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El jazz nacional durante la cuarentena

Se publican dos discos ligados al jazz. Uno, el del cantautor Fernando López, titulado Máscaras, y el otro del grupo Jazzimba y su disco homónimo. Dos vertientes con presencia original.

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Esta es una opinión

Dos discos para la temporada.

Fernando López y sus máscaras

Continúan los respiros de jazz en Guatemala. Pese a la época que vivimos, pese a ser un mercado salvaje para el género, varios artistas siguen empeñados en cultivarlo. A inicios de año, el cantautor Fernando López publicó su disco Máscaras. Llevaba años trabajando un proyecto al lado del pianista y compositor Carlos Duarte, y esto le llevó a la idea de esparcirle armonías más sofisticadas y elegantes a sus canciones de reflexión, crítica como también de amor.

El disco incluye siete tracks más dos bonus. Todas las composiciones originales en un vaivén estilístico: Máscaras (jazz latino), Azacuanes y Mi terciopelo (bossa nova), Paseo nocturno y Lía (samba) y Tiempo al tiempo (jazz funk).

Acá el cantautor interpreta al español, al portugués y al italiano.

La banda que le apoya, se conforma con el director musical, arreglista, pianista y tecladista Carlos Duarte, con la base de Henndel Rivas al bajo; Alejandro Soto a la batería; y Luis Teba en el saxofón.

El álbum posee varios desafíos. Uno, convertir tonadas instrumentales de jazz en canciones, a la manera de vocalese, aquel arte que en los años cincuenta del siglo pasado cultivó Jon Hendricks y que resulta infrecuente en el país. Esta vez, López lo hace en Máscaras, Mi terciopelo y Paseo nocturno.

Otra novedad es que esta vez, Duarte no duda en emplear mucho de las armonías y elementos del jazz a ritmo brasileño y latino, a excepción de Apuntes para Gloria y Dolcenera (baladas). Y por último, mencionaré el abordaje de letras en diferentes idiomas.

Me atrevo afirmar que López es un vanguardista entre sus colegas chapines. No elude la aventura. Además, se agradece que Duarte combine el sonido del piano con el de un Fender Rhodes, permitiendo solos de un sax moderno como el de Teba e igual improvisaciones guitarrísticas de un German Giordano.

Sí hubiese valido la pena que López antepusiera las versiones al español de Paseo nocturno y Lía, a las portuguesas. También, al portugués le falta fluidez. Tal vez cantar en otro idioma tome más tiempo para redondearle el sabor que tienen las palabras. También existe la dificultad que tiene López para cantar rápido, esto sucede o porque no es su idioma o por falta de ejercicios, como cantar con metrónomo o practicar staccato, por ejemplo. Por supuesto, López está acostumbrado a melodías lentas y notas largas.

Pero obviando esos detalles, no deja de sorprender que López tenga ese aliento por escribir con ingenio canciones sobre composiciones ya creadas y por atreverse a incursionar en rítmicas que asimila cada vez más. Hasta parece que sus canciones siempre han habitado ese estilo, como parte de la visión del canto nuevo.

 

Máscaras de Fernando López

Jazzimba

Por otro lado, ya tenemos en nuestras manos el nuevo disco Jazzimba, del grupo homónimo, vertebrado desde hace cinco años por el trompetista Jacobo Nitsch y el marimbista Fernando Vásquez.

En realidad esta producción ya la traían en mente desde hace cuatro años. Pero desarrollar material propio tomó tiempo. Ahora desemboca en una placa con seis originales y dos covers.

Lo que Jazzimba se propuso desde sus inicios, continúa en pie. Tocar jazz, pero con sonoridad guatemalteca sin dejar de explorar terrenos contemporáneos y latinos y sin dejar de tener una mirada afectuosa al folclor. Se puede decir que el disco es un excelente muestrario de lo que el grupo puede hacer.

Abrazar todo aquello que les permita expandirse es el eje donde pivota este EP, evidente en Lamento 56, un tema de contrastes, con una progresión y un crescendo tenso y melódico a la vez, como abriéndose paso para llegar a un tenso caos. Luego, la marimba, en tiempo medio, evoca aquellos campos y paisajes del país para convertirse en marco de fondo a un texto homenaje a las niñas fallecidas en el Hogar Seguro (recitado por Luisa González). En fin, hay una mezcla que, a pesar de su complejidad y heterogeneidad, resulta orgánica, viva y fresca. Muy loable, sobre todo en un ambiente musical como el nuestro.

 

Jazzimba

En términos parecidos está Agua clara (de Roberto Estrada), una pieza de aire folclórico a dos tempos, que preludia una marimba para dar pie a un zapateado y luego adopta esa cadencia de vals para darle paso a un solo fluido de trompeta y de teclado (con sonido de Fender Rhodes). Acá el bajo acústico de Álvarez se agradece. El arreglo es novedoso. Casi en los mismos términos ocurre con Noche de Luna entre ruinas aunque quizá más convencional. No hay demasiado riesgo y casi todo está escrito.

Como colectivo el mejor ejemplo está en Samba de ayer, original de Nitsch. La composición trasluce las cualidades que en conjunto posee. Acá hay cohesión, hay ideas, hay arrojo y hay chispa. He de reconocer una improvisación más trabajada de López, lo mismo la marimba de Vásquez que improvisa con paso seguro, maduro y lógico. En cuanto a la trompeta de Nitsch, aunque no se anima a las notas estratosféricas, sí entrega a cambio una improvisación equilibrada con estilo y brillo. Y por último, está una base agitada (batería David Batz y el bajo Luis Pedro González), que toca lo que tiene que tocar y bien, sin artilugios.

Jazzimba es su ópera prima y contiene lo que puede esperarse en el futuro de un grupo que seguro redoblará su sabiduría sonora. Abre así, la puerta a un estilo de jazz original con visión chapina.

Jorge Sierra
/

Lleva quince años dedicado al periodismo musical. Ante cada concierto, disco y encuentro con músicos lleva en mano su libreta de notas. Los programas radiales que dirige le han demandado ser un escucha de amplias miras.


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COMENTARIOS

RESPUESTAS

    Fernando López /

    17/05/2020 10:54 AM

    Mil gracias a Jorge Sierra por este honor! Agradezco sobretodo sus apreciaciones para seguir creciendo en este experimento de acercar la canción comprometida poética social al jazz. Por esa razón, dos veces gracias!

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!



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