El hotel se ubica en el Centro Histórico, en la 9ª calle 5-63, zona 1, y el parqueo queda a 50 metros, en la calle de enfrente, donde se ve un viejo portón de madera, pintado de azul. Es pequeño y estrecho pero resulta cómodo para caminar hacia ese edificio art deco que tiene más de 70 años.
Desde que se abre la pesada puerta de madera y se cruza el corredor para llegar al restaurante “Salón Real”, se siente un ambiente distinto y un aroma agradable. También se escucha una marimba que ameniza el almuerzo.
El servicio, como siempre, fue eficaz y agradable, con ese toque que han perdido algunos hoteles que se rigen por estándares internacionales en lugar de seguir la tradición guatemalteca. Las mesas con sus manteles típicos y sus sillas grandes y pesadas de madera encajan en lo que uno esperaría después de pasar el lobby.
El menú es extenso y tradicional, con un poco de todo para satisfacer cada gusto. La mesera nos recomendó comenzar con un plato de boquitas surtido que incluía una tostada de frijol, una de guacamol y una de salsa, una maleta pequeña de frijoles y un chile relleno muy bien hecho.
Cada uno escogió su platillo y su bebida. Yo comencé con la sopa de tartaritas que me recordó a mi abuela. Me vi en su cocina en un día frío, cuando ella la preparaba y la servía, era su manera de consentirnos y quedar bien. Otros pidieron platos típicos que estaban tan bien hechos que desplazaron los sabores del jocón y del cocido que ella preparaba. Todo estaba deliciosamente sazonado, los vegetales muy bien hechos, suficiente carne para la cantidad de caldo y un medio aguacate que estaba justo en su punto, al igual que arroz y tortillas recién hechas en el comal. Otro se aventuró a probar el adobado, dijo que estaba muy bueno.
En cuanto a las bebidas, la mitad de la mesa pidió una horchata preparada de manera tradicional, y la otra una gallo muy fría para acompañar.
Así como le pasó a mi amigo Marco Gavio Apicio, por ser una invitación no pude ver el total de la cuenta. Pero en promedio, los platos costaban menos de Q80 cada uno. Un momento agradable, gracias a los sabores, el servicio y la atención. Creo que tendremos que volver tradición incluir el almuerzo y no solo el desayuno de vez en cuando.
Jose Byron Gonzalez /
Desde que, gracias a mi novia hace un par de años, pasamos idilicos momentos alli, es mi hotel favorito en Guatemala. Siempre supe que la cocina era excepcional y el servicio, impecable. Ya no estamos juntos, pero me quedaron hermosos recuerdos de comidas y romanticas tardes en el bar.