Si somos como las estrellas, ¿por qué no brillar?

En toda estrella existe un equilibrio de fuerzas entre la gravedad y la presión de radiación, análogo al choque de fuerzas internas dentro de los Seres Humanos lo que me recordó la importancia del equilibrio en nuestro bienestar y en nuestra vida en general. Las estrellas, así como las personas, también se agrupan y al agruparse forman constelaciones. Algunas estrellas viven más tiempo que otras, y así como nosotros, también mueren, aunque no todas de la misma forma.

Con las estrellas también compartimos el origen de varios elementos químicos de la Tabla Periódica, elementos que forman gran parte de la materia de nuestro cuerpo. Estos elementos se forman chocando unos con otros en diversas reacciones nucleares, así que pensé si somos como las estrellas, ¿por qué no brillar?

Los calendarios miden el movimiento del sol, la luna y la tierra. Al planeta Tierra le toma un año dar la vuelta alrededor del sol por lo que tomarnos un año como referencia para nuestros propios logros también sería un buen referente. Y podría decirse entonces que el Universo también celebra el paso del tiempo con eventos como el solsticio y el equinoccio.

En ese curso, no solamente aprendí que los años luz miden distancia, que la luna nueva es la opuesta a la luna llena y que Sirio es la estrella más brillante en el cielo; también descubrí que el mismo cielo estrellado que inspiró a Vincent Van Gogh también puede convertirse en una fuente de inspiración para la poesía al regalarnos su silencio o puede simplemente tener un efecto relajante cuando duermo a mi sobrina.

Aprendí que la civilización Maya realizó observaciones sin paralelo relacionadas con los descubrimientos astronómicos actuales por lo que siempre es de utilidad echar un vistazo al pasado. Descubrí que los planetas son diferentes entre sí y pensé ¿quién dice que debemos ser iguales? He ahí la importancia de reconocer y aceptar nuestras diferencias.

Además de nuestra galaxia, llamada Vía Láctea, existen otras 170 mil millones de galaxias. Eso nos convierte en una pequeña –muy pequeña—parte dentro de la inmensidad del Universo. Aun así, somos parte del Universo, no es algo ajeno a nosotros. Y si nuestro planeta constituye nuestro hogar, ¿por qué no cuidarlo?

Terminó el curso y me di cuenta que en la vida, así como en el Universo, nada es para siempre. Todos los momentos ya sean tristes o alegres pasan. Estamos en un constante cambio, en un constante fluir, este Universo del que somos parte no es más que energía y movimiento…

Al estudiar el Universo, comenzamos a entender la complejidad de su lenguaje. Podemos comprender más de nuestro pasado, y en alguna medida, proyectarnos hacia el futuro como cuando la luna nos dice hoy no lloverá…