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11 Pasos

Matilde y la fábrica de ataúdes

En una pequeña fábrica en la zona 7, la rutina diaria, casi ininterrumpida por la pandemia del COVID-19, se mantiene como siempre. Produce ataúdes, desde los más sencillos hasta las versiones de lujo. Todos son elaborados a mano y desde aquella modesta casa salen rumbo a algunas funerarias de la Ciudad de Guatemala.

Cotidianidad P369 Relatos

El espacio tal vez sea reducido, pero el taller de la familia Estrada es un microcosmos de los sentidos. El aroma dulce de madera que atraviesa la mascarilla y jala desde la calle. Los colores de las tablas cálidas en diferentes cortes recostadas en las paredes de pintura verde rayada. Las superficies ásperas de una tapadera aún en proceso, el pulido perfecto de una caja sencilla, y la tela suave de una caja de lujo. Incluso cada herramienta tiene su propio sonido. Desde la garlopa hasta la brocha del barniz.

Cada paso en el piso entre las ataúdes en proceso es suave y crujiente, cubierto y acolchado por las aserraduras enroscadas.

“Eso lo usamos para meter dentro del forro de algunas cajas. Para que no les de dolor de espalda a los clientes”, dice Ricardo Estrada con una sonrisa sincera.

Reconoce que es broma de “calaquero”. Humor negro, que les ayuda a él y sus colegas a enfocarse en su trabajo sin dejarse distraer por el peso existencial que nutre su negocio. Dice que cuando toca trabajar cajitas para niños es cuando más cuesta y más necesita poder distanciarse.

“Somos profesionales pero de vez en cuando nos pega. Una vez me tocó cuando nos pidieron uno para un niño. Yo me imaginaba que era el mío”, dice.

Estrada lleva 20 de sus 35 años en la fabricación de cajas fúnebres. Hace 5 años comenzó este taller donde trabajan varios miembros de su familia y poco a poco han logrado salir adelante. A pesar del impacto negativo que tuvo la llegada de la pandemia del COVID-19 en muchos negocios, los cambios en esta fábrica han sido pocos.

Ellos ya estaban acostumbrados a las mascarillas. Las utilizaban de vez en cuando por el polvo o por algunos olores de barniz.

“Las ventas se han mantenido, gracias a Dios. Lo único que nos ha afectado es que ahora la gente escoge la caja más económica. Como ya no se puede ni velar ni despedirse ni nada piensan que tal vez sería un gasto por gusto comprar una caja así (de lujo)”, explica Estrada.

Este cambio de conducta en los clientes bajó un poco los ingresos. Por otro lado el precio de la madera subió, ya que por las medidas del Estado de Calamidad solo llegan cargas de madera 2 veces por mes, cuando antes eran 2 a 3 veces por semana. Las cajas más caras requieren un barnizado diferentes y un trabajo de tallado que se hace en Antigua Guatemala. El precio de transporte también subió, dice Estrada.

Matilde, un gallo guardián de carácter feroz que sobrevivió al caldo porque logró encariñar al hijo de Estrada, nos vigila cada paso mientras él nos enseña orgullosamente los diferentes productos que ofrece. Ataúdes sencillos, con poco diseño. Hasta cajas con figuras especializadas y detalles pintados con oro. Todo elaborado a mano.

Estrada también ofrece servicios funerarios.


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