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28 Personas sin techo perderán el único albergue que tenían para dormir

Antes de la llegada del Coronavirus al país, Jorge Mario Arriola y Luis Campos no habían tenido necesidad de dormir en la calle. Los dos se quedaron sin trabajo hace algunas semanas. Su situación es la misma que otras personas que a diario forman una fila frente a los albergues Puerta de Esperanza para tener un espacio donde pasar la noche.

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Entre las personas sin techo se encuentran varios adultos mayores.

Foto: Carlos Sebastián.

Minutos antes del toque de queda, sobre la 29 calle A de la zona 8 capitalina se vislumbra una larga fila de hombres, ancianos, mujeres e indigentes sentados sobre la banqueta. Una zona comercial bulliciosa, comúnmente conocida por la variedad de pequeños negocios, talleres mecánicos, venta de repuestos y su cercanía a uno de los mercados más grandes de la ciudad. Se acercan a esa hora con la esperanza de conseguir un espacio en cualquiera de los 2 albergues administrados por la Asociación Puerta de Esperanza, una iniciativa no gubernamental creada con la intención de albergar a niños, adolescentes y familias del Mercado la Terminal.

Sin embargo, a lo largo de los años y ante las necesidades de otros grupos vulnerables, su misión se ha extendido a la población en situación de calle, personas desamparadas y con enfermedades críticas o en condiciones de pobreza. Y desde hace algunas semanas también reciben a personas recién desempleadas, sin dinero para pagar un espacio donde vivir.

“Aquí dormimos, aquí comemos y nos quedamos todo el toque de queda. Nos quedamos sin trabajo y estamos buscando cómo sobrevivir”, dice Jorge Mario Arriola, un hombre de 45 años que hasta hace poco trabajaba en la elaboración de rótulos para pequeños comercios pero se quedó desempleado. Ahora recorre las calles de la ciudad, con una mochila sobre la espalda, buscando alguna nueva oportunidad de trabajo. Todos los días, pelea un espacio en el albergue porque no se resigna a pasar una noche en la calle.

 

Foto: Carlos Sebastián

Así es la fila de personas que cada día, al llegar la tarde, esperan encontrar un lugar para dormir y cumplir con el toque de queda.

Luis Campos también perdió su trabajo hace algunos días.

“Yo era un taxista pero me quitaron el taxi, ya no pude seguir. Antes alquilaba un cuartito pero ya no lo puedo pagar. Si cierran este albergue me quedo en la calle. Acá nos dan por lo menos cena y desayuno”, cuenta mientras espera que el albergue les abra sus puertas, junto a otra decena de personas.

“Mire a nosotros nos da mucha pena y le pedimos a la población que nos tengan paciencia. Si nos miran en la calle es por falta de trabajo no porque queramos estar ahí”, interrumpe Jorge Mario.

A diario Puerta de Esperanza recibe a 120 personas aproximadamente. Entre ellas, mujeres, ancianos, adultos, jóvenes, madres con hijos, personas en situación de calle. Las personas llegan desde la tarde, reciben alimentación, un espacio para dormir y desayuno. Durante los primeros días de la crisis de salud, Yomara Pineda, la encargada del lugar tomó la decisión de reducir la población a 85 personas para cumplir con las normas de distanciamiento social. Además, implementaron protocolos de desinfección y limpieza para reducir las posibilidades de contagio en el lugar.

Por ahora, estos son los únicos albergues que operan en la zona 8. Según el Ministerio de Desarrollo (Mides), en el departamento de Guatemala operan 4 albergues administrados por organizaciones no gubernamentales, 2 de estos son los que administra Puerta de Esperanza. Sin embargo, hace algunos días los otros dos cerraron sus puertas por incidentes violentos ocurridos en sus instalaciones.

El Mides no ha implementado albergues estatales para la población en situación de calle o condiciones vulnerables, pero junto al Ministerio de Gobernación y el Ministerio de Salud ofrecieron apoyo a la asociación. Su aporte es de seguimiento médico, alimentación yy traslado de las personas en patrullas de la Policía Nacional Civil (PNC).

“No sé si hay algún albergue en el interior del país, le mentiría con algún dato. En todo caso, no dependen del Ministerio de Desarrollo”, dijo Raúl Romero, ministro de Desarrollo.

 

La pandemia del COVID-19 ha hecho más vulnerables a cientos de personas sin techo de la ciudad de Guatemala.

Los que se quedan afuera

Aunque la fila sobre la 29 calle es larga, no todos pueden entrar al final del día. Hay suficientes colchonetas para todos pero los espacios resultan reducidos, especialmente, cuando las autoridades exigen distanciamiento social estricto.

La semana pasada, Yomara Pineda recibió un aviso del Ministerio de Salud en el que le pedían reducir la población y guardar 1 o 2 metros de distancia entre cada persona. “Eso implicaría sacar a la mitad de la gente”, lamenta.

Ante este requerimiento la asociación ha buscado un espacio más grande para extender el albergue y donativos de literas para poder recibir a más personas.

“Hemos tocado puertas pero no hemos encontrado otro lugar más grande, hemos considerado la posibilidad de literas pero no hemos encontrado. No necesitamos colchonetas solo las literas o que alguien se anime y nos ayude a construirlas”, solicita la administradora.

La asociación pretende agotar estas opciones porque reducir aún más la población implicaría negarle albergue a decenas de personas que suplican un espacio para pasar la noche.

“Aquí viene gente que me ruega, me suplica que los deje entrar, no puedo hacerlo, si lo hago los pongo en riesgo a todos porque no podemos estar hacinados”, explica.

La disyuntiva no se ha resuelto y las soluciones no han llegado. El lunes 20 tomaron la decisión de negar el ingreso de 28 personas.

Yomara Pineda lamenta haber tomado esa medida pero aclara: “Dejamos a algunos afuera pero priorizamos a aquellos que tienen problemas de salud, son adultos mayores, mujeres o viven con alguna enfermedad crónica. Por ahora no tenemos capacidad para más”.


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COMENTARIOS

RESPUESTAS

    Ronaldo Carías /

    23/04/2020 10:17 AM

    Que se vayan a la casa del payaso ladrón o la de su net center rodrigo polo, par de granujas que tendrán que pagar su karma...

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!



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