La solución compleja que quiero proponer es la empatía. Enseñar la destreza de identificarme con otros, esa capacidad de conectarme con el sentir de alguien más en circunstancias o con caracterterísticas diferentes a las mías, debería figurar en el Curriculum Nacional Base (CNB). El curso empatía debería compartir un espacio con materias como física fundamental, matemática, literatura, educación física, etcétera.
La empatía es una destreza emocional necesaria en los seres humanos, necesaria para la regulación del comportamiento, para el afianzamiento del vínculo social y, sobretodo,para vivir en armonía (aunque no necesariamente en unión) y evitar así el “choque sangriento” a cualquier nivel. La falta de empatía, por ejemplo, es característica del comportamiento sociopático.
Ya en otros momentos (Cinco mitos que sostienen la discriminación homosexual), he establecido que más que creer en la igualdad (porque desigualdad existe y en paleta), creo en la diferencia.
La comprensión de que lo que nos iguala es la diferencia, llegó a mí en la secundaria, en la clase de matemática. “Cuando en una ecuación se repite siempre la misma variable (diferencia), esta se convertirá en una constante”, nos repetía Dante Cadur Ávalos, uno de los mejores maestros del mundo. Como yo lo entiendo, todos somos diferentes y esto nos hace parecidos, semejantes.
Siendo psicóloga he presenciado cómo el paciente, aún sin conocerme, confía en que hablar por primera vez con alguien, puede de hecho, generar alivio. Esta confianza no está en mi como persona, sino apoyada en la posibilidad de creer en la capacidad empática del vínculo que supone el encuentro entre dos o más personas.
Dicha capacidad deviene de que al nacer, lo hacemos a merced de que alguien más interprete nuestro llanto temprano y sea empático con nuestras necesidades. Es decir, sea lo “suficientemente bueno” para captar nuestras complicaciones y darles algún tipo de alivio desde su comprensión de las mismas.
Aunque vacío y deslegitimizado, los candidatos lo saben esto y lo usan.En todo discurso político (en cualquier parte del mundo), las frases “yo entiendo las necesidades”, “yo te escucho”, “sus necesidades son las mías”, “a mí también”, y los gestos de besar niños o cuidar ancianos en actividades con presencia multiétnica, etcétera, están presentes en sus maneras de hacer campaña.
Como tantos otros anhelos que se gestan en este despertar del guatemalteco, ¿no podríamos nosotros, como ciudadanos, dotar de sentido este discurso? ¿Arrancarlo de la manipulación y fortalecernos en el respeto por los demás?
Dado los momentos que vivimos, el presente es un llamado a trabajar en la empatía. Profundizo: si la empatía genera alivio (en su manifestación más sencilla); culpabilizarnos los unos a los otros genera, por el contrario, resentimiento y parálisis.
Esta insistencia que unos no tienen derecho a manifestar por otros, que los de tal ideología no comprenden a los de la otra, que se tienen que tener características (hasta físicas o geográficas) para poder participar con derecho en ciertas manifestaciones es descalificante.
Ese tono de demarcar en lo que somos diferentes en lugar de lo que nos hace semejantes nos debilita. Las diversas manifestaciones de indignación por el saqueo, la corrupción y el descaro han dejado claro que podemos estar de acuerdo en lo que es importante: “robar es malo” y #JusticiaYa, como ejemplos.
Si los políticos lo saben y lo usan, ¿no podríamos nosotros hacer un uso genuino de ello, encontrarnos en lo que nos parecemos, ponernos en los zapatos de los demás (empatía), ser semejantes?
Si lo logramos en lo individual, lo podremos, quizás, extrapolar a lo colectivo. Yo me parezco a ti en ser guatemalteco, puedo entender el dolor de perder a un familiar cercano por medicamentos fraudulentos, me indigna que no tengas casa, que se rompa tu mochila, que te ataquen por ser mujer, hombre, campesino, que te maten por ser piloto, que te roben tu celular, que tu hijo se vaya del país por falta de seguridad y empleo. Puedo ver tu dolor, aunque no sea el mismo que el mío, y lo puedo entender porque a mi me duelen cosas también.
“¿De qué sufre la mayoría de quienes consultan a unpsicólogo, psiquiatra o gurú? De lesiones en el encuentro con el otro (otros).L. Hornstein
Erika /
Nuevamente me encantó y estoy de acuerdo contigo, la empatía aliviaría tantos males a nivel mundial. Y me trajo recuerdos que mencionaras a Dante. Gracias por compartir tus puntos de vista.
yo intentaba en cada momento ponerme en los zapatos del otro. Pero con el tiempo me eh dado cuenta que al final todos estamos con lo mismos zapatos, somos un todo. Somos seres espirituales viviendo una vida material, el reto es lograr sobreponerse a lo material en este mundo.....
ANONIMO /
He leido varias de sus columnas y quisiera saber si tiene un consultorio donde haga terapia psicologica??