Cuando comencé el 2015, me encontraba en plena crisis existencial. El 2014 fue un año muy duro: perdí a mi tío después de que luchara más de un año contra un cáncer terrible. También perdí a otra tía, prima de mi papá. Desde que me gradué del colegio, tuve la sensación de que había perdido el tiempo por miedo a involucrarme en las actividades de mi promoción; en ese entonces, mi ansiedad siempre me ganaba. Y bueno, esa sensación de haber perdido el tiempo se acrecentó con los años desde que me gradué en 2011, y luego de la muerte de mi tío y tía, pues terminé reconociendo mi mortalidad: ya no podía seguir perdiendo el tiempo.
Comenzó el año y busqué trabajo. Necesitaba una distracción para mantener mi cabeza ordenada y disciplinada. Trabajé en un bufete desde abril hasta septiembre, y fue allí donde me di cuenta (así como lo hizo mi jefe) de que el trabajo de un abogado corporativo no era mi vocación. De haber sido un año normal, quizás hubiere sido algo en lo que podría haber cosechado un éxito moderado. Pero no fue así, precisamente porque creó conflicto con mis otras actividades: escribir e involucrarme en Landivarianos y en la Coordinadora Estudiantil Universitaria de Guatemala.
En marzo, por fortuna, Ana Carolina Alpírez me ofreció este espacio para escribir. Tenía miedo de tomarlo, pero a la vez no podía decir que no. Escribir siempre fue mi primera vocación, nada me ha gustado tanto desde que comencé a hacerlo. Me gusta poder retarme a escribir textos cada dos semanas, e investigar sobre lo que escribo.
Luego, comenzó “la coyuntura”. Comenzaron las protestas. Comenzó mi activismo. Comencé a conocer y juntarme con muchas personas brillantes y alegres, personas que comparten la causa de que el país no está perdido. Comenzamos a trazar la línea de un modesto movimiento estudiantil. Pese sus aciertos y desaciertos, persiste. También he conocido a otros jóvenes que han conformado sus propios colectivos, y que buscan incidir en la política. Si el 2015 tiene algo rescatable, es que hay más personas progresistas interesadas en participar en la política que antes. Que puedan cohesionarse entre sí y formar un partido viable, está por verse.
Pasaron los meses, pasaron los fines de semana de protesta y reuniones, pasó el #27A, pasó la remoción del antejuicio del presidente y su renuncia, pasó la primera elección donde se descartó a Baldizón como candidato, pasó la elección de Jimmy... y heme aquí en enero, pensando en qué se viene. Entro a la recta final de mi carrera, a quinto año de Derecho. Mis amigos mayores cerrarán pensum, terminarán su tesis, se graduarán y se irán. Otros irán por su maestría. Toca un año de esfuerzo, de fortalecimiento de los movimientos en los que participo, de dejar de vivir a la deriva.
Espero que este sea otro año tan retador y sorpresivo como el 2015.
Cristián Guerra /
Yo regreso a estudiar Ciencias Políticas y a involucrarme de vuelta en todo.