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Sexo a los 40: No sin justificaciones, Sí sin explicaciones

Si el espacio de salud sexual de Nómada se llama Bulevar Liberación, el nombre apropiado para esta columna debería ser: camino a La Antigua, con tráfico, lento, pero satisfactorio cuando se llega al destino.

Blogs Opinión P369
Esta es una opinión

Calzada Roosevelt rumbo a La Antigua.

Imagen: Waze

La bautizo así por el pasaje más simbólico de la moral guatemalteca, me refiero a ese par de kilómetros de la calzada Roosevelt: una sede de la Liga del Corazón, el Omni, la Frater, la distribuidora de la Gallo, incluso el Centro Español. Y porque siempre cae bien hablar de la sexualidad para un grupo más “antiguo”, para la gente mayor de 40 años.

Sí, ya pasada la moralidad de la iglesia, después de la picardía del motel, más allá de las herencias de la conquista a la española y, en el mejor de los casos, con buena salud cardíaca. Esa intimidad que surge en lo cotidiano, el sexo de pants, el de la relación exclusiva con quien escogemos todos los días: sexo de martes, de tres veces por semana, de una vez al mes.

He encontrado que más allá de la eventualidad de disfrutar el sexo casual, la posibilidad de encontrar placer y amor en la seguridad de un vínculo es el reto más importante y difícil de las relaciones que establecemos. Porque eso de definir un vínculo con una sola persona y compartir sus retos es, hoy estoy segura, de verdaderos seres humanos trascendentes. ¿Qué quiero decir? Los ideales ambivalentes hacen que de manera simultánea alimentemos el ideal de toda la vida y el de sólo una noche, y en ese espacio, la sexualidad aparece escindida de la intimidad.

Las mujeres después de los 40 han hecho ya su propia revolución. Lejos quedaron los “dolores de cabeza”, míticos en sí mismos, que se interponen a la posibilidad de poder decir “no” sin excusas y “sí”, sin justificaciones. ¡Vaya conquista de la intimidad!

Las mujeres en su madurez, cuestión muy sorprendente para muchos, disfrutan de su sexualidad con mayor seguridad. Se apropian de ella, se adueñan de las marcas de la vida y de un cuerpo maduro de mujer. Es el cuerpo de quien se conoce y se puede enfrentar al espejo, a su desnudez y a su deseo de frente y con las luces prendidas, un martes de café, no sólo un jueves de copas.

Los cambios corporales de la edad también devienen con maravillosas comprensiones más profundas de lo importante, la perspectiva y otras muchas formas de intimidad. Ahora ya no se mide con cuántos o cuántas veces, sino la calidad del contacto y si se vuelven verdaderos gestos nutricios de amor. Así son los vínculos exclusivos y estables.

Sí, el sexo de martes, de lonjas, panzas y estrías no tiene el glamour de las películas o el de los anuncios de perfume, no tiene la adrenalina de lo desconocido y lo prohibido. Sin embargo, tiene algo mágico y difícil de encontrar: la sintonía en lo cotidiano, la música del vínculo consolidado; la seguridad de la estabilidad.

La sexualidad en estos vínculos afianzan y desarrollan intimidad, códigos propios del vínculo que no tienen tan buena prensa porque no están diseñados para ser validados afuera de la pareja, sino en la intimidad de la misma.

Después de todo, estos vínculos exclusivos son también elusivos y muy difíciles de alcanzar, requieren cuidado diario y complicidad. El “amor de la vida” como concepto, se transforma en “el amor de todos los días”, no en la romantizada versión del amor que falla y se desencuentra.

Este no es un ataque moralista a las diversas formas de vivir la sexualidad, es hablar un tanto de otra forma, una que si bien es posible en la práctica y demandada en la teoría, tiene la gracia del camino a La Antigua, lenta, con tráfico, pero muy satisfactoria a su llegada.

Claudia Castro Ruiz
/

Orgullosa guatemalteca. Dice mi mamá que soy heredera de hadas y amazonas, y que soy psicóloga porque no he querido ser psíquica. Me fascina la mente humana. Del mundo y su magia, lo que más me interesa es presentárselo amablemente a mi hija.


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COMENTARIOS

RESPUESTAS

    Fernando Cajas /

    17/04/2018 9:32 PM

    Excelente artículo y linda metáfora para desmistificar las relaciones sexuales que no deben seguir la moda de Hollywood sino el encuentro respetuoso y con consentimiento mutuo y responsabilidad.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Tania /

    17/04/2018 7:32 PM

    Solo una corrección: tengo 41, 3 hijos y no tengo lonjas, ni panza... Es mas, estoy mejor que muchas de 20. Y sé que no soy la única asi que ya dejen de pensar que tener 20 es sexo desenfrenado y tener 40 estar muerto por Dios!

    ¡Ay no!

    1

    ¡Nítido!

      Claudia /

      17/04/2018 7:50 PM

      Felicidades!
      Sigue disfrutando así la vida.

      ¡Ay no!

      ¡Nítido!

    Rocio Suazo /

    17/04/2018 5:26 PM

    Bella palabras con mucho sentido de razón. Me hizo recordar mis días de estudiante en la UFM con sus clases tan llenas de este tipo de anécdotas.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Paola R /

    17/04/2018 11:51 AM

    Sólo una pequeña corrección, no es UNICAR lo que se encuentra en ése sector. Es la Liga del Corazón.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

      Ana Carolina Alpírez
      Ana Carolina Alpírez /
      17/04/2018 1:06 PM

      Gracias, corrección hecha.

      ¡Ay no!

      ¡Nítido!



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