Aún más especial era la ocasión en que se hacían vísceras: no sólo limpiarlas y prepararlas puede ser un proceso muy largo, sino que a veces no vale la pena cocinarlas pues no a todos les gusta. En lo personal, siempre me han encantado. Mis favoritos son la Lengua Benin –preparada con papas y aceitunas– y la Panza a la Vizcaína –con la cantidad correcta de ajo. Estos platillos me hacen feliz, pero son proteínas que se aman o se odian, no hay medias tintas, y si se prueban mal hechas nunca más querrás volver a probarlas. Confiar de nuevo sería un gran acto de fe.
La semana pasada estaba coordinando una reunión con mis amigos. Quedamos de juntarnos en Mercado 24. El nombre me sonaba –sabía que lo había visto en alguna ocasión, pero nunca había tenido oportunidad de probarlo–, así que me sonó bien la idea y fuimos a 4 Grados Norte.
El ambiente era muy agradable: decorado con elementos típicos de Guatemala utilizados de manera creativa, ya sea lámparas hechas con cáscaras de elotes secos o una pequeña marimba colocada en una librera pintada de rojo. El restaurante es acogedor y bonito.
Viendo los tamaños de los platos y todas las opciones del menú, escogimos una lengua, una panza y una costilla para compartir. La lengua –cortada en lascas delgadas– estaba cocinada a la perfección, y venía acompañada con chirmol de tomates que le quedaban de lujo.
La costilla fue servida sobre yuca frita, acompañada con zucchini baby y habas con cebolla morada. Ese era un plato ejemplar, donde cada detalle fue tomado en cuenta. Las texturas se complementaban muy bien, los sabores estaban muy bien logrados, la costilla perfectamente cocinada y la salsa –hecha a base de varios chiles e ingredientes locales– cerraba el plato de una manera sorpresiva y refrescante.
Sin embargo, la panza fue el plato ganador de esta experiencia: ha sido de lo mejor que he comido en mucho tiempo. Me atrevo a confesar que es la primera vez que pruebo este platillo, después de la versión que cocinaba mi abuelita. La preparación era magnífica: frita en su punto, acompañada con puré de frijoles blancos, frijoles blancos enteros y chiles fritos con una salsa liviana que terminaba el plato de la mejor manera.
Acompañamos todo con unas cervezas y un pan de tomate –comprado por el restaurante de una panadería cercana– que estaba buenísimo. Salimos todos contentos, plenamente satisfechos y entre todos gastamos Q330. No se puede pedir más.
Jorge Alfaro /
Decepción Total
El lugar lo visite por que leí su artículo.
La verdad me siento estafado.
Pedimos una pasta la única de los 4 platos fuertes que ofrecen.
Carisima, fea y nada más una bulgar pasta.
alfonso villacorta /
menos mal que ya esta aterrizando en comida chapina que, a la larga, llega a ser tan desconocida como la extranjera. admiro en mexico que le gente reconoce las buenas recetas por el uso de ingredientes idoneos. tienen mas de 100 variedades de chiles y saben de su uso y su sabor para cada plato ademas del uso de cebolla blanca o roja o, por ejemplo, el uso de comido molido o machacado, frito o asado.
ir a comer con un mexicano o mexicana comida de su pais es toda una clase de gastronomia, sin tener blog
italomorales /
Y esto que tiene que ver con lo escrito por la autora. Y no sé que quiso decir con "comido molido o machacado.." ¿cominos, o que?
Le quería contar a la autora que en Guatemala se dice "tusa" a lo que ella le llama cáscaras de elote seco. También es muy común llamarles doblador, porque se usa para envolver tamalitos y otros con las tusas. Creo que tusa no es muy común en la Capital, pero es la palabra que conozco desde hace setentipico de años.
CSolis /
Pudieron haber probado además: las mollejas, la ensalada de remolacha y el tiradito de pescado...Delicia gastronómica!!
Pilly Salazar /
Me intriga saber quien esta detrás del personaje "Fresita la hada" buena nota