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En un país donde el 30 por ciento de la población se dedica a la agricultura, los efectos cada vez más intensos del cambio climático dejaron de ser preocupaciones de ambientalistas para convertirse en una emergencia de seguridad alimentaria. Cada vez más guatemaltecos huyen del país al ver que sus cosechas fracasan por la sequía y el ciclo impredecible de las lluvias. Sumado a eso, Guatemala ha logrado avances en legislación en pro del medio ambiente pero nadie garantiza que las normas se cumplan.
En la última semana de noviembre, Guatemala fue la sede del XI Foro Regional de Transformación Socioambientales en América Latina, que tuvo como fin analizar la necesidad de garantizar el derecho a información en temas ambientales, el acceso a la justicia ambiental y promover la participación ciudadana en las decisiones que rodean esta problemática.
Nómada conversó con Alex Guerra, director del Instituto de Investigación Sobre el Cambio Climático (ICC) y secretario técnico del Sistema guatemalteco de ciencias de cambio climático. En la siguiente entrevista, Guerra comparte las preocupaciones y las deudas del país frente a los golpes del cambio climático.
—¿Cuáles son las principales preocupaciones ante el cambio climático en Centroamérica?
—Para Guatemala y la región centroamericana lo que más preocupa del cambio es que venga a empeorar los riesgos que ya tenemos. En esta región tenemos agua en abundancia, diversidad y climas agradables. Tenemos condiciones que han hecho posible que haya vida humana por miles de años.
También es una región de muchos riesgos y esto siempre ha golpeado a la población centroamericana. El temor con el cambio climático es que haya impactos más grandes o más frecuentes.
Cada año tenemos pérdidas por sequía, porque la canícula está más fuerte, porque las lluvias empezaron tarde, porque llovió demasiado. Las lluvias se están volviendo más impredecibles y en el mismo año podemos tener daños por sequías y por inundaciones y en el mismo lugar. La gente pierde sus cultivos.
—Hablamos entonces de un problema de seguridad alimentaria…
—Así es. Cuando uno estudia la seguridad alimentaria entiende que hay 4 pilares. El primero es que haya alimentos. El cambio climático puede afectar eso porque, por ejemplo, en lugar de tener mi cosecha de maíz o frijol para todo el año, si hay un impacto es común que la gente pierda su cosecha y esto afecta la disponibilidad de alimentos.
Otra cosa es el acceso a alimentos. En todo el mundo hay alimentos pero la gente no tiene recursos para acceder a ellos. Hay afectación porque incluso si la gente no tiene su propia tierra, si quiebra la empresa porque ya no puede distribuir alimentos, me quedo sin ese ingreso y ya no puedo comprar mis alimentos. También se ponen muy caros. Es común que cuando hay una tormenta tropical o un evento fuerte los precios de los alimentos se van hasta arriba.
También está el pilar del aprovechamiento biológico. Esto consiste en que la gente tenga la salud para aprovechar los alimentos.
El cuarto pilar es cultural, es decir, qué es lo que escoge comer la gente, sus preferencias.
—En cuanto al cambio climático y la seguridad alimentaria, actualmente hay una discusión sobre cómo esta problemática hace que alguna gente migre, ¿se le está poniendo atención?
—En un encuentro en Arizona discutimos qué tanta relación hay entre el clima y la migración. Razones por las que la gente migra hay muchas, pero sí hay casos en donde la gente migra si ya no se da el maíz, ni el frijol porque hay sequía. Migra porque ya no se da el café porque tiene plagas, además las fincas ya no están contratando a gente para trabajar. Estos factores hacen que la gente diga: “Ni puedo sembrar mis alimentos, ni consigo trabajo, entonces migro”.
Aún no hay estadísticas porque es un problema complejo pero sí es un nuevo fenómeno. La falta de datos también tiene otras razones. Cuando le preguntan a la gente por qué migró, a veces hay miedo de decir la verdadera razón. Sobre todo con lo que ha estado pasando en la frontera. Si no es por amenazas o violencia no hay asilo para los migrantes entonces la gente dice que es por eso, pero tal vez la verdadera razón sea porque perdió su cultivo. Se está analizando maneras de estudiarlo de cómo tener estadísticas sobre eso.
—En cuanto a la legislación para hacer frente al cambio climático, ¿cuáles son las deudas del país?
— En Guatemala, en la parte de legislación y políticas en cambio climático, sí estamos incluso muy avanzados. Fuimos el segundo país, después de México, en tener una Ley de cambio climático. La tenemos desde el 2013 (Decreto 7-2013), tenemos una política de cambio climático. La ley mandó a hacer un plan nacional de adaptación, un plan de acción para mitigación y adaptación del cambio climático. Ya se lanzó la segunda edición incluso. En esa parte legislativa y de políticas sí estamos al día. Lo que hace falta es implementarlas, sobre todo a nivel local.
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—Sin embargo, hace falta una ley de aguas, por ejemplo...
—Es una de las cosas que hacen falta. Así como hay leyes para el cambio climático, desde el 2006, hay legislación sobre aguas residuales. Ha habido legislación sobre esas aguas pero han pasado 13 años y no vemos diferencias. Lo que hace falta es una ley general del agua que nos diga quién es la autoridad del agua. Los países más desarrollados lo que hacen es que buscan una autoridad de agua estable y técnica.
El agua no puede ser algo político, todos la necesitamos y si no se maneja bien, puede causar conflicto y es peligroso. Lo que hacen otros países es tener una autoridad y esa autoridad es la que dice: tanta agua tenemos en este río, entonces se puede extraer tal porcentaje, dan licencias, permisos, concesiones. Sin embargo, hay un control de tal manera que no se seque ningún río y todos tengan agua. Y sí, la prioridad deben ser las poblaciones, la gente. Ahí es donde viene el derecho humano al agua. Esa es la prioridad.
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En nuestro caso, como no tenemos una autoridad que vele por eso, hay un desorden porque entonces con el agua tiene que ver el Ministerio de Salud, las munis, Energía y Minas, el Ministerio de Ambiente, el Ministerio de Agricultura. Es un desorden y eso es lo que crea problemas.
Este es un país rico en agua pero hay escasez dentro de la abundancia por ese problema. Por ejemplo, en Alta Verapaz es donde más llueve. Todo el año hay lluvia y es donde menos hogares tienen agua en su casa.
Lamentablemente el agua, no debería, pero es un tema político. El hecho de que no haya ley de aguas tiene como justificación un fondo político. La administración no debe ser política sino técnica. No podemos estar sujetos a que si este gobierno es pro sector privado entonces les va dar permiso del agua a unos y otros no. Tiene que ser igual en todos los gobiernos. La necesidad nos va empujar a avanzar en eso.
—Sin embargo, por ahora, ese no es un tema prioritario para el gobierno.
—En los últimos gobiernos no ha habido interés, no ha sido prioridad. En el gobierno de Álvaro Colom hubo un ministro técnico y hubo algunos avances por eso. Se crearon unidades en cambio climático, se hicieron gestiones con la cooperación internacional. También con el sector privado se logró atención al tema. El problema es que en general este no es un tema prioritario. La única ventaja que yo veo es que en algunos países el gobierno lleva la batuta sobre el tema pero es muy difícil convencer a la población de la importancia de cuidar los recursos. En Guatemala sucede lo opuesto. Hay poblaciones indígenas preocupadas por estos temas, hay universidades y centros de investigación, incluso empresas. La sociedad civil es fuerte, en ese sentido, y lo que se ha logrado avanzar ha sido por petición y presión de la población.
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Andrés /
La investigación de ese centro del cambio climático es sesgada porque es patrocinada por oligarcas!