El Remhi y el informe “Guatemala: nunca más”
El 24 de abril de 1998 se presentó el informe del Proyecto lnterdiocesano de Recuperación de la Memoria Histórica Guatemala: Nunca Más. Un trabajo que representó 3 años de esfuerzos por reconstruir la historia.
Los impactos más grandes no se observaron, sino hasta muchos años después. “En su momento, el impacto local no fue lo que nosotros esperábamos porque se truncó la parte final del proyecto”, dice el analista político, ex canciller y amigo de monseñor Gerardi, Edgar Gutiérrez. Tras el asesinado del obispo quedó pendiente una fase de trabajo que buscaba abrir espacios para fomentar la reconciliación en las comunidades afectadas por el conflicto.
Ese punto lo comparte el sobrino-nieto de Monseñor Gerardi, Axel Romero: “Toda agenda de reconciliación debe partir de un proceso de sistematización histórica y creo que Remhi intentó serlo. Pero luego del asesinato, la ODHA se quedó estancada alrededor de posicionar la figura del mártir y no logró cumplir con la misión propuesta de generar impacto al impulsar una agenda a partir del Remhi”.
No se logró el fin último de Juan José Gerardi que era, no sólo cerrar el capítulo de la guerra, sino comenzar a sanar los problemas sociales más profundos del país como la desigualdad y el racismo, con la ayuda de la Iglesia Católica.
Sin embargo, el legado del Remhi y de Gerardi sí ha tenido un gran impacto social en Guatemala y en el mundo.
De acuerdo con Carlos Beristáin, un médico español e investigador sobre derechos humanos, conocido por su trabajo con las familias de los 43 estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa, el método de trabajo del Remhi se ha repetido en varios países como Perú, Bolivia y África. El modelo de 350 personas recogiendo información en sus comunidades para esclarecer una historia, es considerado exitoso.
“Se rompió el silencio. Gerardi abrió una puerta para las víctimas del conflicto que se sentían muy culpables y no podían hablar de lo que les pasó. Es una puerta por donde pasan la reivindicación de los pueblos indígenas, que les cambió la forma de verse a sí mismos y les dio la oportunidad de encontrar a sus familiares, exhumarlos e inhumarlos y de recibir el tratamiento psicosomático que necesitaban”, explica Edgar Gutiérrez.
Este nuevo Centro es considerado positivo para las nuevas generaciones y, de ser bien aprovechado, para el sistema educativo.
Retomar el legado
Este 25 de abril la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala (ODAHG) inauguró el Centro de Memoria Monseñor Juan Gerardi, que busca ser un lugar para referencias sobre memoria histórica y derechos humanos.
El Centro de Memoria se encuentra dentro del Palacio Arzobispal, en la sede de la ODHAG y estará abierto permanentemente.
“Esto se hace con el fin de que las nuevas generaciones conozcan la historia reciente, y puedan acercarse a un lugar en donde puedan conocer qué fue lo que pasó con el objetivo principal de que nunca más se vuelva a repetir un conflicto similar”, explicó Patricia Ogaltes, responsable del componente de memoria histórica, del área de cultura de paz, de la ODHAG.

Foto: Hugo Alvarado - ODHAG
Se exhibirán más de 5 mil testimonios que se recopilaron de las víctimas sobrevivientes del conflicto. Además, una colección que supera los 4 mil libros, relacionados con derechos humanos y memoria histórica. Además habrá una colección sobre la vida monseñor Gerardi y monseñor Quezada Toruño.
La creación del Centro se planeó desde la presentación del Remhi, era una deuda pendiente en el proyecto de Gerardi.
Santiago María Bordamalo Echeverri, Diácono Permanente y docto(r) en filosofía /
GRITO VERAZ SEGADO
(SAN JUAN JOSÉ GERARDI,
MÁRTIR ‘NUESTROAMERICANO’ LAPIDADO)
“¡Sin verdad no esperemos la mínima justicia!” (Parafraseando al parresiasta Gerardi)
Sí, Juan José Pastor con ‘olor a oveja’,
férreo defensor de los mínimos Derechos Humanos.
Cura completo y no ‘curita’ de cuerpos y almas,
¡por vocación y no por oca$ión como tantos!
No por casualidad sino Causalidad
Obispo de Verapaz, sí, la auténtica paz,
en zona indígena de raigambre maya.
Defendiste los dialectos aborígenes
y en ellos celebrabas la Eucaristía...
Después en El Quiché,
fuiste testigo salpicado de sangre
por el genocidio de muchos catequistas inmolados
¡entre el fuego cruzado de derecha e izquierda fratricidas!
Y en Alta Verapaz se te colmó la copa de indignación por tanta sangre inculpada al ejército...
La masacre de Vicente Menchú, el padre de Rigoberta, 39 víctimas inocentes quemadas y segadas vivas!
¡Ay, monstruosidad inenarrable! Y te asediaron en adelante las amenazas y los atentados...
Vivías con la vida en vilo... ¡Y todos te dejaban solo y acaso palmaditas te daban en la espalda!
Debiste disolver tu diócesis...
Mientras era asesinado san Romero de América
(y en El Salvador no pudiste ubicarte),
tú fuiste desterrado de tu propia patria
durante dos años en Costa Rica,
aun siendo cabeza del episcopado guatemalteco... ¡oh ironías!
Relegado después a obispo auxiliar e incluso párroco modesto... Empero, cual parresiasta insobornable levantaste tu voz profética sobre 40 años de barbarie sin nombre,
indagados en 10 años de Comisión Reconciliadora,
recuperando la memoria histórica,
¡Verdad sine qua non para la Justicia!
Presentaste 4 libros de martirios: Guatemala, ¡nunca más! ¡Nuevo Evangelio indoamericano que te era preciso rubricar con sangre!
Era tu búsqueda de parresía para reivindicar la Verdad y empezar la inaplazable reconstrucción social.
La ONU misma avaló el trabajo que lideraste, confirmando el 90% de culpabilidad por el Estado
sobre civiles inermes!
¡54.000 denuncias de violaciones flagrantes de Derechos Humanos, ¡por Dios!, un millón de exiliados, 200.000 huérfanos y 40.000 viudas! ¡Pero esté río de sangre del Martirologio Latinoamericano
se sigue sistemáticamente silenciando!
Memoria del Silencio, mientras Helder Cámara moría nonagenario,
tras denunciar lo mismo en Brasil, pero sin correr tan penosa suerte como tú... ¡Ay misterio de los chivos expiatorios que deben pagar por muchos!
San Romero precursor, y tú, reconocido pionero -¿de Esperanza?-
¡de una nueva nación y continente!
... Y llegó el 26 de abril primaveral mas con olor a holocausto:
Tras dos años de espiarte, te atacaron y lapidaron con bloque de cemento hasta dejar irreconocible tu rostro, ¡oh tan brutal como infame cobardía!, pero no acallaron tu rastro...
Por el anillo episcopal
-que tú sí no llevabas por arreo-,
fue identificado tu despojo mortal.
En la parroquia de san Sebastián, el mártir asaeteado,
consumaste tu Eucaristía...
¡y tu cura coadjutor no oyó nada y se lavó las manos...
¡Tantos Pilatos como Barrabases en la Iglesia de siempre!
Por mandato del potentado de turno se alteró la escena del crimen... Más de un lustro de lastre amordazante para dictaminar con eufemismo: ‘ejecución extrajudicial’ que en Colombia llamamos con oxímoron: ¡‘falso positivo’!
¡Se intentó cercenar a toda costa la Verdad!
Y este profema se escribe -como decía tu documento,
presentado en la catedral dos días antes-,
“para que todos lo sepan”,
y se conozca al fin la verdad,
para que haya algún día justicia con tantas víctimas...
Y repaso los acápites de tu enérgico texto, acta de defunción con que te colgaste la lápida al cuello:
“La inteligencia de la violencia;
Los mecanismos del horror;
Memoria de las atrocidades;
El camino de la reconstrucción social;
La resistencia de las Mujeres
(siempre, por desgracia, subvaloradas y minimizadas por la Iglesia, o cuando más exaltadas con tardíos ‘premios de consolación’)... Las víctimas del conflicto”... los subtítulos de tu acta de martirio. Texto, pretexto y contexto que en Colombia
debiéramos replicar en nuestro tan absurda como triunfalistamente estereotipado -¡y a qué tan alto precio!- ‘posconflicto’...
Tantas cosas se atiborran en mi pensamiento: ¿Por qué no celebrar al unísono-
-como ‘memorias obligatorias’-,
al precoz e incruento místico español san Rafael María Arnáiz y a san Juan José parresiasta diamantino, tan cruento?
¡He aquí el portentoso milagro de la seductora Parresía!
¡Oh san Juan José Gerardi,
precursor ese nefasto año 1998 de la Diaconía de la Parresía
que esbozó apenas el Papa Juan Pablo II en Fe y razón...
y anticipo del Papa ‘lat-indoamericano’, Francisco parresiástico... Bandera que empuñamos, para relevarte en tu ardua lucha!
Y ahora te llueven reconocimientos póstumos,
y nominaciones a patronazgos humanísticos,
aunque tu canonización se embolata entre la burocracia eclesiástica
y las confusas versiones políticas,
mientras prosperan tantas exaltaciones tan inmerecidas como ‘express’!
Santiago María Diácono parresiasta, In Memoriam Perennis, 26 de abril de 2021, Memoria 23 del mártir guatemalteco, ¡ruega por nosotros, que reptamos!
Leo /
Bonita nota -pero- ¿En dónde se encuentra el Centro de la Memoria Monseñor Juan José Gerardi.?
Gilda Ramírez /
Me parece interesante el proyecto. Qué nosotras, nosotros y las generaciones pasadas, presentes y futuras cuenten con estos recursos. Conocer la verdad hace libre a los seres humanos pero conocer la historia le da posibilidad de no repetir hechos que nos hicieron daño y nos marcaron como guatemaltecos. Conozco el Museo judío en Berlín, el Museo de la memoria en Chile, en Perú el Museo de la Inquisición y si realmente nos muestran hasta donde es capaz de llegar el ser humano por defender sus intereses, por no respetar las diferencias, por sus ideologías a costa de la vida de otros.
Eddy /
Creo que esa concepción del asesinato ya quedó atrás, ese fue un crimen pasional.
Leo /
No hay que condenarse a repetirlo.
Gilda Ramírez /
Eddy tu tesis indica que te falta mucho por estudiar, analizar... es el argumento perfecto para invisibilizar a las personas que dieron su vida por proyectos emancipatorios y luchas por vida. Me da vergüenza ajena que entres a hacer un comentario de esta índole. El sistema de desinformación ha hecho un buen trabajo contigo.