La amplia pérgola que cubre el café está decorada con orquídeas y rodeada de flores. Del techo caen, entre todas esas flores, campanas para pedir servicio, aunque en mis múltiples visitas nunca he tenido que recurrir a utilizarlas.
Estar en un vivero y abrir un café. De allí a querer comer flores sólo hay un paso. Todos los platos en el menú tienen nombre de flores, plantas y árboles. Éstos son algunos de mis favoritos.
El Junípero: preparado sobre un pan de hierbas, lleva jamón de pechuga de pavo con una salsa pesto espectacular. (q52)
El Izote es mi adicción: un pan con frijoles volteados hechos en casa y una cantidad de quesos que no tienen igual. Ambos en las proporciones correctas para satisfacerme hasta a mí. Se puede acompañar con ensalada pero debo admitir que yo usualmente lo pido papalinas y me las como con los frijoles que se salen por los lados.
Luego llegamos a la pizza La Escalonia: hecha en una masa delgada, es uno de los muchos platos que ofrecen en versión vegetariana. La que lleva champiñones es mi favorita (q45 la individual y q75 para compartir). Es crujiente y maravillosa.
Pero lo que se lleva el premio son las tortillas con chancol (siempre las pido por su nombre original, el nuevo no se mequeda). Tortillas de maíz rellenas de queso y bañadas en salsa de chile pimiento, cebolla y ajo (aunque también la pueden pedir por aparte). Este plato hace que valga la pena la visita (q35).
Hay días que voy sólo por unas tortillas y frijoles volteados (q15) porque hay pocas cosas que me hacen tan feliz como esta mezcla.
Y una cerveza. Siempre es rica una cerveza.
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