limita a cuestiones electorales pues juegan con las mismas reglas del podrido sistema electoral.

 

 

Me'k Matom
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Me’k Maton, ese es su nombre en Ixil. Miguel de León Ceto en español. Docente, analista e investigador. Además de investigar y escribir sobre religión, rebeliones y pueblos indígenas, se decanta fácilmente por la música y el baile. Doctor en sociología en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París.


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COMENTARIOS

RESPUESTAS

    uidpwequiRFJ /

    15/07/2015 3:03 PM

    nv bsakerhji

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Breve análisis y conversaciones: Séptima semana de crisis en Guatemala | De lo Vivido a lo Aprendido + /

    04/06/2015 6:37 PM

    […] [1.1] Si se articula el campo y la ciudad se puede derribar a los políticos […]

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Luis Lopez Silvestre /

    14/05/2015 2:42 PM

    Concuerdo con el comentario de Olga. la forma de comunicar la causa es la que haría más fuerte el vínculo entre los participantes y los externos aún del movimiento.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    ANONIMO /

    14/05/2015 1:42 PM

    ¿ Difícil de catalogar ? Eso es precisamente lo que no nos deja progresar como país, el día en que todos nos reconozcamos como GUATEMALTECOS , que reconozcamos que los problemas nos atañen a todos y que nos dejemos de catalogar y clasificar entonces habrá progresos.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    ANONIMO /

    14/05/2015 12:06 PM

    Excelente articulo! Y gracias por poner en una perspectiva mas realista los sucesos que están aconteciendo actualmente en Guatemala.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Olga Villalta /

    14/05/2015 8:46 AM

    Yo añadiría un elemento comunicacional: Los diferentes gremios o sectores que realizan movilizaciones sobre sus demandas específicas, pecan en el manejo del discurso. Generalmente enviamos mensajes desde lo que nos duele pero no pensamos en los diferentes receptores del mensaje. Quienes reciben el mensaje se movilizarán para apoyarnos, si quienes emitimos el mensaje somos capaces de hacerle sentir al receptor que en esa lucha él también va a ganar. Así que más allá de quejarnos de que las/os urbanos no son solidarios a las demandas de campesinos y pueblos indígenas, deberíamos tender puentes de comunicación que nos lleven a sentirnos "asociados políticos". Buscar las coincidencias, a pesar de las diferencias.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!



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