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La historia encima, detrás y debajo del Puente Belice

Más de 63,000 vehículos circulan a diario por el puente más transitado de Guatemala. El inestable estado de la vieja estructura preocupa a conductores y a autoridades. El Gobierno negocia con Corea un proyecto para descongestionar el tráfico. Pero abajo, en un área marginal de la ciudad, las más de 330 familias que invadieron los terrenos hace 60 años, temen más por posibles realojos que por la caída del puente.

Cotidianidad Guatemala urbana P147

Un niño se tapa la cara debajo del Puente Belice, donde queda su casa.

Fotos: Rocío Conde

Por un puente de 240 metros de largo, circulan 56,000 carros y 7,000 trailers al día. Un tráfico imparable en una estructura que no ha recibido mantenimiento desde su inauguración en 1958, hace exactamente 58 años. La remoción y una plausible obra futura dificultaría la permanencia de las más de 330 familias que viven en el entorno del puente Belice. Muchas viven ahí desde hace tanto como el puente, cuando llegaron a invadir, en la época en que sobre el puente pasaban 1,500 carros al día. Esas familias viven en un área riesgosa por deslizamientos e inundaciones, pero pese a los numerosos estudios oficiales de evaluación de la zona y los recientes informes que se están trabajando sobre el puente, el estado de la obra no ha sido nunca prioridad de ninguna administración. Ni del gobierno ni de la municipalidad.

1. El techo de Liliana Cahabón

Preguntar por el pasado es preguntar sin saberlo por el futuro. Liliana Cahabón nació hace 38 años en una casita de la colonia Jesús de la Buena Esperanza, una zona roja de la ya de por sí complicada zona 6 de Ciudad de Guatemala. A la pregunta de cuánto tiempo lleva viviendo ahí, Liliana responde que hace mucho, tanto que en estos terrenos, invadidos a inicios de los años cincuenta, nacieron todos sus hermanos. El más grande tiene 46 años. Pero rápido Liliana interrumpe sus recuerdos y presenta sus miedos: “Ahorita el problema es que nos han llegado rumores de que nos van a sacar de aquí. Por el puente. Estamos a ver qué pasa, a dónde nos van a mandar”.

 

La casa de Liliana Cahabón.

La casa de Liliana Cahabón.

El puente más transitado de la capital de Guatemala es el techo de Liliana Cahabón. 63,000 carros pasan a diario por encima de su casita de lámina, que queda justo debajo de las vigas amarillas que soportan el Puente Belice. Ahí vive desde hace once años, con su esposo y sus tres hijos, ésta creyente evangélica. No tiene escrituras, como la mayoría de vecinos de las cinco colonias del área. Vive en un terreno que debería tener un dueño legal, pero desconoce quién es y nunca ha llegado a reclamarle.

En 2010, hace seis años, Liliana Cahabón escuchó los primeros rumores de que el puente estaba mal, que era riesgoso vivir ahí y que podría haber desalojos. Pero tras el ruido mediático, el riesgo quedó en silencio. Cinco años después, recibió una notificación de la Municipalidad informándole de que la Jesús, como llaman a su colonia, era “inhabitable”. Escrito en negrita y mayúsculas. Ése era el dictamen que la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred) había enviado a la Muni.

Como esas personas tímidas que se visten de palabras, mientras habla en el interior de su casa, Liliana Cahabón parece súper platicadora. Pero la verborrea de esta mujer tiene más que ver con el temor que con la elocuencia.

El silencio administrativo duró relativamente poco; seis años. En abril de 2016, junto al resto de vecinos, fue convocada a una reunión. Era la primera vez que iba a escuchar hablar técnicamente del Puente Belice: “Nos hablaron que quieren componer el puente, pero a la larga dicen que quieren hacer dos puentes gemelos, que hay que hacer un censo y que tenemos que estar preparados para dentro de año y medio”.

En la reunión, dice, había un representante del Ministerio de Comunicaciones, que les emplazó a una reunión en junio para hablar con Conred. “Pero para eso [el arreglo del puente] dicen que quieren sacar a toda la gente”. No les dieron mucha información, asegura. Pero ella está segura de qué pasaría si los reubicaran: “Como siempre decimos: si nos vamos, vienen otros”.

La Municipalidad de Guatemala rechaza la posibilidad de hacer un censo en un asentamiento ilegal porque eso implicaría darle al área un título de legalidad. Sin embargo, el 24 de mayo, mientras el puente era cerrado por unas horas al tránsito para unas mediciones, un técnico de la Muni llamó a la puerta de Liliana Cahabón. Le preguntó que cuántos vivían ahí y si tenía luz y agua. Cahabón dice que el técnico le informó de que estaba haciendo un censo, la Muni dice a Nómada que era “un parámetro”.

2. El ingeniero que iba a repararlo (y demandó al Gobierno)

Los cuatro jinetes del Apocalipsis protagonizan un video sobre el puente Belice. La victoria, la guerra, el hambre y la muerte presuntamente anticipan el papel que tuvo el ex presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt para sacar a su pueblo de la Gran Depresión a través de importantes obras arquitectónicas. Como ejemplo de lo que Guatemala tiene que hacer, el ingeniero Roberto Peralta lo utiliza para presentar su proyecto Icono Nacional 2016. “Hace falta un icono que levante la moral del pueblo”, dice mientras muestra el video en su despacho de zona 15.

 

El ingeniero Peralta.

El ingeniero Peralta.

En 2010, la ceniza del volcán Pacaya en erupción y los efectos de la tormenta tropical Agatha afectaron a la estructura del Puente Belice. El Gobierno de Álvaro Colom declaró estado de calamidad pública e invitó a varias empresas a presentar un estudio de diseño de refuerzo estructural y reparaciones por Q35 millones. Ganó el Grupo Fénix, empresa del ingeniero Peralta, e incluyó, según su versión, una propuesta para que el puente recibiera tráfico de la carretera al Atlántico y el puente de las Vacas (antigua vía del tren paralela al Puente Belice), el tráfico proveniente de la capital y una línea de los buses del Transmetro.

“La única persona que sabe exactamente la situación del Puente Belice en el mundo… soy yo”, dice el ingeniero Peralta que, aunado al estudio, compró vigas que valora en más de tres millones de dólares (Q20 millones). ¿Por qué compró vigas? La larga explicación que ofrece no aclara la compra para un contrato que el Ministerio de Comunicaciones rescindió, acusándole de no realizar las reparaciones. El tema se enfrascó en un litigio que, según el ingeniero Peralta, imposibilita cualquier reparación posterior mientras no se resuelva. Es decir, o lo repara él o no lo repara nadie.

“El puente está en riesgo latente: en el momento en que haya sobrecarga, el puente se cae; y si hay un sismo igual o mayor a 6.4 grados Richter, el puente se cae”, afirma el ingeniero.

3. El Gobierno dice que el puente no se cae

El olor a tabaco de sus interlocultoras le molesta. Armando Fuentes, director general de Caminos, interrumpe la primera pregunta para repartir chicles de menta. Este catedrático de la Universidad San Carlos trabaja desde octubre de 2015 como director general de Caminos del Ministerio de Comunicaciones. Es decir, viene desde la administración del expresidente Alejandro Maldonado. En la tercera pregunta, invita a una habitación contigua y usa un pizarrón para explicarse: “El puente se está comportando saludablemente bien en estos momentos”, dice en referencia a la parte por donde transitan carros. Las vigas aún no han sido analizadas.

 

El director de Caminos.

El director de Caminos.

En febrero de 2016, el estado del puente se volvió de nuevo mediático. El Gobierno y la Muni llevan desde final del año pasado en reuniones para elaborar varios informes de la estructura, una estructura que no ha recibido mantenimiento en 58 años de existencia. Cuentan con apoyo de la Universidad de San Carlos y la Mariano Gálvez, así como del instituto de investigación Asies y la Conred. En marzo, la Conred solicitó a Grupo Fénix el estudio que hizo en 2010, pero el ingeniero Peralta dice que no se lo compartió, que sólo llevó el video de Icono Nacional 2016.

El director Armando Fuentes no quiere hablar del litigio, porque Grupo Fénix presentó una protesta judicial, pero de lo que sí habla es de Corea como plausible financista de un proyecto muy vinculado al puente. Y algo más. Según cuenta, en 2008, la embajada de Corea presentó un proyecto para usar el puente Las Vacas para el tránsito exclusivo de carros, así como del transmetro. Por Q22 millones. Pero un largo litigio con Ferrovías impidió al Gobierno usar el puente Las Vacas. Ahora, finalizada la demanda de la antigua Ferrocarriles de Guatemala (Fegua), el socio mayoritario de Ferrovías es el Estado y el Gobierno flirtea de nuevo con Corea.

¿Quién buscó a quién? “Nosotros promovimos que se volvieran a interesar”, dice el director Fuentes junto a un puente a escala del de Belice, frente a su pizarrón. Tras convencer al actual embajador, la primera semana de junio tiene una reunión con un representante del Banco de Corea. “Pero eso es a largo plazo, no va a suceder en este año”, matiza, aunque tiene una reunión en dos semanas con banqueros del país asiático.

Los estudios que supervisa sobre el Puente Belice concluyen en breve. Y su objetivo es que aguante otros 30 años tras una buena reparación, dice este técnico que es bien tajante con la situación de los vecinos que viven bajo la estructura: “Debajo del puente, y debajo de las líneas eléctricas, nunca debe de haber una persona viviendo”.

4. La pelota del desalojo

A las colonias Jesús de la Buena Esperanza, La Paz y El Carmen, se accede por una cuesta desde arriba del puente, al final de la zona 6. La otra opción son las empinadísimas escaleras que comunican los asentamientos con la carretera al Atlántico. Ahí, la vida, desde inicios de los cincuenta, ha sido una constante ocupación hasta tener en la actualidad un puñado de casas de lámina, una pequeña iglesia católica y dos evangélicas, además de puestos de tortillas y churrasco. La vida, en el día, se vive en la calle.

Por estar ubicadas en las laderas de un barranco, donde hay desechos de basura, que llegan al fondo del río (de aguas negras) Las Vacas, la Conred ha emitido al menos tres informes para avisar de su situación riesgosa ante lluvias torrenciales o deslizamientos. En 2003, la institución estatal recomendó que “las personas y autoridades locales busquen su traslado”. En 2010, insistió en que la zona no es habitable.

El vocero de la Municipalidad, David Sandoval, dice que es la Conred la que tiene que proceder a solicitar desalojos, si lo considera. “La notificación [de 2010] de Conred no nos dice mucho: solo nos dice que es un área que corre riesgo, pero no hay indicación de desalojo”. Es decir, que diga que es inhabitable no es sinónimo de desalojo.

El vocero de la Conred, David de León, responde amparándose en el artículo 53 del Código Municipal, que dice que el alcalde tiene que “adoptar personalmente, y bajo su responsabilidad en caso de catástrofe o desastres o grave riesgo de los mismos, las medidas necesarias”.

Y de vocero a vocero pasándose la pelota, en realidad, ambos podrían solicitárselo al Ministerio Público, pero principalmente sería el dueño del terreno en base a la siguiente ecuación: la Conred debe de emitir la alerta, pero todas las instituciones integradas en Conred deben de ejecutar (Muni, PNC y ejército) la petición de desalojo.

Municipalidad y Conred se escabullen sobre el miedo de Liliana Cahabón a una reubicación. Pero el vocero municipal Sandoval sí se pronuncia sobre el temor al presunto censo, cosa que niega porque eso implicaría considerar legal su asentamiento. Pero la Muni ha ayudado con agua potable y drenajes en el área, ¿eso no es considerarlo legal?, se le pregunta

– Ese es el lado humano de la institución. Ahora, si la Conred determina que no pueden vivir ahí, entonces procedemos a informar a los vecinos.

5. El pan caliente, el riesgo del fuego

Huele a pan sin cocinar. Y la canasta está vacía. El hijo y el sobrino de Liliana Cahabón golpean la masa, le dan forma antes de hornearla. Desde hace dos años, en esta casa del sector 4 de la Jesús hay una panadería. El marido de Liliana era panadero y les enseñó a todos. De eso comen; de eso, básicamente, viven. Ellos no lo saben, pero la Dirección General de Caminos considera un riesgo para las vigas la emisión continua de calor en las casas que hay debajo del Puente Belice. Aunque sea a pequeña escala. Aunque para que el puente se tuerza, tendría que haber un incendio de 3500 grados.

Liliana Cahabón está preocupada por el futuro de sus hijos, que estudian los fines de semana. A menudo, ella les pone a Bernabé Ramírez de ejemplo. Bernabé Ramírez era su vecino de puerta con puerta, un joven que hoy tiene 27 años, que llegó al puente con sus papás en 1992 y que se fue quince años después, a la más tranquila zona 18, donde él paga la hipoteca de la casa donde vive sus papás y su hermana.

Bernabé Ramírez, obcecadamente estudioso, participó en el proyecto Puente Belice, la iniciativa jesuita “Padre Manolo Maqueira” que permite a jóvenes estudiar y trabajar desde el bachillerato y obtener una beca completa en la Universidad Rafael Landivar. “No sabemos cuántas horas él pasó estudiando, no sabemos qué es lo que le motivó a estudiar, tal vez el tenía en su mente sacar a la mamá de aquí”, reflexiona Liliana Cahabón.

Para el chico ejemplar,  “lo académico se relaciona mucho con lo que uno va queriendo ser en cada momento”. El muchacho que de niño soñaba con ser brocha de camioneta, y que lo hizo durante un tiempo, acabó licenciándose en Administración de Empresas, con una maestría en Administración Industrial.

Pero en la universidad comenzó la pena. “Apenarme al bajar del bus, no poder decir: va, nos reunimos en mi casa”. Su casa era un pasillo de 2 por 6 metros, que hoy pertenece a Liliana Cahabón. “Era una cosita, un huevito”, dice Bernabé Ramírez, que sigue vinculado al barrio porque da clases a jóvenes como él y además trabaja como analista en el Ministerio de Gobernación. Pero Bernabé Ramírez no sólo se fue por progresar: “Entraron a robar a la casa y se llevaron lo poco que teníamos: el televisor, el radio, la máquina de escribir… Estábamos nosotros. Fue algo traumante. Y casualmente había unos primos que venían de viaje”.

Preguntar sobre el futuro es preguntar sin saberlo sobre el pasado. El risueño y pragmático Bernabé Ramírez, mientras habla de su nuevo trabajo, mira abajo de la ladera la basura que se acumula frente a su antigua casa, evoca los días en que se tiraban a jugar sobre el ripio. A continuación Bernabé mira hacia arriba, a las vigas y cuenta cómo los patojos más atrevidos jugaban a llegar a las columnas. El que lo lograba, era el popular.

– ¿Y vos intentaste caminar bajo el puente?
– No, nunca califiqué para eso.


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COMENTARIOS

RESPUESTAS

    Jorge Paz /

    05/05/2018 5:16 PM

    Como todos los reportajes de nómada.. exelente!!

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Manolo /

    31/05/2016 1:01 PM

    "Ellos no lo saben, pero la Dirección General de Caminos considera un riesgo para las vigas la emisión continua de calor en las casas que hay debajo del Puente Belice. Aunque sea a pequeña escala. Aunque para que el puente se tuerza, tendría que haber un incendio de 3500 grados." ¿Uds. no saben que también existe la falla de materiales por fatiga? Si agarran una gran pieza de metal y con paciencia empiezan a aplicarle esfuerzo externo va a fallar en algún momento, lo mismo sucede con el calor porque es una fuerza externa que a la larga debilita a los elementos de la estructura.

    ¡Ay no!

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    ¡Nítido!

    alfonso villacorta /

    31/05/2016 12:34 PM

    comenzando por el nombre del puente. todo lo demas es como surrealismo. las bases donde pasa toda la riqueza que sale y entra de santo tomas de castilla son pura pobreza, marginalidad, invasion, desamparo y sin forma de solucion, hasta que eso se caiga solo

    ¡Ay no!

    1

    ¡Nítido!

    Jose Lopez /

    31/05/2016 10:11 AM

    El video del Ing. Peralta tiene ruido de fondo que en nada ayuda a entender el bajo volumen de la entrevista. Ojala no sean mañas.

    ¡Ay no!

    1

    ¡Nítido!



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