Antes de incurrir en este tipo de prácticas extremas, traté de hacerlo por la vía correcta: hablé con cuanto operador y supervisor existía en la pirámide llama-que-te-chingo, para hacerles saber que de ninguna manera estaba yo interesada en semejante pacaya y que si tenían un poco de respeto por mi negocio como cliente, dejaran de acosarme con el temita.
No sirvió de nada. Cada semana las huestes de Mordor se renuevan en el call center y los nuevos orcos que no han tenido acceso a mi reclamo, vuelven a llamar. Entendí entonces que no les interesa respetar mi voluntad como cliente. Lo único que les importa es llegar a una cuota mensual de ventas y convertirme en una usuaria hiperendeudada, que represente para ellos un mejor negocio.
En estos días en los que nuestros “amigos” banqueros han armado tremendo berrinche ante la iniciativa de Ley de Tarjetas de Crédito, viene muy al caso traer esta anécdota a la mesa. Como ustedes saben, la normativa busca regular de forma adecuada la emisión, uso y manejo del dinero plástico y cuenta con 43 artículos, de los cuales sólo se han aprobado 38.
La mayor alharaca se ha dado por el asunto de la regulación de la tasa de interés máxima que puede cobrarse por el crédito a través de una tarjeta. Respecto a este tema, la opinión de algunos analistas, vasallos del sistema, no se ha hecho esperar, decretando que la regulación de la tasa es un craso error. Su principal argumento es que esta ordenación huele a intervención y que dicha cifra debería venir de la autorregulación del mercado. Como si la mesura no fuera la antítesis misma del modelo de negocio de las tarjetas de crédito, y como si al decir mercado uno tuviera que persignarse la boca y aceptar los designios de un dios que no puede ser mejorado, reformulado e incluso reinventado.
Se ha construido un escenario ominoso en donde los pobres emisores, ante lo poco rentable que sería el negocio, tendrían que retirar miles de plásticos de circulación, y dejarían a un considerable segmento de la población fuera de la luminosa herramienta financiera que es la tarjeta de crédito. Háganme el maldito favor.
Mi impresión es que las instituciones crediticias estaban muy cómodas con su estatus de usureros bendecidos, estatus conferido por un sistema financiero poco fiscalizado. Entiendo también que los motivos del Congreso a estas alturas del partido para sacar esta iniciativa de ley no sean necesariamente desinteresados. Sin embargo, agradezco la disposición a regular ciertos marcos competitivos cuyas prácticas se alejan de lo saludable y abusan del consumidor.
Personalmente, creo que este es un momento trascendental para que el mercado de tarjetas de crédito reevalúe sus dinámicas, creando productos innovadores, rentables y beneficiosos para toda la sociedad.
Nim Balam /
Claudinha y que me dice de los altos intereses que los agentes colombianos de microcrédito cobran a sus clientes de los mercados y puestos de comida callejera. Estos fulanos operan bajos estrictas normas de usura y nadie se ha fijado en ellos y sabe, cada día hay más de los mismos y cuando hay moras, se comportan como auténticos "gansters" de película de italo estadounidenses.
Carlos B. /
Claudia hágame el maldito favor, entonces que el congreso regule a los hospitales privados porque pobre la gente que está enferma y no puede pagarlos, luego que regule los precios de publicaciones en páginas web como nómada porque los pobres anunciantes pagan muy caro, el mercado decide lo que está dispuesto a pagar media vez no haya monopolio, estoy en contra de los altos intereses por eso no me endeudo, lo que pueden regular es como se comunica y exigir que eduquen a sus clientes que la tarjeta de crédito es un medio de pago, y no de financiamiento y que si quieren financiarse pues les va a costar caro.
Oscar /
Estoy de acuerdo en muchas de las opiniones que tienes sobre los abusos por medio de llamadas. Esto debe ser regulado y hacer respetar los derechos del consumidor ya que puede llegar a ser muy molesto. Por el otro lado, es importante ver el efecto a largo plazo y muy escondido que hay al poner una tasa de interés maxima. Recordemos que los bancos y los emisores de tarjetas tambien tienen un costo de operaciones y tienen un riesgo al prestar el dinero por medio de la tarjeta. Si es impuesto un precio tope (en este caso una tasa maxima de interes) lo que causaria es que muchas personas que representan un riesgo mas alto (y por tanto elevan los costos del prestamo) no puedan acceder al credito y esto tiene grandes repercuciones a nivel economico a largo plazo ya que no podrian financiar algunas actividades que antes hubieran podido hacer. A fin de cuentas el consumidor se verá afectado, de una u otra forma. Lo importante es saber tomar una decision sobre que tarjeta vamos a pedir y qué tan responsablemente la vamos a usar.
Cartman /
En efecto, es muy molesto. Basta con bloquear los numeros. Pero cuando me toca contestar, trato de hacerlo con cortesía, ya que no olvido que del otro lado hay tambien una persona que trabaja para ganarse su comida del día.
Peter Lim /
Una lectura bastante corta pero muy entretenida e ingeniosa.