Aún recuerdo cuando entró la maestra y dijo:
-Hoy vamos a ver historia del arte. Abran su libro y el primero de la fila que empiece a leer.
-La Mesopotamia fue un territorio…
Así iniciamos, la mayoría de nosotros, a aprender sobre el arte, en el curso de Estudios Sociales o de Historia. El pensum es predecible: Egipto, Grecia, Roma y, por ahí, algo de mayas, la Conquista y el Teatro Nacional.
Pero sabemos que el tiempo corre en líneas paralelas y que el desarrollo artístico va de la mano del avance histórico. Visualicemos entonces, la historia del arte guatemalteco al lado de ese aparato armado alrededor de la historia europea. Es fácil, sólo hay que ver el tiempo de forma transversal.
América, este gran continente, fue poblado de forma tardía y es hasta aproximadamente, el año 1,800 a.C. que surge la cerámica. De los primeros trazos que tenemos en el país es la preclásica de la Costa Sur ubicada en el sitio de La Blanca. ¿Y qué pasaba al otro lado del Atlántico? La cerámica minoica.
Cerámica preclásica proveniente de la Costa Sur guatemalteca.
Ánfora minoica decorada. Circa 1800 a.C.
Vamos caminando al lado de la civilización occidental y encontramos otro punto interesante: por ahí del año 100 A.C fueron pintados los murales de San Bartolo (Petén). Al mismo tiempo, algún artista mediterráneo, hacía lo mismo en Pompeya.
Reconstrucción del mural de San Bartolo.
Mural de la Villa de los Misterios. Pompeya.
Esto ya se puso interesante, imaginen un planeta entero trabajando en continentes diferentes y creando de forma singular y única, pero de alguna forma comparable. Crear, ese verbo tan afín al arte.
En el año 476 D.C., cae el Imperio Romano y empieza la Edad Media. Por estas latitudes, el periodo Clásico está en su etapa temprana. Si nos movemos a los siglos VII y VIII encontramos que en Guatemala, Tikal goza de todo su esplendor y en Europa, La Alhambra. La piedra está en su momento.
Otra maravilla paralela, los códices mayas (Dresden) y los libros con miniaturas medievales. Obras con soportes y usos similares.
-“Bueno, bueno. ¿A dónde vas con esto?”, se preguntarán.
Pues lo mío es descentralizar el discurso tradicional del arte.Ése que se limita a frases como: “Cuando los españoles llegaron a América, encontraron una civilización que no superó el neolítico superior”. Creo que es importante ver y analizar el arte de forma horizontal, buscando puntos de contacto para acercarnos a la conclusión de que el ingenio humano es, en sí mismo, superlativo.
Hasta ahora vimos el desarrollo artístico con una separación geográfica e ideológica definida. Pero, ¿qué pasó cuando chocaron ambas culturas? Además de la historia cruenta que conocemos, el arte se dejó influir de ambas vías. Como pudimos ver, este continente no era ajeno a la expresión plástica talentosa y se encontraron manos habilidosas para reproducir paradigmas europeos y, al mismo tiempo, plantear nuevas formas.
El barroco encontró terreno fértil y el mestizaje lo hizo grandioso. El mayor ejemplo es la escultura de Jesús de la Merced, ícono barroco guatemalteco que se vuelve canon iconográfico. En Europa, pasaba Bernini.
Detalle de las manos de Jesús de la Merced. Foto de www.elcortejo.com
Detalle de la escultura "Apollo y Dafne" de Bernini.
La escultura fue el medio que mayor altura alcanzó en Guatemala durante esta época. Sin embargo, la pintura no desaprovecha lo que viene importado. Murillo, por ejemplo, influyó la creación de íconos religiosos y pictóricos en todos los territorios españoles.
"La Piedad" de Tomás de Merlo. Parte del conjunto pictórico de la iglesia El Calvario en Antigua Guatemala que fue robado el 5 de febrero de 2014.
"Piedad de Alcázar" Autor desconocido.
El tiempo sigue pasando, llega el Neoclásico con la Ilustración y los libros e ideas se intercambian y evolucionan. A este paso, de forma trepidante, entramos a la era de las vanguardias. Hemos caminado por miles de años y se alumbra el inicio del Siglo XX.
Estos años nos traen cambios fundamentales que el medio artístico nacional va experimentando con timidez. Pintores como Carlos Valenti y Antonia Matos dan zancadas hacia la modernidad.
"Odette" de Carlos Valenti. 1912.
"Chica de Montmartre", Amedeo Modigliani. 1917.
Antonia Matos, década de 1930.
"El Pescador" Joaquín Sorolla. 1904.
Pero en 1944, no sólo se produce la revolución del 20 de octubre. Este hecho es contundente para que el arte en Guatemala empate con el estilo internacional del movimiento moderno y alcance esplendor y renombre global. Carlos Mérida, Dagoberto Vázquez, Roberto González Goyri, Efraín Recinos, Rina Lazo y muchos y muchas más participan de un burbujeante medio artístico latinoamericano, destacan por conceptos propios y novedosos. Guatemala, moderna.
Fragmento de mural "La Seguridad Social", Carlos Mérida. 1959
"El Leñador", Kazimir Malevich.
Creo que ya es momento de detener este texto, estamos a las puertas de la actualidad pero traemos el legado de expresión plástica de cientos de años. Consideremos que sólo hemos visto dos continentes.
La próxima vez que tengamos una experiencia artística, pensemos en el contexto de la obra, su momento de creación e intención, pero sobre todo, disfrutemos del momento: un instante que puede durar siglos.
Ileana Gonzalez /
Es un dato sobresaliente que el arte en Guatemala haya alcanzado su máximo florecimiento con la Revolución del 44.