La anfitriona es amable, el menú es variado y la atención es rápida. Decidimos empezar por un plato americano con un toque guatemalteco.
Los cheesy fingers son mozarella empanizados en Tortrix y servidos con salsa marinara. ¿Qué puede saber mal con Tortrix y queso? Aunque no son tan crujientes como los típicos mozarella sticks, todo combina bien (q40).
Luego nos fuimos por dos platillos muy “gringos”.
Unos waffles con pollo, muy característico de la comida del sur de los Estados Unidos y la cultura afroamericana, este plato remonta a los inicios del Siglo XX cuando lo servían en Harlem, Nueva York en muchos restaurantes. Aunque no es para todos los gustos por su combinación agridulce, a mí me encanta y me dio gusto encontrarlo en el menú. Una versión un poco diferente pero muy bien hecha; con repollo morado y una miel de maple genial (q65).
Por último, decidimos armar nuestra propia hamburguesa de 6 onz (q70), aunque hay una opción de 8 onz (q90). Escogimos carne de puyazo con queso cheddar ahumado, hongos salteados en cerveza, tocino y salsa búfalo cremosa, acompañada de papas. Estuvo espectacular, con el sabor y punto perfectos.
En general fue una muy buena experiencia y tendremos que regresar a probar la pierna de pavo, que ya me dijeron que está
genial.
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