Un augurio de mal “karma” para el deporte no federado en Guatemala

Mi papá me cuenta que durante su adolescencia, cuando estudiaba en la jornada nocturna, allá por los setentas, vivía para jugar fútbol, por lo que visitó casi todas las canchas públicas de la capital y metió más goles de los que yo podría meter en el modo principiante de FIFA. La última vez que hablamos de esto estaba sentado en un sillón y a sus 60 años recordaba con alegría goles como ese que echó casi desde medio campo y que me ha contado varias veces. Ese o los dos que metió en una final al equipo que había llegado con la portería en cero.

Él nunca quiso practicar algún deporte por otra razón que no fuera recrearse y pasarla bien. Le ofende la idea de los contratos millonarios de los deportistas y ahora, siendo todo un abuelo, busca que sus nietos salgan a jugar, aunque tengan que pagar por hora en alguna cancha privada. ¿Qué habría sido de su juventud sin espacios para hacer deporte? ¿Qué sería de él ahora sin todos esos recuerdos? ¿Cómo sería su salud?

Y hablando de recuerdos, los míos son mucho más limitados. Siendo parte de esa generación de niños que crecieron en los noventas, vi aparecer las primeras canchas privadas y recuerdo que los complejos deportivos públicos del lugar donde vivía (en las afueras de la capital) casi siempre estaban cerrados y abrían sólo cuando había campeonato. Si estaban abiertos y descuidados y era más fácil que te asaltaran y te robaran hasta los tenis, a que pudieras practicar tranquilamente algún deporte por media hora.

Eso no es lo peor. Había un par de canchas “de tierra” que tenían campeonatos los sábados y domingos pero ahora son puntos de venta de droga o lugares donde todo está controlado por algunos pocos que no son ni deportistas ni autoridades del deporte.

La recreación y el deporte sin fines competitivos es importante para la salud de todas las personas y debe fomentarse desde temprana edad.

Campos sí, pero para batallas

Recuerdo que hace un par de años hablé con un amigo que todavía vive por esos rumbos y me dijo: “allá enfrente de la casa pusieron unas canchas, se llenan y se pone alegre, pero cada vez que hay semifinales o finales hay plomazos vos. Así mejor no ir”. Menciono todo esto porque es indiscutible que en cuatro o cinco décadas se han perdido casi por completo todos los espacios de recreación y que nada se ha hecho por recuperar esos pocos espacios públicos para hacer deporte que son áreas peligrosas.

El deporte y la recreación sin fines competitivos parecieran poca cosa, pero en realidad son sumamente importantes. Son aliados estratégicos para la salud de la población y su fomento significa elevar las condiciones de vida de los ciudadanos, prevenir enfermedades y encontrar a esos seres llamados a convertirse en atletas de alto rendimiento. Esos que con el apoyo correcto, suben a los podios y se cuelgan las medallas en nombre de todo un país.

Muchos podrán decir que en Guatemala sí existen lugares para hacer deporte y recrearse, pero basta mencionar las referencias de algunos para darnos cuenta que el asunto del deporte federado no va nada bien. En el parque Erick Barrondo, en la zona 7, cada cierto tiempo hay olas de robos a vehículos estacionados y a quienes practican deportes en el lugar. Los Pasos y Pedales son espacios municipales con horarios que no son los más adecuados para recrearse al aire libre.

Los campos de fútbol, las canchas de baloncesto, voleibol y otros deportes en las colonias populares sirven como puntos de ventas de droga, ataques entre pandillas, asaltos comunes y ventas de licor. Canchas como las de Gerona y espacios como los del Campo de Marte han sido utilizados por las autoridades de turno para cometer actos de corrupción, como lo presentado por el Ministerio Público, hace un par de semanas, que involucra a varias personas del Viceministerio del Deporte y la Recreación de la administración de Jimmy Morales.

Carlos Sandoval durante su juramentación como viceministro.

Saquemos la calculadora

Dejando de lado las explicaciones descriptivas del mal manejo de los espacios para fomentar el deporte no federado, que es el que está bajo el mando del viceministerio que ahora dirige Carlos Sandoval, también se debe mencionar otro punto muy importante: el presupuesto.

En Guatemala el deporte tiene un presupuesto asegurado cada año y este es un 3% del Presupuesto General vigente. Un 25% de lo que el deporte recibe va para las más de 40 asociaciones y federaciones que forman parte de la CDAG (Confederación Autónoma Deportiva de Guatemala), siendo este el deporte federado. Otro 25% va para el COG (Comité Olímpico Guatemalteco) y es el que se utiliza para brindar apoyo a los atletas de alto rendimiento como Erick Barrondo, Jorge Vega, Charles Fernández y otros que forman parte del ciclo olímpico.

Un 25% se utiliza en educación física, recreación y deportes escolares y el 25% restante en deporte no federado. Ese 25% es el que Carlos Sandoval administrará desde su nuevo puesto. El bailarín, vocero y secretario de comunicación, deberá saber llevar a cabo la planificación, desarrollo y supervisión de proyectos en la Dirección de Infraestructura Física, además de la programación sustantiva, supervisión de promotores deportivos e implementación deportiva..

A esto se le suma el cuidado y mantenimiento de cuatro centros deportivos: Gerona, Campos del Roosevelt, Campo Marte y Parque Erick Bernabé Barrondo. Debemos estar atentos para conocer el estado en que los dejará y compararlo con el estado en que los recibe. ¿Qué tanto va a invertir en estos lugares? ¿Cuáles son sus planes? ¿Tiene algún plan?

Sandoval ya tomó la estafeta, el relevo está en sus manos y debe entender que este trabajo no se trata de dar un discurso frente a un micrófono o de saber cómo evadir las preguntas de la prensa. Quien fuera el vocero consentido de Arzú, tiene en sus manos la posibilidad de ofrecer a toda la población espacios seguros y adecuados para practicar cualquier deporte, condiciones dignas para la recreación y programas que ayuden a mejorar la salud física.

Su trabajo debe responder a las necesidades de quienes por amor a la vida corren, saltan, andan en bicicleta, practican patinaje, nadan, marchan, hacen aeróbicos, zumba, caminan o simplemente buscan un lugar para apreciar estas actividades.

De un puesto clave como éste depende que regresemos a ser ese país donde un joven de 16 años puede visitar todas las canchas deportivas posibles practicando el deporte de sus amores, y que dejemos de ser ese país donde un muchacho de veintitantos con coronavirus tiene muchas más posibilidades de morir debido a su diabetes, sobrepeso o problemas respiratorios.