Tengo un recuerdo muy presente: cuando era niño, -la imaginación en la niñez es una herramienta poderosa- solía escuchar radio, ver televisión, disfrutaba las caricaturas del “3”; pero siempre me llamaron atención los programas en que se hablaba de historia, de la sociedad “de antes”, como decían las abuelitas, de la gente que contaba cómo era cuando no había televisión; como la gente solía salir a caminar en las calles –salir a "sextear", era fabuloso-.
Cerca de donde vivo escuché historias de cuando se aparecían: El Bulto, La Llorona y La Siguanaba (vivo en el barrio Santa Marta, antiguamente llamado cantón Barrios, justo a la par del cantón Barillas).
Uno de los recuerdos más claros que tengo fue una vez que escuché a Celso Lara Figueroa hablar en algún programa de radio sobre la historia de la ciudad; pero recuerdo perfectamente algo que explicaba -que si bien es cierto uno debe recordar la historia de los abuelitos, esta no debería desvincularse de la realidad nacional-. Esta frase me resonó durante muchos años.
Recuerdo cuando le conocí
Estaba en primer año de la universidad, fui a buscar al profesor Fernando Rodríguez Farfán (QEPD), y al entrar a su cubículo en el edificio S1 de la escuela de Historia me dice: mire Julio le presento al licenciado Celso Lara Figueroa.
Me sorprendió muchísimo la sencillez y la cordialidad con la platicamos; se podrán imaginar mi asombro al conocer en persona a quien ya había leído en el diario La Hora, le había escuchado en programas de radio y televisión nacional.
Celso Lara es hoy un referente para los estudios de antropología cultural en Guatemala, su larga trayectoria académica, su impecable espíritu crítico, su rigurosidad científica social hicieron de él uno de los mejores académico. Su vasta producción bibliográfica, miles de artículos publicados en diarios, reseñas y libros así lo demuestran. Sin lugar a dudas Guatemala ha perdido a uno de sus mejores intelectuales.
Mi formación académica en antropología no es muy completa que se diga, recurrí para que me ayudara con una investigación que estaba realizando, fue sumamente amable cuando le pedí la cita y me atendió a las seis de la mañana en el Centro de Estudios Folclóricos –CEFOL– de la Universidad San Carlos de Guatemala, de donde fue director.
Platicamos un par de ocasiones en lo que me iba revisando, sugiriendo bibliografía y comentando sobre mis avances, y descubrimientos. Realmente se puede decir que “Celso”, Fue una persona sobre todo atenta y finísima en el trato humano, era un caballero de finas costumbres, de esos que casi no existen.
Hoy los barrios de la ciudad de Guatemala, las leyendas, las consejas y los cuentos de espantos y aparecidos les faltará su voz principal, pero será recordado siempre por su rigurosidad académica y su bien lograda narrativa; hoy que ya se cuenta entre “los finados”, sólo le deseo que se transforme en una estrella del firmamento y siga iluminando a quienes seguiremos estudiando la cultura popular guatemalteca.
¡Que en paz descanse Celso Lara Figueroa!
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