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¿Escribir sobre la economía, el yoga o el amor?

Debería ponerme a trabajar y acabar un artículo sobre la crisis económica. De hecho por eso compré hace dos días en el aeropuerto de Miami el último número de Foreign Policy, con la portada prometedora de “América está en declive, se está reduciendo, está en crisis, degradada, renovable…”. Esa gran portada, no solo por lo que decía sino por su diseño grafitero, me arrancó la sonrisa, me hizo feliz de una manera puramente profesional, ya que va a reforzar la teoría económica que planeo defender en mi texto.

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Esta es una opinión

Esta portada me hizo comprar la revista.

Foto: Foreign Policy

También compré el nuevo número de Yoga Journal. Y sí, empecé mi lectura con ella. Sobre todo porque en el avión se sentó a mi lado un hombre mayor que con cada turbulencia saltaba a medio metro de su asiento y empezaba a temblar y rezar a su Dios. Y eso a pesar de las palabras consoladoras del joven capitán: « Estamos pasando por una zona de turbulencias» (sí, ya lo habíamos notado, ¡gracias!), « Otros aviones se están quejando de lo mismo» (¡mira qué bien! Ya nos quedamos más tranquilos todos), « Intentamos salir de aquí lo antes posible, queridos viajeros y viajeras, no hay nada por lo que preocuparse… por ahora » (¿cómo qué por ahora?).

Evidentemente, estas palabras no lograron tranquilizar al hombre, así que le ofrecí algo para distraerse: le entregué mi nueva Foreign Policy. Sí, con esa portada apocalíptica, que es como decirle que ya que todo se está yendo a la mierda sí o sí, da igual si el avión se cae y nos morimos todos o no. Los viajes en avión ponen todo en su sitio.

 

La página de YogaJournal.

La página de YogaJournal.

 

Satisfecha de haber ayudado al prójimo abrí la revista de yoga. Además de muchas posturas de yoga y consejos sobre cómo ser una mejor persona (y que como a mí no me hacen falta, los pasé de largo), encontré un artículo inquietante sobre la coherencia e integridad en la vida de una. Lees las historias de la gente y te asustas.

Ahí, un tal Arnie se dio cuenta tras tres años de trabajo – muy perspicaz tampoco es que sea el hombre - que su empresa de abogados engañó a los clientes falsificando facturas, aumentando la cantidad de horas trabajadas en sus casos y que algunos de esos clientes eran corporaciones multinacionales que se están cargando el ecosistema de nuestro planeta. Él amablemente les planteó cambiar esas maneras de operar a sus jefes pero ellos, sorprendentemente, no le hicieron caso. Arnie sintió que trabajar ahí ya no era coherente con sus valores de yogui, estaba en juego su integridad y al final se fue.

¿Por qué eso me asusta? Porque no lo está haciendo más gente. Porque el yogui es una excepción y luego no entendemos por qué hay crisis. Y esto puede significar pocas cosas y ninguna buena: o la gente tiene miedo o a la gente no le importa o, lo que sería peor, más desesperanzador aún, es que, quedándose están siendo coherentes con sus valores. El sistema les convence.

Yo, sin embargo, sigo con valentía (mi madre lo llama testarudez y sonríe con amor mientras mi padre lo tilda de locura y desaparece de la habitación) mis convicciones políticas y económicas. Llevo 11 años trabajando como freelance. Estoy fuera del sistema, al menos con un pie, y por lo tanto sin nada asegurado.

En esta vida la mayoría de las veces cobro muy poco o directamente no cobro, a veces escribo gratis, a veces rechazan mi trabajo diciendo que no les interesa porque no es suficientemente bueno o es demasiado largo (que es decir lo mismo) o me recomiendan desarrollar mejor los personajes, los textos y ya que estoy, mi vida entera. A veces ni siquiera me contestan.

Pero, señoras y señores, no se preocupen por mí. No pasa nada, no importa. Suscribo las palabras de Clarissa Pinkola, que dijo que le gusta más su vida creativa que el hecho de participar en su propia opresión. Así estoy bien. Y estoy bien porque estoy cavando la salida de este sistema económico opresivo, injusto y desigual. Estoy improvisando, construyendo, creando una vida laboral alternativa, diferente, acorde con los picos de energía y los descansos necesarios, acorde con los ciclos de vida. Una vida más humana, más feliz. Día tras día.

Porque luego hay días. Hay días como hoy que estoy de nuevo en Centroamérica, en Panamá, tras viajar durante tres meses por Europa, por mi querida España. Días lluviosos cuando debería acabar un artículo sobre la crisis económica pero a mí solo me apetece escribir sobre el amor. Y sobre ese dolor suave, constante que atraviesa el alma cuando se echa de menos. A tanta gente, a una tierra, a una vida entera. Ya sé, ya sé... A estas alturas, siendo hija adiestrada de una sociedad opresiva, controladora, debería saber manejar mis emociones, mis nostalgias y ponerme a trabajar de una vez. Sin embargo, dejo que las emociones salgan - el sonido del teclado es relajante, inspirador - y escribo. Escribo sobre el amor. Porque puedo. Porque aunque sin sueldo soy libre. Libre en muchos sentidos, y que no son todos.

Anna Maria Penu
/

Escritora, politóloga, feminista europea en cuya piel América Central está empezando dejar sus huellas. Se nota en mi mirada, en mi manera de estar en el mundo. Aquí escribo con humor, con dolor y ternura. Escribo para seguir caminando.


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COMENTARIOS

RESPUESTAS

    nuestro 1600 Hombres /

    29/09/2015 10:25 AM

    Music began playing any time I opened up this web site, so frustrating!

    ¡Ay no!

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    Haute qualité Bleu /

    24/09/2015 9:30 PM

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    Karen López /

    29/08/2014 4:56 PM

    Anna, me ha encantado mucho tu artículo. Escribo en mi propio blog, y después de leerte, me sentí muy identificada. Deseo estar libre de ideologías y de matices políticos y económicos porque nuestras sociedades no son blancos y negros, sino la difusión de éstos. Tal parece que es casi imposible después que decidí encaminarme en el estudio de la Economía, sin embargo, el reto día a día es observar eclécticamente a la vida, con una sonrisa en la oscuridad. Increíble artículo.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!



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