La noche más triste de Baldizón

En el centro de cómputo del Tribunal Supremo Electoral, los primeros resultados oficiales a las 10 de la noche del domingo 6 de septiembre mostraban a un Jimmy Morales con 26% y un empate técnico, a 1% de diferencia, entre Manuel Baldizón y Sandra Torres. Ambos alrededor del 17%. Baldizón 40,000 votos arriba con el 50%. Baldizón 30,000 votos arriba con el 60%. Baldizón 26,000 votos arriba con el 92% a las 4.30 de la mañana. Faltaba contar los votos más rurales, esos que eran las fortalezas de ambos candidatos. A las 7.30 de la mañana, con el 96% de votos, Sandra lo había rebasado. Por 2,000 votos. Después por 4,000. Y ahora 2,400 con 97.71% contabilizado. A 1,421 con el 97.8%. A 2,000 con 98.04% de los votos. A 5,544 con el 98.32%.

Según el cálculo de las tendencias hechas por el economista Quique Godoy, Baldizón no alcanzará a Sandra Torres.

Anoche, en su partido, el de Baldizón, hecho a su imagen y semejanza con las palabras Libertad Democrática Renovada para que la gente lo aclamara como El Líder, los ánimos estaban por los suelos.

La idea de diez años de campaña electoral desperdiciados repica con fuerza dentro del círculo más cercano a Manuel Baldizón. El sonido es tan fuerte que invisibiliza la lucecita de esperanza de pasar a la segunda vuelta. Está en un segundo o tercer lugar, pero está 31 puntos detrás de lo que esperaba; obtuvo casi un tercio de los votos que esperaba, y que le había dicho a su partido y a sus financistas que obtendría.

“Si no sacan el 50% en sus mesas, ni esperen llamadas mías”, amenazó a sus candidatos una semana antes de la elección, en un video filtrado por el canal Guatevisión. Parece ser que no hizo ninguna llamada anoche.

Las últimas noches y días de Líder han sido de agonía. Se esperaba que hablara de madrugada a los periodistas que él mismo convocó. El podio del Salón Xelajú 1, que reservó en solitario, se quedó sin usar, rodeado del tradicional color rojo en las sillas y una gigantografía con el pulgar blanco. El lugar era pequeño, no cabían ni siquiera 30 personas. A primera vista, Baldizón no quería hablar con muchos periodistas, en especial los independientes, a los que ha esquivado durante los últimos años en general, y en especial, durante los últimos meses de campaña.

“Respetaremos la voluntad del pueblo. Tuvieron la oportunidad de elegir algo diferente, por segunda vez, se equivocaron en 2011. Ahora otra vez. Muchos no estarán conformes”, comentó en la mañana Fridel De León, vocero y jefe de comunicación del partido de Baldizón. Pero eso fue en las primeras horas del 7 de septiembre. No se sabe qué pasaba por su cabeza por la tarde porque cancelaron la conferencia que darían este día.

El desconcierto y el cansancio de las filas de la organización no se podían esconder. Las encuestas los dieron por ganadores desde el inicio del proceso, con un buen margen por encima de la competencia. Promovió la frase “Le Toca”. Hasta que la semana pasada –hace cuatro días solamente– el comediante y candidato a presidente Jimmy Morales apareció en una encuesta de Prensa Libre como puntero, con 25 por ciento de intención de voto, y Baldizón segundo, entre tres y seis puntos detrás. Un escenario que se planteaba como el peor. Ahora es una realidad. La más temida por encorbatados rojos.

El silencio en el hotel era papable desde que se llevaba el 50 por ciento del escrutinio en el TSE. En el lobby  se escucharon algunas conversaciones pesimistas, las cuales fueron suficientes para medir el pulso de los discípulos de Baldizón. Una de ellas sostenida por dos niños que corrían al parqueo con una botella de agua pura en la mano y que evidenciaron sus emociones encontradas.

– Mejor me voy a la casa. Mi mamá se va a quedar hasta el final…
– Se va a quedar hasta que sea oficial que perdió.
– ¡No! Van a decir que ganó.

Cruzan miradas de enojo y salen del hotel.

En el Sports Bar del Barceló había solo hombres. Unos cuantos. Ocupaban dos mesas. En la primera estaban sentados con el celular en la mano dos hombres con atuendos ejecutivos, pelo engominado y barbas cuidadas. Frente a ellos un grupo de otros cuatro hombres, que cenaban, uno vestía una camisa polo roja, otro de gris y blanco. Uno de ellos tenía una cámara fotográfica. Todos tenían la misma expresión de desconcierto en sus rostros. Veían atentos el televisor, el noticiero, los resultados del TSE.

En más de una ocasión se levantaron para ver de cerca los datos. Para comprobar los datos de la gráfica del pie. La ventaja de FCN. La disputa codo a codo entre Líder y UNE, ahora entre UNE y Líder.

Uno de los ejecutivos miraba su celular. El otro se movía de la silla hacia la televisión y estiraba las piernas. Ponía los brazos atrás de la nuca. El otro reposaba la cara sobre su puño. Parecía que estaban viendo perder a su equipo. De hecho; las cifras no les aseguraban la victoria y sabían que podían ser rebasados. A veces la UNE parecía encabezar, y retrocede, solo un poquito. Pero FCN sigue hasta arriba.

Media hora después solo quedaba el grupo que cenaba. Después de que el otro se levantara en silencio, ni siquiera hablaron para pedir la cuenta o levantaron la mirada. Cinco minutos después, comenzaron los vaticinios, o las añoranzas de los seguirdores de Baldizón en el hotel Barceló: “Si pasan a segunda vuelta, creo que gana Líder”, dice uno de ellos mientras observa la ronda de Jimmy Morales por los escenarios de los medios aglutinados en el TSE.

Pidieron la cuenta, una carterita de fósforos y uno tomó un buen suspiro. Se volvía más vocal la desesperación: “Jimmy ni tiene maestría. Llamámos a la u y no tiene. Además de payaso, pajero”.

Se van. La mesera sube el volumen; estaba hablando Jimmy en su romería por los stands en el centro de cómputo. En esa romería de medios que empezaba a mostrarlo no ya como el sonriente cuentachistes, sino como un tipo intolerante, autoritario, reacio a los cuestionamiento y a los periodistas críticos.

– ¿Ustedes votarían por Líder en segunda vuelta?, le preguntamos a la mesera que sube el volumen y a sus colegas.

– “No”, responden. En la Ciudad de Guatemala, Líder tuvo menos del 10 por ciento.

En el salón Xelajú I el podio permanece vacío. Las caras de cansancio llegan al piso y la conferencia fue cancelada.

“No es prudente hablar sin conocer el 100 por ciento de los resultados. Perdón por el atraso. El comité ejecutivo dijo que vamos a esperar y depende lo que diga el TSE”, excusó Fridel De León. Luce cansado, decepcionado; no tiene su tradicional corbata roja. Nadie la lleva con orgullo ni con disimulo. Y el partido canceló su conferencia hasta el martes.

Al salir del hotel, todavía hay una luz de habitación prendida, una solitaria lámpara en el balcón de una suite, la de Baldizón. Todas las demás luces están apagadas. Es lunes ya. Y el conteo no termina.

A las 3.30 de la tarde quedan unos 100,000 votos por contar –los mismos magistrados del Tribunal Supremo Electoral no saben con exactitud– y Baldizón no ha vuelto a rebasar a Sandra Torres. La diferencia, a favor de la de la UNE, está en 2,000 votos. 1,957 exactos.

Pero si es que llega a rebasar a Sandra Torres en los próximos cinco días que podrían durar las revisiones de los conteos, Baldizón obtendría un resultado que –como le dijo Hugo Chávez a sus opositores en su única derrota electoral–, sería una victoria que nadie quiere, una victoria pírrica, una victoria de mierda.

Al final, hasta la medianoche entre lunes y martes, con el 98.32% computado y 0.11% de desventaja (5,544 votos), parece que a Baldizón no le quedará ni siquiera ese consuelo.