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“Todos somos putas”:
las Estrellas, 10 años después

Hace diez años un grupo de prostitutas de La Línea se organizó, formó un equipo de fútbol, se inscribió en un torneo local y debutó en las canchas de Futeca, zona 14. Lo ocurrido sirvió como excusa para contar la historia de vida y el ejemplo de lucha de este puñado de valientes mujeres en contra de la discriminación, en un documental que volverá a proyectarse para celebrar el aniversario.

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Esta es una opinión

El documental conmocionó al público, le dio la vuelta al mundo y ganó quince premios internacionales, pero no sabemos cuánto han cambiado desde entonces la mentalidad y las prácticas concretas de la encorsetada sociedad guatemalteca, tan propensa ella a condenar, de puertas hacia fuera, lo mismo que acostumbra practicar de puertas hacia dentro.

¿Por qué la prostitución nos parece tan sórdida e indigna? «La meretriz es chivo expiatorio de la degradación colectiva”, pues vende, literalmente, su cuerpo, “mientras que los demás vendemos el alma, que no se ve (ni se toca), lo que nos permite proyectar nuestra humillación cotidiana, nuestra alienación, en otras servidumbres menos encubiertas, acaso menos hipócritas», escribió atinadamente Carlo Fabretti –uno de los teóricos del cómic.

«Quienes consideramos que nuestra parte más íntima y personal es el cerebro», prosigue, «deberíamos reflexionar un poco sobre las múltiples formas de prostitución a las que nos aboca esta sociedad-mercado». Y, lapidario, concluye: en el fondo, todos somos putas.

Unas mejor, otras no tanto

Valeria, la capitana de las Estrellas, enviudó del Vago, su novio marero, decapitado con lujo de saña en la cárcel. A los 30 años ya era abuela. Hoy vive retirada de la prostitución tras haber aprendido técnicas de masaje corporal y abierto un negocio de venta de lencería a tres cuadras de La Línea. Se casó el año pasado.

Lupe, la portera lesbiana del equipo, fue puesta varias veces en prisión por asaltar buses. Vilma se separó de ella: viuda por partida triple, tiene siete hijos (más otros tres recogidos), tres nietos, y en el 2007 dio a luz a una niña más, asmática.

Kim huyó a Nicaragua llevándose consigo a un hijo de Vilma, menor de edad. Regresaron a Guatemala y vivieron juntos por un tiempo. Ahora ella alquila el cuerpo en otro sector de la ciudad.

Carol se separó de Beto, el cónyuge que le pegaba y con quien procreó dos hijas. Hoy administra una tienda a inmediaciones de la 18 calle, zona 1. La Seca se gana la vida todavía en La Línea.

Beatriz abandonó el oficio de prostituta y obtuvo un título de cultora de belleza. Laboró en una fundación para la prevención del SIDA. En el 2007 contrajo nupcias por lo civil y a finales del 2008 abrió un puesto de comida nicaragüense en el centro de la ciudad.

Kimberly, el simpático entrenador homosexual, continúa diseñando vestidos «exóticos, eróticos y estrambóticos». Susy dejó también el sexoservicio y ahora atiende un puesto de chucherías en la Cruz Roja. Con inmensa alegría logró cumplir dos de sus sueños largamente acariciados: alfabetizarse y aprender el oficio de corte y confección.

La otra retirada es Ericka, quien antes de dedicarse a la prostitución había logrado sacar el diploma de secretaria. Uno de sus clientes le propuso matrimonio y ahora viven casados. En septiembre del 2007 tuvieron una niña y al año siguiente un niño. Trabaja como vendedora de tarjetas de crédito.

Maribel vive a salto de mata, huyendo de los salvatruchas que la amenazaron de muerte. La China también huyó en su momento de mareros y policías, y hoy vive de indocumentada en Los Ángeles.

Mercy aprovechó el viaje que la llevó a España al estreno del documental para quedarse a probar suerte en Madrid. Se ocupó en varios empleos retomando de cuando en cuando el comercio sexual. Volvió a El Salvador tras frustrados intentos de echar raíces en Europa.

Y Marina, la célebre triste borracha, enviudó de su marido cirrótico, recuperó el ojo de cristal que le faltaba, grabó un disco de boleros (presentado a teatro lleno en agosto del 2008) y falleció de cáncer un año después. Tenía 70 años.

La huella de una experiencia inolvidable

Al entrar en contacto con la tragedia, sea ésta propia o ajena, uno tiende a humanizarse, sobre todo tras convivir y encariñarse con semejantes ejemplos de resistencia ante la adversidad.

En lo que a mí respecta (antes de escribir para Nómada fui asistonto de dirección en Estrellas de La Línea), ser parte del proyecto supuso un baño de realidad estremecedor pero muy provechoso a la larga: a partir de entonces los motivos de mis desazones y quejas no volvieron a ser nunca los mismos. Hoy, cada vez que sufro un revés y siento el impulso de bajar los brazos y rendirme antes de tiempo, las recuerdo a ellas. Eso me sirve siempre para poner en adecuada perspectiva el calibre de mis propios y minúsculos infortunios.

«Yo no me dejo de nadie, por eso decidí hacerme puta», me confió un día Maribel. Acaso a ella le resultó menos indigno abrir las piernas a cambio de veinte pesos que seguir soportando las golpizas de su madre, o los abusos sexuales de su padrastro, o las frecuentes borracheras de su ex marido, o la explotación de la señora donde trabajaba de ‘sirvienta’ a cambio de un salario miserable, comiendo de los mismos restos que le daban al perro y sin poder salir de la casa, a excepción de los domingos.

Repensar la noción de dignidad y verla en estos términos, confusos, torcidos y brutales: eso aprendí tras haber convivido con las Estrellas. Y es que, como observaba C. Fabretti al principio de estos párrafos, en última instancia todos, absolutamente todos, somos putas.

Quiero decir: todos negociamos la integridad. Lo mismo negocia Maribel al alquilar el cuerpo y ofrecer sus favores sexuales a cambio de dinero, como negocia el banquero que en el fondo siempre quiso ser pintor, o la señora que decide comprarle al tendero de la esquina –ése engreído antipático– con tal de ahorrarse unas cuadras y evitar ir hasta la panadería que queda más lejos.

Nadie, pues, está en condiciones de arrojar la primera piedra. En todo caso, la dignidad o indignidad del un ser humano no se desprende de su condición de negociador, sino de los términos de vejamen o provecho con que efectúe una u otra transacción.

A celebrar con las que quedan

El Centro Cultural de España (zona 1) estará exhibiendo Estrellas de La Línea este mes, en dos fechas distintas, con la presencia de algunas de las protagonistas. Después de cada proyección se realizará un conversatorio con el público asistente sobre la importancia del género documental y el impacto específico de esta película en la sociedad guatemalteca, entonces y ahora. Quedan todos cordialmente invitados.

Programación

Sábado 25 de octubre
5:00 pm
Estrellas de la Línea
Participan Sergio Valdés Pedroni (conductor), Valeria, Kimberly y Vilma (protagonistas) y Andrés Zepeda (productor)

Viernes 31 de octubre
6:30 pm
Estrellas de La Línea
Participan Andrés Zepeda (productor) y Carolina (protagonista)

Sinopsis

Valeria, Vilma, Mercy y el resto de sus compañeras sueñan con ser tratadas dignamente y que cese la violencia que sufren a diario. Son prostitutas centroamericanas, cobran Q20 por servicio y trabajan en La Línea, junto a la vía del tren que atraviesa la Ciudad de Guatemala. Para llamar la atención sobre sus problemas, sobre el acoso de la policía y los asesinatos impunes, forman un equipo de fútbol, entrenan durante semanas y se inscriben en un torneo local del que luego son expulsadas por su condición de prostitutas. La expulsión genera en el país una encendida controversia, rechazos y apoyos que transforman sus vidas de la noche a la mañana.

Andrés Zepeda
/

Abogado de causas perdidas, cronista de acontecimientos irrelevantes, terrorista cultural, músico frustrado, comunicador en ciernes, polemista, videasta y ciudadano ejemplar, entre otras cosas peores.


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COMENTARIOS

RESPUESTAS

    felipe /

    03/03/2019 6:10 PM

    vivo en el extranjero, he visto la pelicula una vez y me gustaria comprar la pelicula para enseñarla a amigos y conocidos que aun no la han visto. donde la puedo conseguir?

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Diana Escalante /

    23/11/2015 12:42 PM

    que buen reportaje!!!! yo vi el documental y me encantó porque son personas que uno margina cuando no sabe la lucha que ellas llevan y son de admirar, porque a pesar de las adversidades no se dejan botar por nadie. Son tan humanos como todos tan iguales como todos y realmente me queda decir que debemos aprender a ser mas conscientes y nunca olvidar tener los pies en la tierra y ser empáticos con las personas que compartimos esta tierra bendita, al final somos uno! Mis respetos para ti y ellas.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Byron Titus /

    22/10/2014 10:14 AM

    En que siglo vivimos? Esa experiencia que compartis, llevan al contacto con estos seres humanos permitiendote entrar a un circulo exclusivo a crecer, y entender que no somos quien para juzgar. Asi, es importante tener presente que "las putas o putos" son parte integra de nuestra comunidad con los mismos derechos que vos y yo. Eso si, es denigrante e insensible comparar a los personajes politicos con ellas o ello (Como cuando dicen: "ah los dipucacos son una partida de putas"). Porque a diferencia de la mayoria de politicos las putas si tienen dignidad y recurren a la puteria porque ya no hay de otra y por razones economicas, sociales y hasta sicologicas, las cuales van mas alla de la mezquinidad y corrupcion de los politicos que comercian su deshonra y se venden al mejor narcopostor por intereses y razones que nada que ver con el hambre o necesidad. Aparte las putas y aparte los politicos pues.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!



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