Ya tenemos claro que el arte es más que una obra en un museo que ve, inmóvil, el paso del tiempo. Su validez radica muchas veces en las acciones que nos invita a tomar, desde la contemplación profunda, el regocijo, la risa, el llanto, la curiosidad, la investigación.
La impresión de movimiento es un tema usual dentro de la plástica. Capturar eternamente un instante y calcular o imaginar qué pasará en la escena un segundo después de lo que vemos, es un sentimiento inquietante y un logro magistral de parte de los más reconocidos artistas.
Esta ilusión de movimiento se convirtió en obsesión para grupos como los “futuristas” quienes deseaban, a toda costa, expresar la acción industrial de la máquina como símil a la automatización de la vida.

"El Motociclista" Fortunado Depero. 1923. El futurismo es una vanguardia del siglo XX cuyo manifiesto defiende la velocidad como belleza.
También lo fue de los impresionistas, que convirtió el tránsito de la luz en un evento sublime.

"Casas del Parlamento al Atardecer" Claude Monet. 1904. Para el impresionismo, captar el reflejo de la luz a diferentes momentos del día era su experiencia estética máxima. Por primera vez se relega la calidad del dibujo, la línea y el trazo a un segundo plano y la iluminación protagoniza las piezas.
Ninguna rama de las bellas artes expresa la acción de forma más hermosa como la danza, desde antes de Salomé hasta más allá de Martha Graham, podemos construir una línea dinámica de nuestra historia a través de la actividad oscilante del cuerpo y la música.

"El Baile de Salomé en el Festín de Herodes". Fra Filippo Lippi. 1464.

“Lamentación”. Martha Graham. Foto Davidson & Choy.
Y no es únicamente una invitación al movimiento los verbos que el creador desea evocar, también están las acepciones hacia impulsos más íntimos. La invitación a recordar, a sentir, a gritar, a consolar, a debatir, a pensar, a levantarse y cambiar. El arte es una búsqueda constante dentro de nosotros y nuestras reacciones ante lo bello, lo imposible, lo impensable, lo nuevo y lo sublime. Si nos inspira, el arte ya está haciendo algo, probablemente algo muy importante.

"Dedo Señalando". Roy Lichtenstein. 1973.
Hace unos días, casualmente entablé conversación con una señora en una galería. Ees una persona que trabaja proyectos de desarrollo urbano donde invita a la expresión artística como método de cohesión social, identificación con el barrio, cuidado del ornato y orientación vocacional. Sus proyectos están a prueba, pero son respaldados por resultados positivos en otras ciudades del mundo donde además de favorecer mejores condiciones en las poblaciones, también se han registrado reducciones en el vandalismo, delito y violencia dentro de círculos urbanos críticos.
El método que me comentó era bastante simple, crear comunicación entre artistas dispuestos a compartir su técnica, inspiración y espíritu con niños y adolescentes vulnerables para construir una conciencia de valor propio y social hacia resultados positivos, como la expresión emocional a través de la convivencia plástica.
Debido a que los proyectos aún están en formulación, y que no me autorizó hablar más de ello, no les puedo compartir más detalles de nuestra corta plática, pero estemos atentos a estas iniciativas que solo prometen ayudar a una mejor situación social integral, un esfuerzo novedoso por una cultura de paz.
No hay actividad más profundamente humana que la de crear, producir objetos artísticos es una forma de hacerlo.
Tal vez el movimiento del pincel o el golpe sordo del cincel sobre la piedra no va a cambiar el mundo, pero pensemos que ante todo, el arte nos invita a movernos.
Como primer paso, ¿vamos a un museo?
0
COMENTARIOS