Recibí un golpe bajo. Correos para mí ha sido importante toda la vida. Cuando era niño, después de divorciarse de mi padre, mi madre tuvo un novio que vivía en Panamá. Así que nosotros nos transitábamos entre Panama City y Guatemala y mientras eso pasaba, los cruces de cartas eran constantes.
Sé que esas cartas eran esperadas porque iban mensajes de amor. También porque recuerdo, que a veces se trasladaban documentos o efectivo cuando las remesas no estaban evolucionadas como ahora.
Recuerdo que mi madre ideó un método para enviar el dinero o recibirlo: comprar una revista Vanidades y meter los billetes entre dos hojas que pegaba cuidadosamente para que cuando la gente del correo abriera el sobre (siempre lo hacían con la excusa de vigilar al comunismo) no encontraran el dinero.
Aquellas visitas al Palacio de Correos me hacían suponer que estaba frente a una frontera de algo. Los coloridos sellos que pegábamos con una máquina humedecedora o con un breve lengüetazo, me encantaban. El sonido de los sellos pegando contra las mesas, como un tablado descomunal.
De adolescente me dio por mandar telegramas a una chica que me gustaba. Me pareció que mi cariño lo llevaran de mano en mano hasta tocar la puerta de quien yo quería querer era una forma de volver real lo infinito.
Qué decir de cuando en 1997 conocí el internet ilimitado y con él las salas de chat a las que acudía con ansiedad a hablar con amigas a quienes luego escribí largas cartas, que se trasladaban entre México y Guatemala. Todo desembocaba ahí.
Aún soy usuario del correo: mi novia vive en Madrid y desde ahí han venido cartas que atesoro con un cariño inmenso. La fui a ver hace un par de meses y mientras estuvimos por Oporto, en la Librería Lello, un sitio fantástico que inspiró a J.K. Rowling, la autora de Harry Potter, compré una postal para mandársela a mi hijo.
Con mi mala letra le escribí que había estado en un sitio donde nacían los sueños y que pensé en él. En Oporto llovía y no encontramos buzón. Así que la junté con otra que compré en Madrid, una polaroid de la Gran Vía, en la que le escribí que a todas las ciudades donde las luces brillan como un arcoíris, habríamos de ir. Como dirección remitente quedó el piso de mi novia en Madrid y que esa correspondencia entre su casa y la de mi hijo quedara registrada, es un testimonio de dónde reparto mi amor.
Ahora que vi la foto de los trabajadores de correos desconsolados yo también lo estoy. Esas postales que mandé como un testimonio de mi cariño que viajaría de mano en mano hasta la casa de mi hijo, ahora deben flotar en un limbo. Quién sabe si vendrán, si terminarán en bolsas que no van a ninguna parte, esperando que se aburran de ellos y los tiren a la basura. Qué se yo.
Siento que se muere algo importante para mí. Que soy como un río que tiene menos playa para desembocar. Las máquinas no podrán imitar mi mala letra, tampoco podrán hacer el papel desgastado de una postal que pasó por mis manos, para imprimirle palabras que intenten hacer llegar mi amor a su destino.
Ya no quedará registro de eso. Habrá un sitio menos para que exista. Cada vez soy más invisible. Esa es la situación. Y no encuentro un buzón a dónde mandar esta noticia de naufragio, escrita por mis manos torpes que piensan que escribir una nota es dejar que el cuerpo diga lo que haya que decir. No por ahora. Mientras una foto de Madrid y otra de Oporto vaguen por ahí como palabras que dije a los sordos. Qué tristeza. Empieza a llover. Voy a sentarme a esperar.
gina marroquin /
Nacionalizacion de los servicios, en Venezuela inicio precisamente con: el correo.
Y el correo de Guatemala que utilice contratando Apartado postal por mas de 6 años siempre me dio excelente servicio, eficiente y cordial.
y son mas que cartas, paquetes, encomiendas del extranjero, eran 27% de impuesto por cada paquete que la SAT retenia,
Para mi o es nacionalizacion o como dicen las malas lenguas: negocio sucio del Congreso para beneficiar a Cargo Expreso
René Villatoro /
¿Desaparece el Correo? no me lo creo. Tal vez lo que pasa es que, como siempre, los políticos le quieren dar otro uso, poner una su empresita de mail o simplemente, no les han llegado al precio para autorizar otra concesión. Si Prado, hay que esperar y confiar en que de mano en mano, llegue esa correspondencia que muchas veces, alivia el alma. Saludos
iMorales /
Si ...... lo toma el Gobierno, apareceran los JOVIEL o los LARA y TODO sera un desastre..ojala alguna empresa RESPONSABLE lo tomara y seguiera con el SERVICIO
Lucrecia /
Hace dos semanas viajé a Praga y desde allí felizmente mandé postales a mis padres y hermanos... es una costumbre mía enviarles postales desde que me vine a Europa, qué pasa con esos mensajes perdidos? Ya sabía yo que se tardaban una eternidad en llegar, pero ... y ahora?
P. Choy /
Si sigue estatal será su final puesto el manejo del Gobierno incompetente
Todo lo estatal o nacionalizado siempre termina como lo peor
Con el correo electrónico y el internet estos servicios están en extinción
César A. /
Citando a Juan Gutierrez, '¡Qué ridículo!'.
Seguro volverá a ser estatal y no funcionar para nada, pero no desaparecerá y si lo hace, pues use DHL para enviar su mala letra y no evocando falso sentimentalismo.
derpnani /
El correo como tal, no puede desaparecer de un país, la comunicación es una herramienta básica e indispensable que lamentablemente nunca ha sido bien desarrollada en Guatemala. Es momento de hacer las cosas mejor y velar por el desarrollo de las entidades estatales, no esperemos que los gobiernos hagan todo por que no hacen nada. Hagamos de nosotros un mejor pais.
Vivi /
Me siento tan desconsolada como usted, extrañaré las postales que mis amigos viajeros me enviaban y me hacian soñar con lugares que no conoceré.
Ojalá. Yo quiero seguir enviando y recibiendo correspondencia.
Erick /
Ay ya, el correo no desaparece, sólo la empresa que lo ha manejado por casi dos décadas. Tal vez es la oportunidad de un servicio más moderno y eficiente.
¡Gracias! Soy de esa especie.