Qué soledad la que hay bajo los tres palos. El de portero es quizás el puesto más menospreciado porque desde niños aprendemos que la portería es para el más “tronco” de todos. Todos quieren ser delanteros. Hacer los goles y no correr el riesgo de recibirlos.
El fútbol moderno enaltece cada vez más al goleador porque los patrocinadores necesitan jugadores que rompan récords. El Balón de Oro, reconocimiento al mejor jugador del año, siempre ha sido cosa de delanteros y mediocampos. De las 43 veces que ha sido entregado, solo en cuatro ocasiones fue para defensas y solo en una reconoció el merito de un portero. El mejor portero de la historia, valga decirlo, Lev Yashin, “La Araña Negra”.
Una araña soviética
Los grandes jugadores marcan una época pero Yashin redefinió para siempre el oficio de guardameta. Era alto, fornido y ágil al mismo tiempo. También era táctico. Se dice que fue el primer portero en utilizar guantes y reza el mismo mito que su apodo de “Araña Negra” se debía a que siempre jugó con colores oscuros, no por elegancia y gusto, sino porque creía que el color lo hacía más difícil de ubicar ante el ojo de los delanteros.
Yashin nació en 1929 cuando la sociedad rusa aún estaba siendo transformada bajo los planes soviéticos. Esa transformación fue tan grande que incluso se intentó poner en marcha un nuevo calendario. Los deportes tampoco fueron ajenos. Las pequeñas ligas que funcionaban durante el imperio del Zar fueron disueltas porque se les consideraba burguesas.
Los clubes de fútbol fueron sustituidos por Sociedades Deportivas Voluntarias que regularmente estaban asociadas a alguna república federal, una institución de gobierno o a alguna industria. El Zenit, era el equipo de los trabajadores del acero y de la industria militar; el Lokomotiv, de los ferrocarrileros y el Torpedo, de los trabajadores de las fábricas de automóviles.
El CSK Moscú pertenecía al Ejército Rojo y por ende, era de los equipos más poderosos. Si veían un buen jugador bastaba con reclutarlo para prestar servicio militar y de paso hacerlo vestir la camisola.
En el caso de Yashin, él estaba asignado a una fábrica de herramientas y la primera portería que cuidó fue una de hockey. Cuando al equipo de fútbol de la misma fábrica le faltó portero, lo mandaron a llamar y nunca más se volvió a separar de los tres palos. En 1949 lo fichó el equipo de la policía rusa, el Dínamo Moscú.
El portero que aspiraba a astronauta
Yashin jugó toda su carrera para el mismo club. Por entregar, por ser un socialista convencido y porque en aquella época tampoco habría sido fácil cruzar la “Cortina de Hierro” para jugar con algún club grande de Europa. Yashin era el mejor producto futbolístico de los soviéticos.
Con el Dinamo Moscú gano ocho torneos locales pero sus mejores logros vinieron de la mano de la selección absoluta. En la segunda mitad del siglo XX los rusos se abrieron paso en el fútbol europeo con la misma fuerza con que replegaron a las tropas nazis durante la Segunda Guerra Mundial.
Con Yashin en el arco los rusos ganaron su primera medalla olímpica en los juegos de 1956. En suelo francés ganaron la primera edición de la Eurocopa, eliminando a España (que no jugó por orden de Franco), goleando a Checoslovaquia y ganándole la final a Yugoslavia.
No lograron repetir la hazaña cuatro años más tarde porque España era local y esta vez Franco tenía todo a su favor para ganarle a la selección comunista. Un gol postrero en el minuto 84 le arrancó otro título de las manos a Yashin.
En los cuatro mundiales que Yashin jugó con Rusia la suerte siempre se le acabó en los cuartos de final. En su mejor momento, en Inglaterra 1966, casi se lleva un tercer lugar pero un gol de Eusebio le dio la medalla a Portugal. Cuentan que tras el partido Eusebio le pidió perdón a Yashin por haberle marcado aquel penal.
Aún así Lev Yashin paró más de 150 penales en toda su carrera. Cuando un periodista le preguntó que sentía cuando se lanzaba en el arco, Yashin respondió:
–La sensación de ver a Yuri Gagarin (primer cosmonauta soviético y primer humano en viajar al espacio exterior) volar en el espacio es solo superior al placer de atajar un penal.
La carrera de Yashin se fue extinguiendo. Ya no le funcionaba su fórmula de – fumar un cigarrillo para calmar los nervios y después tomar un buen trago de licor para tonificar los músculos–. Murió en 1990, a los 60, por un cáncer en el estómago. Juntó con el también moría la Unión Soviética.
Tras la disolución de la URSS, la Liga Suprema se desintegró y aquella gran cantera de jugadores se dispersó en una decena de naciones donde primero intentaban sobrevivir y luego, en jugar de forma profesional.
Rusia desapareció del mapa hasta que el gobierno de Vladimir Putin, bajo sospechas de corrupción, consiguió que le otorgaran la sede para este mundial. Apostaban por devolverle a la selección su antiguo esplendor porque bien se sabe que el liderazgo político, también se pone en juego en los deportes.
Sin embargo de poco sirvió el fichaje de grandes entrenadores como Guus Hiddink o Fabio Capello. Rusia no despega y sus partidos preparatorios para el mundial han sido un desastre. Hasta un país como Qatar les ha ganado, Costa Rica les metió cuatro y Brasil y Francia, tres cada uno. Apenas suman una victoria contra Corea, en nueve partidos.
Lev Yashin jugó 370 partidos y 270 veces se fue a casa sin recibir goles. Bien le caería a los rusos que una araña negra bajara a cuidarles el marco.
Alaide González /
Gabriel, qué bonito artículo. Nos olvidamos de la política por un ratito.
Francisco García R. /
Es mejor opinar sobre deporte, que de política.
Pimentel /
Me gustó mucho. Gracias
Juan Carlos /
¡Excelente articulo!