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El abandono que opaca el esplendor de Tikal

Hace varios meses visité Tikal por segunda vez. Mi anterior visita fue once años atrás. Esta vez más que el esplendor de la ciudad precolombina, lo que me asombró fue su grado de abandono.

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Esta es una opinión

Foto: José Barrera

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Hace varios meses visité Tikal por segunda vez. Mi anterior visita fue once años atrás. Esta vez más que el esplendor de la ciudad precolombina, lo que me asombró fue su grado de abandono.

Si hay un monumento histórico sin rival en Guatemala y Centroamérica, ese es la ciudad de Tikal. Probablemente El Mirador podrá rivalizar con Tikal cuando las excavaciones terminen y sea accesible para quien desee conocerla. No obstante todo lo anterior, viajar por tierra a Tikal es difícil. Se debe transitar por autopistas y carreteras que da pena llamarlas así, puesto que son más bien una colección de remiendos, baches, zanjas y hoyos a veces muy peligrosos. 

Como decía, lo que de verdad me impactó en esta última oportunidad, es el deterioro del interior de las estructuras, de los espacios y recintos que coronan las construcciones y los cuales están siendo constantemente vejados y destruidos por los visitantes que llegan. Me atrevería a decir que los más destructivos son los visitantes de habla castellana. Así lo evidencian las pintadas, raspaduras y dibujos hechos por gente que ultraja los muros al estampar en ellos corazones o escribir sus nombres, poner fechas y no sé cuántas tonterías más. No hallé una sola "inscripción" en otro idioma que no fuera el español.

En teoría, entrar en estos recintos o templos es prohibido pero, como casi no hay vigilantes, cada persona hace lo que le da la gana. En los interiores de las ruinas se pueden encontrar botellas de cerveza, papeles, envases plásticos y hasta excrementos de origen humano o animal. Las ruinas apestan a orines. A veces las estancias semejan basureros. No hay muro interior que no esté degradado, atestado de dibujos y nombres de personas las cuales solo manifiestan deplorable inmadurez al hacer tal cosa. En fin, fue un espectáculo desalentador observar el irrespeto y abandono en que se encuentran estos vestigios arqueológicos. 

Tomé varias fotografías para documentar los hechos. Asimismo conversé con uno de los guardias del lugar quien, con cierta indolencia, me aseguró que solo hay 30 vigilantes para todo el parque "que es muy grande" (lo cual es verdad, son 120 kilómetros cuadrados), y me dijo también que necesitan más presupuesto. 

En resumen, el guardián argumentó que los edificios y sus interiores no se encuentran debidamente cuidados porque ellos, los vigilantes, no están bien pagados y no son suficientes. En todo caso, en mis dos visitas a Tikal, que duraron horas, nunca había visto guardias y esta fue la primera vez que encontré a uno de ellos tumbado en el césped de la Plaza Mayor, conversando con turistas y escuchando la música que salía de una radio portátil que estaba a su lado. El hombre parecía despreocupado y ocioso.

No hay tampoco en el lugar cámaras de vigilancia. Y si las hay no están instaladas en el área donde se hallan las edificaciones o los templos más frecuentados. ¿Es posible que estén camufladas? No lo creo.

Si alguien visita ruinas relevantes en distintos países, desde la Acrópolis de Atenas, a las Pirámides de Egipto o el Coliseo romano, con seguridad jamás verá tanto abandono, tanta desidia e irresponsabilidad en el cuidado de monumentos de esa talla histórica. Tikal no tiene nada que envidiarle a las ruinas importantes de otras latitudes. Pero Tikal, además, no pertenece solo a Guatemala pues es incluso oficialmente Patrimonio de la Humanidad. Por lo tanto existe una responsabilidad que trasciende lo nacional. Y siendo un lugar explotado económicamente por el Estado, el Estado parece no preocuparse mucho por protegerlo de manera adecuada. 

Hace algunos meses asaltaron un hotel que está dentro del perímetro de este parque nacional. ¿Acaso es imposible vigilar mejor las ruinas y promover su conservación para las futuras generaciones?

Este parque nacional es administrado por el Ministerio de Cultura. Entonces, cabe una pregunta: ¿Acaso es Tikal  un parque "temático" cualquiera, un espectáculo para turistas, o bien es una ciudad museo, una ciudad sagrada por su significación histórica y cultural y, por tal razón, merece estar bien cuidada, resguardada de la ignorancia y salvajismo de muchos de quienes la visitan? Se hace, pues, necesario que alguien tome cartas en el asunto.  Se debe sin tardanza proteger "El lugar de las voces".

José Barrera
/

Es Maestro de Educación Primaria. Abandonó Guatemala en 1982. En Berlín obtuvo por certamen las becas literarias del Stiftung Preussische Seehandlung y, del Senatsverwaltung für Kulturelle Angelegenheiten. En 2017 participó en la "Antología de poesía española contemporánea" editada en España. Actualmente reside en Francia.


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COMENTARIOS

RESPUESTAS

    René Villatoro /

    21/10/2019 5:49 PM

    También acabo de ir por segunda vez a Tikal, la primera, hace ya 18 años y lo que me molestó profundamente, aparte del deterioro que mencionás del parque en si, fue la ENORME deforestación que asola Petén. Cuando fui la primera vez, desde el cruce en Río Dulce, toda la carretera estaba poblada de selva cerrada, había rótulos cada 30 o 40 kilómetros, en los que se advertía que había que conducir con precaución debido al "constante" cruce de animales salvajes. Ahora, llegué a Flores y de la selva, ni sombra. En menos de 20 años destruimos una selva virgen ¡y así nos quejamos de la falta de agua! A este paso, en otros 20 años Petén será poco más que desierto.

    ¡Ay no!

    1

    ¡Nítido!

    Celso Enrique Hernández García /

    18/10/2019 2:43 PM

    No sé si visitaste los baños en el centro de visitantes. La última vez que fui hará unos tres meses, eran baños para un mercado de barrio o de pueblo, no baños para un sitio arqueológico de renombre como lo es Tikal. Seguramente se lo están guardando para cuando privaticen el sitio... Es parte de la cooptación y captura del Estado.

    ¡Ay no!

    1

    ¡Nítido!



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