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¿Has escuchado el hard bop? A esto suena

En tres años como solista Dina Ramírez ya grabó un disco. Ahora presenta su nueva y segunda producción, 1715, en el que sube un escalón más en los terrenos del hard bop. Su escritura es más sofisticada y su interpretación más libre.

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Esta es una opinión

El disco es una oportunidad para enamorarse del saxofón.

FOTO: DEBBIE MEDINA

Dina Ramírez sigue dando pasos firmes en el jazz. En particular en el hard bop, ese estilo vital para el género a finales de los años cincuenta. La joven saxofonista organiza acá su sexteto al mejor estilo de los combos de la época, algunos de los músicos ya con oficio y otros de reciente inicio, y con ellos da vida siete composiciones inspiradas en grados armónicos. A simple vista pareciera citar años, pero ella explica que no es del todo así.

El disco abre con la breve 1111. Una balada a tempo medio con un swing y una melodía atractiva con improvisaciones de saxofón que lucen una dosis de vieja escuela. En el curso de la misma se acopla cómodamente al trompetista Julio Oliva. Ambos solean con fluidez aunque sin mayor intensidad. Oliva se sabe muy bien la actitud académica, eso de guardar la compostura; por lo mismo, no despega del todo. Hay otros solos como el del pianista Víctor Arriaza que no suda con entera libertad. Arriaza de hecho no es un pianista raudo. El batería sí aporta en solidez y definición al material. El bajo en cambio se ciñe a su guion, no hay riesgo.

 

 

Una pieza que llama la atención es la crepuscular 1993, que Ramírez dedicó al año que nació. La trompeta traza desde un inicio la composición y el saxofón la melodía. Aparece un solo de piano donde de nuevo (ya con su banda lo había mostrado) Arriaza resulta tener una especial inspiración en las baladas lentas y sensibles. Otro que captura la atención es Oliva cuyo sonido le da significado a la tonada. Al final aparecen las improvisaciones de Ramírez, que ya con ese tú a tú con el instrumento, carga de emoción los glissandos y pone su mente en ese juego de grados armónicos, de tonos y semitonos inspirada seguramente en Wayne Shorter o en Bobby Watson, definiendo ya una personalidad interpretativa.

Esta pieza, para mí, encuentra continuación en 1947. Aquí el saxofón tenor de Ramírez se pone en contacto con una ardiente intensidad y/o un dulce lirismo.

Las habilidades como compositora son cada vez más definidas. Aunque es cierto que en esta producción es sosegada. Sí hay espacio a tempos vivos obviamente como en 1425, 1625 y más moderada aún en 1691, esta última una pieza tensa, expresiva, bien planteada. A diferencia del disco Conde Daniel -estuvo inspirada en la letra D- donde mostró rítmicas más variables y melodías más espontáneas, en 1715 desarrolla tonadas densas, con líneas intrincadas e incluso introvertidas.

Entre los invitados de la grabación está el guitarrista Cristóbal Pinto. Tanto en 1425 como en 1715 uno escucha un sonido crudo e improvisaciones atropelladas e inseguras. Yo quisiera creer que no escucha hard bop, porque no encuentro en sus solos melodía, sencillez y esa “noble ingenuidad” como decía Joachin Wickelmann. En cambio, despierta la atención el trabajo de Oliva. Repito, su cálido sonido traslada cierto nivel de expresión emocional y, al evitar ese sonido brillante de la trompeta ortodoxa, me recuerda a Art Farmer. Ojalá siga su evolución.

Hay que recordar que el hard bop se enriqueció con un mayor conocimiento de los supuestos armónicos y una mayor perfección técnico-instrumental. Además, a partir del estilo surgieron nuevos elementos sin renunciar a su fuerza y eso en general acá, escasea. De hecho, se percibe que hay dinámicas y capacidades desiguales. Aunque eso no impide creer que estamos ante una saxofonista que no encuentra obstáculos para alcanzar lo que busca. El swing y la comprensión del género que está adquiriendo; el despertar de una ejecución más suelta, segura e incisiva; la escritura de obras con mayor detalle y desafío; más unas improvisaciones coherentes y ardientes facilitan el camino para que Ramírez caldee el ambiente donde esté. Ante esa verdad, sola o acompañada, a esta chica nada le saldrá mal.

 

El arte del disco estuvo a cargo de Luis Díaz e incluye un comic y la partitura de 1517.

 

ANEXO. El diseño y creación de la portada fue hecha de manera artesanal por Luis de León Díaz. La misma incluye un fanzine (comic a dos colores). Cada parte de la historia del comic tiene su lógica continuación y el lector debe encontrarla. Igualmente adentro se aloja un lienzo que al desplegarse por un lado tiene la partitura de 1715 y por el otro está en blanco, a la espera que algún músico escriba su versión.

 

Jorge Sierra
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Lleva quince años dedicado al periodismo musical. Ante cada concierto, disco y encuentro con músicos lleva en mano su libreta de notas. Los programas radiales que dirige le han demandado ser un escucha de amplias miras.


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COMENTARIOS

RESPUESTAS

    Enrique Cozano /

    10/09/2019 1:59 PM

    La primera vez que la escuché fue en una presentación privada, y a continuación en dos conciertos públicos, con de la Ruth. Conde Daniel fue un gran paso, espero escuchar el nuevo material. Adelante con "1715", Dina.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!



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