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Diplomacia del soborno y otros disparates

Sabido es que Guatemala como Estado, no ha tenido más que pequeños períodos de política exterior sostenida y sustentada en intereses nacionales. La regularidad ha sido un disfuncional ejercicio diplomático, plagado de entreguismo, zalamería y tontera. Todos hechos registrados por la historia y la anécdota. Hemos operado históricamente vinculados a intereses imperiales, aunque aquellos no nos beneficien en modo alguno. Ha sido un quedar bien. El traslado de la embajada del país a Jerusalén es quizá uno de los más recientes episodios de aquella actitud oportunista, y rastrera. Hasta nos hicimos tercer país seguro. Sandeces que la historia se encargará de acopiar y relatar. Nuestros nietos pensaran que éramos una caterva de arrastrados o abiertamente babosos. Será -lamentablemente- lo mismo que alguna vez dijimos nosotros, allá en el Centenario Instituto Central Para Varones, cuando don Eloy Amado Herrera, nos refería “las negociaciones” entre Rufino Barrios -personaje no muy Justo- norteamericanos y mexicanos, al cederles incondicionalmente y muy agradecido el Soconusco y otros terrenitos sin choque sangriento.

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Esta es una opinión

Degenhart saluda a Trump después de firmar el acuerdo de tercer país junto al secretario McAleenan.

Foto: Tomada de AP

O aquello de la espada con empuñadura de oro, que la reina Victoria obsequió, al presidente vitalicio Rafael Carrera, que llegó en combo, acompañada de la orden de San Gregorio Magno, en el grado de Gran Cruz o la “pactada” construcción de una carretera al Atlántico, como aporte inglés a nuestras buenas relaciones, solo a cambio de que Guatemala reconociera sus fronteras con territorios “adquiridos anteriormente” por Inglaterra. Obviamente Belice.

Los intereses coincidían entre monarquía británica e incipientes exportadores de café en el país, que casualmente eran también los detentadores del poder político acá en la patria. Así a los nacientes exportadores de café les urgía la carretera al Atlántico para su exportación cafetera. Conclusión: diplomacia del soborno desde la monarquía e interés “nacional” avieso. Se sabe que nunca hubo carretera y el reconocimiento de fronteras hecho bajo los tratados de la época, fueron de allí en adelante un argumento inglés.

Así nuestra historia es larga y traumática en eso de la diplomacia, que en reiterados momentos fue dirigida por rústicos militares, generalmente de cerviz baja y voluptuosa actitud, frente a los vecinos del norte, tan acostumbrados a acometer a aquellos dinosaurios de república bananera a cañonazo limpio. Si, cañonazos de dólares. De nuestra torpe y sumisa diplomacia poco parece haber cambiado hasta ahora. Por ejemplo, se registra en los libros que casi cambiamos el rumbo de la historia mundial al haberle declarado la guerra a Alemania, dada la alta capacidad de la milicia chapina para sacarle la lengua sin descanso a los nazis, lo cual los turbaba y con ello ayudamos enormemente a los aliados.

Cuando “nuestra política exterior” se fundamentó en el anticomunismo lo fuimos a ultranza, prohibimos viajar a países socialistas e internamente -como siempre, afloró el oportunismo corrupto- se arrojó la ergástula oligárquica y proliferaron gavillas de asesinos, que pasaron ipso facto a ser ciudadanos honorables al servicio de la patria, con sueldo y licencia para matar, mandato de orejear y libertad de latrocinio. Los curas les daban su bendición. Como se ve -con frecuencia- no ha sido lo local lo que ha determinado nuestra postura externa, sino que al revés: de la presión, sobornos e intereses externos, surge nuestra política, diplomacia y diplomáticos. Eso sí, debidamente acoplados a los intereses de nuestros atrasados sectores oligárquicos y políticos corruptos. Así ha sido y quizá así será en este mundo globalizado. Por lo menos hasta donde vamos.

Quizá por ello no causó extrañeza. Más bien repulsa y derecho a náusea, escuchar al doctor honoris causa Morales Cabrera, hablar sobre las “negociaciones con su homólogo number one” a efecto de trasladar nuestra embajada a Jerusalén y de constituirnos en tercer país seguro, a cambio de una palmadita en la espalda y unas cuantas visas para trabajadores agrícolas de temporada. El mismo Doctorado Honoris causa otorgado en Jerusalén a Morales Cabrera, es parte de lo que hablamos: diplomacia del halago, hipócrita para engatusar incautos. Morales Cabrera, sonriente y con evidente orgullo, confirmó aquello de patio trasero. Las visas igual que la prometida carretera inglesa aún no aparecen. Lo de país seguro, un mal chiste de cantina está peligrosamente vigente. Por ahora está detenido por desuso pandémico. Fue abominable ver al encargado de policía, cárceles y seguridad interior, recibiendo, como en los tiempos recios palmaditas en la espalda, y una amable sonrisa en el acto de sumisión, perdón de suscripción “del convenio” de tercer país seguro. ¿Que recibimos a cambio? fotos con el canche. Diplomacia, de circo ¿verdad? o como algunos han dicho diplomacia de la torpeza. Sin luces solamente sombras.

Faltaba más, en su momento, declaramos al pueblo cubano enemigo acérrimo por su conducta comunista, prestamos territorio para preparar la invasión a cochinos. ¿diplomacia o sometimiento? La respuesta es obvia. Aquí para la diplomacia solo existen los intereses imperiales, corruptos o de elite oligárquica. Ya desde la España dominante era así. Terrible historia. Volviendo al aquí y ahora, la hemos tomado en contra del pueblo venezolano: cierre de embajada, reconocimiento al pretendido presidente alterno. Pero lo relevante, en la coyuntura política venezolana es que el presidente Giammattei, por aquellos días presidente electo, hizo su irrupción en la diplomacia latinoamericana. Valiente, vestido de pachuco y en su secreta identidad italiana decide burlar a la seguridad del Estado venezolano y pasar a saludar a don Juan. Ese gesto evidenció la piel diplomática de la dirigencia política guatemalteca y supimos de sopetón, que iniciaba una “nueva” era para nuestra política exterior: el continuum de lo que oficina oval mande, aderezado con propios disparates.

A aquellas virtudes de política y diplomacia, muy a la chapina, se agrega como ya escribí alguna vez. La lapidaria frase de un diplomático europeo: Guatemala es cautiva de la diplomacia del soborno. Eran días del Grupo Consultivo de “Donantes” se discutía y evaluaba el seguimiento a los Acuerdos de Paz, con el “concurso” de la comunidad internacional. Todo un trabajo de formular estrategias, planes y proyectos. Mientras tanto, en cuerda separada la República China de Taiwan, por la libre, hacía donaciones y extendía generosos cheques a nombre de presidentes de Centroamérica, por medio millón de dólares cada uno. El escándalo fue tal, que tanto la presidenta de Panamá, el presidente del Salvador y Alfonso Portillo de Guatemala, tuvieron problemas con la justicia y cárcel los varones. Todo, por causa de aquellos dorados y diplomáticos cheques chinos.

Hay que decir, en favor de los Taiwaneses, que la diplomacia del dólar. No es un invento que pueda atribuírseles. La práctica es longeva y el Norte de América la ha practicado frecuentemente y desde hace siglo y medio. Hace muy poco -2019- encolerizado el presidente Trump, ante nuestra poca acción para frenar la migración al norte, decidió cancelar la ayuda al “desarrollo y seguridad” al triángulo norte. Al anunciarlo espetó: “Les estamos dando una tremenda ayuda. Dejemos de pagarles”. La cofradía elitaria y corrupta chapina -como históricamente ha hecho- aprovechó el enojo norteño y agregó los “intereses nacionales”: su propia impunidad y expulsó a la CICIG. Lo que reiteró, que los afanes y velos imperiales, sirven convenientemente a los fines de las argollas internas.

A propósito de Taiwán y sus donaciones, estamos ahora, por decisión presidencial, atravesando otra vergüenza internacional -calificada así por diplomática chapina en retiro- al conocer otro evento de diplomacia de disparate: la decisión del presidente Giammattei de escribir al Secretario General de la ONU, para proponerle la incorporación de Taiwan al organismo mundial. Ni los taiwaneses tomaran en serio aquella audaz movida guatemalteca que seguramente provocará, si es que llegan a enterarse una mirada mordaz, de la China continental. Eso sí, esperamos asegure nuevas donaciones amarillas. Diplomacia sin gracia, eso es lo que tenemos.

Y para cerrar en positivo, quizá con el consejo del Canciller Brolo se establezcan nuevos y autónomos contenidos a una verdadera política exterior, más allá de la sumisión a dictados imperiales y el comercio de materias primas. Nutrir la diplomacia oficial con sentidos, contenidos y acciones propuestos desde de la diplomacia ciudadana, prodigándose en apoyo a los esfuerzos multilaterales, como debe ser, acorde a los nuevos tiempos, esto puede coadyuvar a reposicionar Guatemala, como un país digno y respetable en el ámbito de las naciones.

Referencia de: Galich Manuel Páginas Escogidas. Fondo Editorial Casa de las Américas 2015. Escuela Ciencia Política USAC

Helmer Velásquez
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Es Abogado y Notario de Profesión. Promotor social de vocación. Con un largo recorrido en trabajos del desarrollo y la defensa de los derechos humanos y la construcción democrática de Guatemala.


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COMENTARIOS

RESPUESTAS

    Hansel Mo Ay /

    11/09/2020 9:37 PM

    Unas cuantas palabras de elogio para exaltar a los traidores de la patria.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Luis Esquit /

    11/09/2020 6:01 PM

    "Se registra en los libros que casi cambiamos el rumbo de la historia mundial al haberle declarado la guerra a Alemania, dada la alta capacidad de la milicia chapina para sacarle la lengua sin descanso a los nazis, lo cual los turbaba y con ello ayudamos enormemente a los aliados." Epico.

    ¡Ay no!

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    ¡Nítido!



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