Los más ricos del planeta cabrían en un bus urbano, aunque para ello algunos tuvieran que ir de pie, un poco apretados y con el traje arrugado.
El dato gana relevancia cuando se analiza su evolución: en 2010 eran 388 las personas que tenían la mitad de la riqueza mundial, y en plena crisis económica mundial esta ha quedado cada vez en menos manos. Si el mexicano Carlos Slim (dueño de Claro) y el estadounidense Bill Gates (dueño de Microsoft), números 1 y 2 de la lista, se gastaran un millón de dólares al día, tardarían más de 200 años en dilapidar su fortuna.
Lo más preocupante es que si no hay cambios en la tendencia, en 2016, el 1% más rico de la población tendrá más riqueza que el resto. En realidad, dado que somos casi siete millardos si no se me olvida nadie, el 1% es mucha gente, pero aún así la proporción y el reparto son alarmantes. Es decir, 70 millones tienen tanto como 6.9 millardos de personas.
El que la desigualdad crezca de esta manera desenfrenada no es producto de la suerte de algunos frente al infortunio de otros, ni de la casualidad, ni del orden natural de las cosas. Es resultado de decisiones políticas tomadas por los más poderosos que solo piensan en su propio beneficio.
Privilegios fiscales que permiten a las grandes empresas multinacionales pagar pocos impuestos (o llevárselos a paraísos fiscales sin consecuencias), privatización de servicios públicos, diferencias salariales abismales, falta de políticas redistributivas, etcétera.
La desigualdad (y en eso somos expertos en América Latina y en Guatemala) es un elemento nocivo para el desarrollo: Alimenta la violencia (las sociedades más desiguales son más violentas), obstaculiza la democracia (ya que votos más, votos menos, los que deciden son los poderosos de siempre) y neutraliza el ascensor social (los hijos de pobres tienen casi asegurada una pobreza mayor que la de sus progenitores).
Esto genera sociedades duales con posibilidades y oportunidades radicalmente opuestas, según el sitio donde nazca uno, y esteriliza la semilla del contrato social. Además, claro está, de condenar a una inmensa parte de la población a vivir en la pobreza.
Estas y otras reflexiones sobre la desigualdad y sus consecuencias, fueron expuestas con desparpajo y contundencia por Winnie Byanyima, copresidenta de la cumbre de Davos y la primera mujer africana en dirigir Oxfam Internacional, ella es de Uganda. En un debate televisado por la BBC, Winnie expresó entre otras cosas “sé que lo que les voy a decir es incómodo de escuchar… pero las grandes empresas tienen que pagar más impuestos para contribuir al desarrollo social equitativo”.

Winnie Byanyima participó en la cumbre de Davos, en el foro "La agenda global 2015, el 24 de enero. Flickr.com/photos/worldeconomicforum Winnie Byanyima participó en la cumbre de Davos, en el foro "La agenda global 2015, el 24 de enero.
Los poderosos la oyeron, pero ¿la escucharon? Y más importante aún, ¿le harán caso? ¿pondrán medios y medidas para frenar la espiral de la desigualdad? Puede que algunos, al escuchar algunas de las cifras, simplemente se hayan puesto a hacer cuentas y cálculos mentales con cierta angustia existencial.
En Guatemala no vivimos muy lejos del planeta Tierra y el 1% ya acumula el 40% por ciento de la riqueza del país, según Edelberto Torres Rivas. La desigualdad, evidentemente, es un problema en nuestro país, pero no nadie habla de ella de cara al año electoral. ¿Lo exigiremos los ciudadanos?
En el papel de ciudadanos com podemos exigir igualdad, si las riquezas pertenecen a alguien externo al pais?
Jose Byron Gonzalez /
Excelente observacion. Inicio el conteo para que recibas las acusaciones de "resentido", o "de ser de izquierda" que son bandera e himno del rebaño.
Gustavo Hernandez /
Diría la religión; nacimos del pecado original, otros dirían que no somos perfectos otros dirían que nacemos defectuosos o sea que tenemos defectos de carácter, si, es decir que somos presas del orgullo, de la avaricia, envidia, vanidad ansias de poder etc. etc. y entre ellos algunos nacen inteligentes, muy inteligentes, y logran llegar a tener vos y voto en este tipo de cumbres o altas reuniones como lo es la reunión de ¨Davos¨ solo se necesita un gran ego, ser tremendamente avaro y tener el deseo de tener fama poder y prestigio y conjugarlo con una tremenda inteligencia y pasas a formar parte de esa exclusidisima élite mundial.
Gustavo Hernandez /
Diría la religión;