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“Mi lucha ha sido demostrar que soy un artista”

Alejandro Marcovich fue durante seis años el guitarrista de Caifanes, hasta que lo expulsaron. Grabó tres discos como solista y hoy es uno de los guitarristas más versátiles y propositivos del rock mexicano.

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Esta es una opinión

Alejandro Marcovich. Foto oficial.

Es un loco apasionado por la guitarra, por la música y ahora más que nunca por la vida. Tiene 58 años de edad. Tiempo durante el cual ha pasado mucha agua bajo el puente. Desde su llegada de adolescente a México procedente de Argentina, y la de tener que adaptarse a una nueva psicología y gastronomía, hasta su permanencia por seis años en Caifanes, uno de los grupos más memorables del rock mexicano, hasta el día que fue expulsado por el vocalista Saúl Hernández, pasando luego por la operación de un tumor cerebral, la grabación de tres discos como solista y por el logro de situarse como uno de los guitarristas más versátiles y propositivos del rock mexicano. Todo eso lo vuelca en primera persona en su autobiografía Vida y música de Alejandro Marcovich, que el artista presenta en Guatemala este viernes 20, en la Feria Internacional del Libro en Guatemala, Filgua.

La entrevista con el también compositor, arreglista, cantante y productor que se asume como una antiestrella de rock, se hizo vía telefónica. Era de esperarse que esta charla tuviera como eje el libro, el que escribió para apartarse, para ver todo en perspectiva, disfrutar del rapto de la soledad y para que la memoria pulsara en automático eventos vitales.

JS–¿El texto es solo tuyo, tuviste revisiones de otras personas, te ayudaron?
AM–No. Lo escribí solo en su totalidad. Por supuesto que en todas las editoriales, siempre pasa a revisión de un editor que, en este caso, no tocó nada sustancial, ni el estilo, ni la escritura, ni el contenido.

–¿Lloraste, te entró nostalgia, te afectó mientras lo escribías?
–Realmente no. Las heridas que pudieron existir en el transcurso de mi vida, están fielmente retratadas en el libro. Considero que me desnudé bastante. Más que llorar las veo con simpatía y tolerancia hacia mi vida, mi intimidad, de cómo ha sido, porque finalmente todo eso es lo que soy, un artista que ha podido construir un discurso personal.

–¿Cuál fue la parte más difícil a la hora de escribirlo?
–Acordarme de las cosas, acordarme de cómo fueron, retratarlas de la manera más transparente y justa, sin ponerle tintes y adjetivos. He escrito con la mayor objetividad periodística. No es una novela. Yo soy el narrador, pero trato de estar como observador de mi propia vida.

–Entiendo que el libro te trajo problemas con tu excompañero Saúl Hernández que te señala como un villano, pero ¿hay otras personas que rechazaron lo narrado?
–Hay gente que tenía una percepción muy negativa de mi, pero al leer el libro y entender variedad cosas que estaban vedadas o que habían sido narradas de manera confusa, se aclaró su mente. A partir de ahí, cambiaron su concepto de mi persona y del artista. En 1995 cuando se gestó de manera unilateral mi salida del grupo Caifanes, que acabó en la formación de un nuevo grupo llamado Jaguares, pasé a ser el villano. Pero todo fue una manipulación mediática. Mi lucha ha sido demostrar que soy un artista, no esa persona que dicen. Y como se podrá ver en este libro no empiezo diciendo: “Atención todos, soy una ovejita y no soy un villano” (risas), pero creo que se deduce por la integridad de ser humano que soy y de mi lucha. El tiempo ha demostrado, por encima de todo, la calidad de mi arte. Al fin de cuentas con los artistas, políticos o deportistas, lo más importante es poner en tela de juicio su obra, y no si son simpáticos, si saben cocinar o no. Lo que sale a la superficie es mi obra y eso deja más claro quién es quién.

–Pero Hernández sí dijo algo
–El cantante de Caifanes apareció defendiéndose de un supuesto ataque que el libro iba a representar, cosa que no fue real. El texto no lo ataca, lo que hace es poner sobre la mesa una serie de acontecimientos que en alguna manera sí lo señalan, pero porque así fueron las cosas. Es un documento periodístico, un recuento realista acerca de la historia del grupo. Y aunque algunos digan que es mi verdad, lo que relato es igual de verdadero a lo que se narra del lado contrario. Yo no hablo por los demás actores sino que hablo por mí, por lo que viví. He sido muy prudente, muy cauteloso en el uso de las palabras para no decir mentiras.

–¿Y quedaron muchas cosas fuera del libro?
–Sí por supuesto. Toda la batalla legal que me tocó vivir en un juicio civil contra Berthelsmann Music, la casa disquera en donde estaba contratada Caifanes. Esa pelea no está narrada en el libro porque no cabe en una autobiografía.

–¿Algunos ven vanidad de tu parte en el libro?
–(Risas) ¿Qué artista no es vanidoso? (vuelve a reír) Si tú no tuvieras un grado de orgullo, de egolatría no expondrías tus obras públicamente. Creo que un grado moderado de vanidad y autoestima e idolatría la tiene cualquier artista, pero tampoco a los extremos de un Salvador Dalí. A mí me gusta lo que hago sino, no lo expondría. El mismo Paco de Lucía dijo que, “el primer juez de mis cosas soy yo mismo y es al primero al que le debe gustar”. Si el artista está enamorado de lo que hace probablemente le guste a alguien más, pero uno no graba un disco o no sube al escenario si no estás profundamente enamorado de lo que hace. Sobre esa base tiene que haber un cierto grado de vanidad.

–Estamos en tiempos que los músicos escriben sobre su vida (Slash, Jorge González, Viv Albertine, Art Garfunkel, Lou Reed, etcétera) ¿Es una forma de construir identidad o buscan no ser encasillados?
–Yo tenía que poner en claro un montón de cosas, tenía que explicar mi papel como actor en esos años de gran éxito. Eso tal vez lo debí haber hecho en 1995, pero no pude en ese momento. Yo tenía ganas de escribirlo porque tengo cosas que decir y necesito decir. Quizá alguien se sienta motivado a leerlo por el morbo o por el interés genuino acerca de un artista que admira, de saber un poco más, de sus historias, de su paso por la industria, de cómo fue que grabó el disco tal, pero también de cómo era de niño o era de chico.
El libro tiene un trasfondo educativo. Veo que muchos músicos no tienen idea de las cosas que pasan tras bambalinas y este texto las desnuda. Este libro pone en tierra a mi persona porque a mí nunca me ha interesado construir un ídolo, una persona o una imagen pública inaccesible, ese personaje que anda de aquí por allá con lentes oscuros, no. Te digo, lo que pueda decir hoy seguramente lo dije hace 35 años y esa integridad, esa lucha persistente es la que tiene valor en mi.

–¿Ha cambiado mucho tu vida en los últimos ocho años?
–Bueno, han cambiado cosas a raíz de esa operación que tuve en el cerebro (un tumor), han cambiado cosas de esta segunda expulsión del paraíso económico Caifanes porque el grupo estuvo mal construido desde sus cimientos, me refiero legales, entonces no ha sido tan fácil desheredarme. Por supuesto que yo lo estoy padeciendo como cualquier músico independiente que hace su lucha por hacer sus cosas, saqué dos discos independientes (Nocturnal, Alebrije y un tercero en colaboración), lucho por que se den a conocer, seguramente también estoy luchando como siempre por mi salud que me pone en claro lo frágil que es la vida en cualquiera de nosotros, la que damos por hecho su estabilidad.

–Por último, ¿te precias de tener buena memoria?
–No creo tener una memoria privilegiada. En definitiva las cosas que relato son porque en verdad las tengo nítidas en mi memoria. Si las tuviera ligeramente borrosas no las escribiría. Eso que quede claro.

Alejandro Marcovich ofrecerá un taller para guitarristas el sábado 21 de julio en Majadas Once. Mayor información en Facebook/Majadas.

 

Jorge Sierra
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Lleva quince años dedicado al periodismo musical. Ante cada concierto, disco y encuentro con músicos lleva en mano su libreta de notas. Los programas radiales que dirige le han demandado ser un escucha de amplias miras.


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