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A puro tubo: ¿qué es eso del megaproyecto en Atitlán?

Hace cinco años, las aguas del lago más lindo del mundo se tornaron verdes, y ya no se pudo ocultar su contaminación. No hay consenso desde entonces sobre cómo atajar el problema. Hoy se impulsa un proyecto para recolectar las aguas negras de los pueblos de Atitlán, entubarlas y llevarlas por gravedad fuera de la cuenca. Semejante megaobra, tan estrambótica, suscita el entusiasmo de unos y la suspicacia de otros. Veamos más despacio de qué se trata todo esto.

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El brote grande de cianobacteria, en 2009.

Foto: Juan Skinner

En su columna del 22 de julio, Alfred Kaltschmitt transcribía una carta de Chesley J. Smith, presidente de la Asociación de Amigos del Lago de Atitlán. En ella, Smith reniega de las plantas de tratamiento instaladas hasta la fecha en los pueblos alrededor de la orilla, que a su criterio no han impedido el ingreso de aguas contaminadas al lago. A cambio propone la construcción de un enorme colector capaz de «exportar», por bombeo, las aguas negras a través de un tubo que las llevaría hasta las faldas del volcán Atitlán que van a dar a la costa*, donde se pretende generar energía eléctrica, gas metano, fertilizante orgánico para la agricultura y agua para riego de pastos. «Contamos con la mejor asesoría de científicos e ingenieros del mundo», se ufana Smith.

Dos semanas más tarde, el 7 de agosto, Smith acometía de nuevo: el proyecto del recolector «Debemos asegurarnos de que se ejecute la opción adecuadamente». Propone que los amigos del lago ayuden a conseguir US$150,000 para financiar el reclutamiento de un cabildero que pueda convencer a las autoridades y distintas instancias públicas y privadas» , continuar con el «monitoreo científico», «contratar asistencia técnica» y reservar el rubro restante para acciones de comunicación y divulgación, ya que «necesitamos informar, educar y poder contar con el apoyo de la población» .

Smith dice que el gobierno licita la implementación de un plan maestro, el cual determinará la infraestructura a realizarse en la cuenca. «Los próximos ocho meses [hasta antes de la campaña electoral] son cruciales para el futuro de Atitlán», advierte. «Si el resultado de este plan maestro es la convencional construcción de más plantas de tratamiento, perderemos el lago».

Una suma de factores

Juan Skinner lleva 20 años estudiando el lago de Atitlán. Es miembro del International Lake Environment Comittee Fundation (ILEC) desde hace 12 años, y posee estudios en biología, ciencias ambientales, desarrollo y políticas públicas. Tiene fama de excéntrico, pero pocos niegan que sea una de las máximas autoridades en la materia.

«Su discurso es que las aguas negras incrementan la cianobacteria y que por eso hay que sacarlas de la cuenca, ya que las plantas de tratamiento no sirven», se queja. Argumenta que el problema es más complejo e involucra una suma de factores, como la introducción de peces exóticos al lago (especialmente la lobina negra y la carpa), el cuantioso ingreso de nutrientes (derivados de la erosión sufrida durante las tormentas Mitch, Stan, Agatha, Alex y E12 desde 1998 hasta 2011), la alteración de los ecosistemas colindantes con los ríos y la destrucción de la naturaleza en la orilla del lago para construir chalets. Y recordó al periodista de Nómada, Martín Rodríguez, que sólo el 11 por ciento de hogares tienen drenajes en Atitlán (según datos del Instituto Nacional de Estadística, 2003)*, por lo que el tubo del colector no tendrá mucho uso y sólo se trata de una excusa.

De Skinner puede decirse que es un ecologista de convicciones firmes. Vive en una cabaña de aspecto modesto pero con dos inodoros, uno para orinar y el otro para defecar. Éste último es una maravilla tecnológica. Cuesta Q6 mil, pero expele un 40% menos del agua que usa un retrete normal en cada ocasión. Asegura que el contacto de las heces con el pipí es altamente nocivo para el ambiente y que por eso sus desechos no se mezclan nunca.

Opina que el lago de Atitlán debería contar con una especie de colchón natural de cien metros de ancho alrededor de toda la orilla, para asegurar así su adecuada conservación. Habla de reservas en lagos de Japón con esas características, donde es posible adentrarse a pie entre el follaje, alimentar con manzanas a los venados y tocar la orilla disfrutando la experiencia de no ver un solo techo, una sola mancha roja en el paisaje. La estampa parece salida de los libros de El Señor de los Anillos.

 

El lago de Atitlán, a 125 kilómetros de Ciudad de Guatemala.

El lago de Atitlán, a 125 kilómetros de Ciudad de Guatemala.

Un tipo pragmático

Iván Azurdia es ingeniero civil con una maestría en medio ambiente. Durante años estuvo a cargo de la Fundación Solar, y ahora dirige la Autoridad para el Manejo Sustentable de la Cuenca del Lago de Atitlán y su Entorno (AMSCLAE). Tiene una casa en San Juan La Laguna, pero alquila un apartamento y trabaja en Panajachel.

Es, ante todo, un tipo dinámico y pragmático, capaz de contagiar vitalidad por donde pasa. En las oficinas de AMSCLAE, pegado a una de las paredes, hay un papel con la siguiente frase: «Unos buscan un mundo más bonito, otros lo crean». Explica con vehemencia sus planes, sus obstáculos, sus desafíos. Defiende con pericia sus argumentos. Se refiere al colector de aguas residuales como el popoférico, y lo primero que hace es aclarar que el famoso plan maestro (aquel del que ya nos prevenía Chesley Smith en sus cartas) es la clave para resolver la problemática del lago y que el popoférico es sólo una parte complementaria.

«AMSCLAE [cuyo primer director fue Skinner] funcionó sin reglamento hasta que vine yo», señala más allá de toda presunción, como limitándose a poner la evidencia sobre la mesa. En tan sólo dos años de gestión consiguió habilitar unos 40 millones de dólares, entre préstamos y donaciones, a punto de perderse por agotamiento de plazos y falta de requisitos necesarios. Tal es el empuje que le imprime a su trabajo.

Cuenta que para el brote último de cianobacteria varios chaleteros acaudalados, amigos suyos, se le acercaron cada uno ofreciendo ayuda para enfrentar el problema cuanto antes y como fuera. Un entusiasta puso a disposición su helicóptero para esparcir cloro desde lo alto y así “limpiar” el lago.

El plan maestro surge, entonces, de la necesidad de ordenar prioridades y embestir el fenómeno de manera integral, «usando la ciencia para erradicar las opiniones y la subjetividad».

De Azurdia puede decirse que es un emprendedor progresista que ha sabido hacer carrera gestionando fondos ajenos (buena parte de ellos públicos, no necesariamente del Gobierno de Guatemala), impulsando proyectos de desarrollo para beneficio de las comunidades. Un oenegero de derechas, aplicado, eficiente, conocedor de la realidad del campo y a la vez bien conectado con la élite económica del país. Con ésta ha sabido tejer alianzas útiles en la consecución de sus fines.

En un documento de quince páginas logró resumir los principales desafíos que enfrenta el lago, y la manera de abordarlos. Ahí se lee que AMSCLAE establece sus prioridades de acción con base en la «información científica generada por el proyecto Todos unidos por el Lago Atitlán, financiado por la US-AID», y en coordinación con la Universidad del Valle (UVG).

Menciona (el documento) que el plan maestro permitirá «el diseño del trasvase o exportación de las aguas residuales fuera de la cuenca», «y contar con opciones tecnológicas apropiadas que eliminen el ingreso de contaminantes», así como la identificación de las fuentes de financiamiento. Menciona también el plan 15/15, cuya meta es equipar, para el año 2015, a las 15 municipalidades de la cuenca con sistemas de recolección, tratamiento y exportación de basura reciclable.

 

El pre-diseño del "popoférico", facilitado por Amsclae. Todavía está sujeto a que el plan maestro determine su viabilidad y diseño final.

Pre-diseño del "popoférico", facilitado por AMSCLAE. Está sujeto a que el plan maestro determine su viabilidad y diseño final.

«Problema con los ambientalistas»

Sergio Lavarreda ha sido dos veces alcalde de Panajachel y fue también ministro de Ambiente (MARN) durante el gobierno de Alfonso Portillo (2000-2003). Su trato es cordial, aunque franco y sin rodeos. «Yo tuve mucho problema con los supuestos ambientalistas. Cuando fui ministro, me volé las consultorías porque cobran una barbaridad. Las oenegés no me quieren, ni las agencias de cooperación. US-AID dona una parte, pero presta otra, y condiciona su apoyo a cambio de contratar técnicos caros y compra de carros gringos».

¿El tubo? «Una fantasía», se burla. «¿Hay un estudio de impacto ambiental? ¿Se han realizado las consultas comunitarias respectivas? ¿Por qué no obligar a cada alcalde, por orden constitucional, a que construya su propia planta de tratamiento? ¿Por qué intervienen el Consejo Nacional de Áreas Protegidas (CONAP) y AMSCLAE, habiendo monitoreos de parte del MARN?». Y amonesta: «Lo primero debería ser unificar la política ambiental para no duplicar esfuerzos ni dilapidar recursos».

Una por una, Azurdia va aclarando esas dudas y otras más. Ninguna acción va a emprenderse sin el visto bueno de alcaldes y vecinos, asegura. La coordinación con el ministerio de Agricultura (MAGA) ha sido clave en el diseño y manejo de fertilizantes menos lesivos para la salud del lago. «Con el MARN, y en coordinación con el Ministerio Público (MP), tenemos más de cien multas a contaminadores. Eso nunca había sucedido». (Sólo en Panajachel operan 54 hoteles, pero apenas 8 de ellos cuentan con planta de tratamiento, estudio de impacto ambiental y revisiones periódicas).

«Hemos procesado a varios alcaldes que no manejan bien las cosas, como el de Sololá y el de San Antonio Palopó. El Instituto de Fomento Municipal (INFOM) ha sido muy positivo para canalizar recursos y no perder financiamientos. Con el CONAP realizamos una campaña y un monitoreo conjunto que permitieron reducir considerablemente los incendios forestales».

Sobre Skinner, de sólo 11%* de casas con inodoros, dice que prefiere discutir sobre datos científicos y que él no ha visto esos porcentajes publicados. Responde que hay pueblos en los que se tendrá que construir redes de alcantarillado y otros en los que habrán letrinas.

Chesley Smith se encarga de disipar las otras dudas, las relacionadas con el popoférico. El perfil de la obra fue realizado, sin costo alguno para Guatemala, por el equipo de estudiantes de posgrado a cargo del doctor Stewart Oakley, profesor de la Universidad Estatal de California en Chico, con acompañamiento del Colegio de Ingenieros de Guatemala.

El tubo contaría con un diámetro aproximado de 28 pulgadas (70 centímetros*) e iría al ras del suelo, a lo largo de toda la orilla, recibiendo las aguas negras de los pueblos que contamienan el lago*. ¿Costo aproximado? US$40 millones (Q312 millones). «Construir plantas de tratamiento en todos los municipios saldría en US$90 millones [unos Q675 millones], sin contar lo que costaría mantenerlas», asegura.

¿Y qué pasa si viene otra tormenta y se lleva el tubo de corbata? «Lo mismo le pregunté yo al Dr. Oakley», admite Smith. «Me dijo que una tubería se repara en menos de dos semanas, de modo que nada pude ser peor que seguir en las mismas sin hacer nada».

Algunas discrepancias

Según un informe presentado por el grupo Unidos por el Lago de Atitlán, en agosto y diciembre de 2012 se observó que los niveles de oxígeno disuelto desde los 80 metros de profundidad hasta el fondo se encontraban por debajo de los 2 miligramos por litro.

Ese es uno de los indicadores en los que se basan especialistas (como Margaret Dix, de la UVG y Eliška Rejmánková, de la Universidad de California en Davis) para alertar sobre el daño potencialmente irreversible que está sufriendo el lago como consecuencia de su progresiva acumulación de contaminantes. «Tenemos cuatro años para actuar», insiste Smith; «de lo contrario, el deterioro será irreparable y lo perderemos para siempre».

Skinner considera que están exagernado. Explica que en sus aguas no se dan cambios drásticos de temperatura durante el año porque no hay cuatro estaciones. «Son perfectamente normales esas bajas concentraciones de oxígeno en un lago cuyas aguas profundas jamás voltean hacia la superficie».

Los análisis de la iniciativa de Oakley usan como parámetro a lagos como el Tahoe (en Estados Unidos) y el Garda (en Italia). El primero ensayó con éxito, hace 60 años, el trasvase de aguas residuales, logrando con ello revertir su contaminación y devolviéndole la cristalinidad original. En el segundo, según Skinner, los resultados no han sido tan prometedores como se supuso.

El lago Garda –ratifica– sigue mostrando afloramientos de cianobateria tóxica aún después de la extracción de sus residuos por trasvase. Además, el hábitat del lago Tahoe no es comparable con el de Atitlán: allá no hay pesca. Los pueblos originarios que habitaban la región fueron exterminados durante el genocidio del siglo diecinueve. Así pues, casi no hay comunidades a su alrededor, sólo chalets extensos y lujosos con alcantarillado propio y fosas sépticas. «Sería mejor que miraran qué se ha hecho en los lagos de la India o de Malasia», recomienda.

A Skinner se le atribuye el haber permitido que las aguas negras de Panajachel fueran a dar directamente al lago. En su defensa, explica que la planta de tratamiento funcionaba bien hasta sufrir daños en el año 2005, durante la tormenta Stan, pero ni el alcalde de entonces ni ninguno de sus sucesores emprendieron las reparaciones necesarias. Hoy, las aguas negras del 40% de Pana siguen directo al lago.

Motivos para el optimismo

Por el momento, del popoférico hay sólo un estudio preliminar de diseño y factibilidad elaborado por los alumnos de Oakley y una “pre-liciatación” para empresas interesadas, que se realizó hace un año y en la que participaron 38 de ellas . A las 6 finalistas se les invitará este mes a la licitación para el plan maestro. Su implementación requerirá primero aclarar dudas y despejar sospechas, y luego conseguir el financiamiento necesario para hacerlo posible. No obstante, hay motivos para el optimismo.

En un recorrido por la cuenca se constataron los avances en materia de recolección, separación, tratamiento, reciclaje y extracción de basura en algunas comunidades. El recurso humano de AMSCLAE, así como el de las respectivas municipalidades a cargo de los centros de acopio, es joven y exhala ese entusiasmo y esa fe en el futuro que tanta falta le hace a la mayoría de burócratas.

San Marcos La Laguna cuenta con depósitos para el reciclaje de vidrios, que luego son comprados a precio de risa por Vidriera Guatemalteca, S. A. (VIGUA), el monopolio nacional productor de envases industriales. Agua Pura Salvavidas es una de las responsables de diseminar envases de plástico por todo el país, pero al menos contrarresta el daño financiando algunos proyectos de manejo de desechos en la cuenca. «Si tan sólo hubiera en Guatemala una ley de aguas, ni siquiera sería necesario comprar tanta agua embotellada», se lamenta uno de los técnicos que acompaña la comitiva. Malaya.

Un convenio entre AMSCLAE y la Autoridad para el Manejo Sustentable del Lago de Amatitlán (AMSA) permite el traslado de 60 toneladas de basura, cada año, desde la cuenca hacia el relleno sanitario ubicado en las afueras de Bárcenas, Villa Nueva, cerca de la capital.

Algo es algo. Hay un horizonte más allá de posiciones encontradas, política obtusa y recelos cientificistas.

No todo está perdido. Todavía.

 

* Estos cuatro datos, del destino a donde van a dar las aguas del popoférico, del porcentaje de hogares con inodoros, del diámetro del tubo y del origen de las aguas que recibiría el colector, fueron corregidos en la noche del 16/10/14. Ofrecemos excusas a las fuentes y a los lectores.

Andrés Zepeda
/

Abogado de causas perdidas, cronista de acontecimientos irrelevantes, terrorista cultural, músico frustrado, comunicador en ciernes, polemista, videasta y ciudadano ejemplar, entre otras cosas peores.


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COMENTARIOS

RESPUESTAS

    Cristina Martínez /

    19/10/2018 10:04 AM

    Es un momento oportuno para regresar a discutir este tema, imagino que tendrán algún artículo en camino. Cabe mencionar que el monto del proyecto ha aumentado a $215 millones. Si pudieran otra vez hablar con Juan Skinner y con las personas que trabajan en las oficinas ambientales, sociedad civil, grupos comunitarios... Este tema ya causa y va a causar aún más discordia entre distintos grupos, ojalá encontremos entre todos una solución que beneficie pronto al lago.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Edgar Balsells /

    23/10/2017 6:27 PM

    Será Andrés el bobo de la caja?. Que bueno leerli

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Rafael Diaz /

    17/10/2014 9:18 PM

    Eso de "el lago mas lindo del mundo" me parece una frase cursi de alguien que se supone que no lo es. Solo falta que diga que el himno nacional es el tercer mejor himno del mundo, o algun disparate de ese tipo.

    ¡Ay no!

    1

    ¡Nítido!



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