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Pese a la evidencia, ¿aún negás el cambio climático?

El 26 de noviembre, la Red de Amigos de la Naturaleza –Rana– publicó un comunicado en elPeriódico denunciando el “alarmismo climático” imperante en torno a la Conferencia de las Partes (COP21) que se está llevando a cabo en París. El argumento de Rana es que dicho “alarmismo” incitaría a la firma de protocolos o instrumentos de los cuales derivarían obligaciones internacionales para Guatemala que limitarían “la libertad de producir mediante las técnicas y formas que el mercado ofrezca como más eficientes”. Asimismo, Rana afirmó en el mismo comunicado que “investigadores independientes han demostrado que durante los últimos 19 años no ha existido un calentamiento global significativo”, y que el hombre no ha incidido en el clima.

Cotidianidad Opinión P369
Esta es una opinión

Uno de los principales efectos del cambio climático es el deshielo de los polos, que afecta a una gran cantidad de especies.

Foto: Flickr, Valerie

Pues bien, entenderán que al leer esto[1] me quedé perplejo. Es decir, he leído y escuchado por mucho tiempo que existe un incremento en la concentración de gases de invernadero –llamados así por el efecto de calentamiento que causan cuando la radiación solar choca contra las partículas de dichos gases en la atmósfera–, y que por esto mismo se agravan los efectos del cambio climático. Tomando en cuenta que leí esto en el único noviembre del que tengo memoria en donde llovió al mismo nivel que septiembre (llamé al INSIVUMEH para ver si mi impresión estaba en lo correcto, pero aún no tenían los datos disponibles), me pareció bastante irreal negar que no existe injerencia humana en el cambio climático.

Según los datos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático[2], hasta el año 2013 existía una concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera de 390.5 partes por millón (ppm). Esta concentración representa un incremento de un 40%, según el mismo reporte, desde 1750 (puede medirse el nivel de dióxido de carbono atmosférico mediante la extracción de hielo ártico en donde se concentra el CO2). Según los datos del observatorio de Mauna Loa en Hawaii, adscrito al National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA) y al Earth System Research Laboratory (ESRL), en 2015 la concentración de CO2 atmosférico se encuentra en 400 partes por millón, y se ha incrementado drásticamente desde 1960, según se muestra en la gráfica siguiente[3]:

 

Concentración de CO2 atmosférico durante los últimos 50 años.

Rana, en su comunicado, afirma que la concentración de dióxido de carbono no determina la temperatura del planeta. Esto, en parte, es cierto. La temperatura del planeta no depende necesariamente de la concentración del CO2, aunque sí es un factor a tomar en cuenta. Sería irresponsable no mencionar el hecho que existe una correlación entre la concentración atmosférica del CO2 y el incremento en la temperatura del planeta. Esto se ha establecido por medio de la paleoclimatología, la ciencia que estudia el clima antes de la existencia de registros climatológicos. Según datos de la NOAA[4], aunque no exista una relación directa de causa y efecto entre concentración de CO2 y temperatura, hay una correlación lo suficientemente fuerte como para esperar razonablemente que, al disminuirse la cantidad de CO2 atmosférico, exista entonces una disminución correspondiente en las temperaturas globales. La NOAA, además, publicó una gráfica[5] con datos que establecen la correlación entre el cambio de temperatura atmosférica y la concentración de CO2 atmosférico, también basándose en concentraciones encontradas dentro de testigos de hielo, muestras cilíndricas de hielo que se extraen en las capas de hielo polares o glaciales. La gráfica se encuentra a continuación:

 

Correlación entre el cambio de temperatura y la concentración de CO2 atmosférico.

Habiéndose establecido la correlación entre concentraciones de CO2 atmosféricas y el calentamiento global, es necesario también refutar la afirmación de Rana que “durante los últimos 19 años no ha existido un calentamiento global significativo”. Pues bien, la fluctuación en la temperatura media durante los últimos 55 años no ha incrementado más de 0.7 grados centígrados, según la University Corporation for Atmospheric Research (UCAR)[6]. Esto puede parecer insignificante, hasta que se compara con años anteriores y registros paleoclimatológicos, y se evidencia que los últimos diez años han sido los años más calurosos registrados en 1400 años. El incremento en temperaturas desde 1960 se establece en la siguiente gráfica, utilizando datos de NOAA:

 

Correlación entre el cambio de temperatura y la concentración de CO2 atmosférico.

Tomando en cuenta estos pocos datos que logré recabar, me parece completamente irresponsable por parte de Red Rana negar tanto la existencia del cambio climático como descalificar a la comunidad científica y a los activistas del medio ambiente como “alarmistas”. Quizás esa es la impresión simplista que tienen los varios fundadores de Rana: abogados, ingenieros, periodistas y economistas liberales o libertarios. No sé qué recomendaciones podrá haberles dado su equipo de expertos, pero es muy difícil buscar alternativas de libre mercado al problema del cambio climático y del calentamiento global, si se empeñan en negar el problema desde un inicio.

Menos mal no son pocos los que se empeñan en buscar soluciones a la problemática ambiental del país. Recuerdo a mi abuelo, Mario Dary Rivera, quien se empeñó en fundar el Centro de Estudios Conservacionistas (CECON) de la Universidad de San Carlos, y promovió la creación del Biotopo del Quetzal, precisamente para conservar el hábitat del ave nacional, y preservar la flora y fauna nativa. También es esperanzador que exista interés por parte de la Coordinadora Estudiantil Universitaria de Guatemala (CEUG) por refutar los argumentos vertidos por RANA, en su comunicado de fecha 30 de noviembre[7]. Tampoco hay que ningunear los esfuerzos del Centro de Acción Legal, Ambiental y Social de Guatemala (CALAS) por promover el estricto cumplimiento del estado constitucional de derecho, y por fiscalizar el cumplimiento y protección de los derechos humanos ambientales. Son tres ejemplos de organizaciones –entre muchas otras– que buscan promover el cuidado al medio ambiente y que reconocen la necesidad de actuar ante el cambio climático.

El cambio climático y el calentamiento global son temas que nos conciernen a todos. Por ser un país mayormente agrícola, Guatemala no puede darse el lujo de adoptar un rol presencial en conferencias como la COP21 en París. Asimismo, tampoco puede desatender la pérdida y reducción de la biodiversidad en su territorio. Por eso mismo, es imperativo que el Estado adopte todas las medidas necesarias para la conservación del medio ambiente, y que encuentre una política que pueda permitir el desarrollo económico sostenible con la protección ambiental. Hacerlo obedece más al sentido común y al sentido de autopreservación que tiene el ser humano, que al mero alarmismo climático.

 

[1] Comunicado de Red Rana, publicado en Diario Digital el 30 de noviembre de 2015. Consultado el 7 de diciembre de 2015.

[2] Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático: Cambio Climático 2013: Bases físicas. Contribución del Grupo de trabajo I al Quinto Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático. 2013. Disponible en inglés, en este enlace. Página 161. Consultado el 7 de diciembre de 2015.

[3] Tomada de: http://www.esrl.noaa.gov/gmd/webdata/ccgg/trends/co2_data_mlo.png

[4] National Climactic Data Center. “Temperature change and carbon dioxide change”. EE.UU., 2008. Consultado el 7 de diciembre de 2015.

[5] Íbid.

[6] University Corporation for Atmospheric Research. “How much has the global temperature risen in the last 100 years?”. EE.UU., 2014. Consultado el 7 de noviembre de 2015.

[7] El comunicado se encuentra disponible en la página de Facebook de la CEUG.

Martín Berganza D.
/

Nacido en el 93. Estudiante de cuarto año de Derecho, muy a su pesar. Mantiene una relación amor-odio con su país, siempre con una intensa curiosidad y deseo de entenderlo. Adora la literatura y la historia. Intenta aprender a vivir. @MB1193.


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COMENTARIOS

RESPUESTAS

    El (penoso) negacionismo del cambio climático /

    16/12/2015 6:40 AM

    […] de recursos naturales– no es la excepción y han surgido grupos intentando seguir este modelo; un reciente artículo de la Revista Nómada expone uno de ellos llamado Red Rana. La estrategia es clara: ante la imposibilidad de rebatir […]

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Rodolfo Monterroso /

    08/12/2015 11:02 PM

    El cambio climático, digamos "menos conocido" por decirlo de cierta forma en nuestras latitudes (diversas razones: educación, interés político, social, etc) rara vez es negado por aquí. Volviendo a lo mismo, hay muy pocos intereses económicos como en los países en que si es negado; vamos a lo objetivo, de los 18.7 TW de producción anual de energía, Guatemala produce un chiste, digo 0.012%, literalmente (2.4GW), de los cuales una fracción muy considerable proviene de fuentes no fósiles que es donde estriba el problema (pues, el de la discrepancia económica quiero decir), así que muy poco debería estar en discusión aquí. Muy a diferencia del resto del mundo en donde si se produce energía fósil, la cual, muy a nuestro (bueno el mío no tanto) disgusto, sigue ocupando, y se proyecta a ocupar (recomiendo revisar enerdata, BP, iea, World Energy Statistics) más del 95% aún en los próximos veinte años. Y es que hace falta entender un poco (poquito na más) de producción para ver que la transición no está a la vuelta de la esquina por muchas, muchas razones (potencia, seguridad energética, el dato mencionado de consumo, capacidad de los paneles, eficiencia, tamaño, aspectos laborales, uff mejor no sigo, el internet que usamos, los telefonitos, uy no de verdad que mejor no sigo). Ya nos podremos imaginar que el negocio más continuo de la Tierra, podría suscitar polémica en cuando a la forma de producción y la creencia o falta de ella en el efecto de anhídrido carbónico como aislante y si su incidencia es más alta que lo que fue hace, digamos 100,000 años por cierto, en las gráficas tan limitadas que vimos en este artículo no hablamos de distintas variaciones en los núcleos de Vostok en otras eras, por ejemplo Precámbrica y Paleozóica en donde las fluctuaciones rebasan por mucho el valor actual,tampoco las variaciones en temperatura por ejemplo de 140,000 años las cuales superan las actuales, ni los calentamientos romano, minoano y holoceno (2, 3.5, 7 y 8 mil años), ni tampoco estamos tomando la casi nula correlación entre las temperaturas y el incremento del dióxido de carbono en un periodo de 10,000 años... lo que quiero decir es que este análisis es más bien trivial y no es lo suficientemente estadístico, estas no son evidencias ni me parece que nadie en Guatemala niegue el cambio climático, más bien me parece que países como el nuestro son los más afectados si llegan a existir los cambios por nuestra poco capacidad de producción sobre todo con combustibles fósiles (porque bueno esos si que producen, no lo digo por malo, pero porque así es y siendo objetivos con las eficiencias energéticas nada más) y nuestro desarrollo se ve mermado por no hacerlo.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Antonio Casano /

    08/12/2015 12:42 PM

    Estimado Martín:
    Muy buena reseña la que has hecho y me alegra que cada día existan personas que se interesan en temas ambientales. Con respecto a lo de RANA, una recomendación general: No hay que gastar escopetas en zanates. Vivimos en un país con incipiente democracia y la libertad de expresión es una libertad que debemos preservar. Independientemente que el comunicado de RANA sea una auténtica burrada, debemos de respetar lo que dicen y escriben. Eso sí, señalar que es una organización que carece de base y un solo tipo no hace una organización y que decir de una institución.

    Que políticos y economistas se atrevan a debatir aspectos científicos en tema ambiental es como ver a un ciego practicando una cirugía de corazón abierto.

    Saludos

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!



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