Mita mita, un restaurante mita mita

La atmósfera del lugar es refrescante y relajada , hay arte en todas las paredes y las opciones de mesas son muy diversas. Sin pensarlo mucho, decidimos comer por la piscina. El menú es una mezcla asiática con italiana, una sorpresiva convergencia de sabores. Un concepto inusual pero intrigante.

Decidimos pedir un poco de todo y, aprovechando que estábamos celebrando, pedimos una botella del Demi Sec recomendado (Q.170). El espumante estaba muy rico.

De entrada pedimos un Carpaccio de la Nonna (Q.65). Estaba muy bien sazonada y la presentación era diferente a la tradicional. Venía acompañado por chips de Wantang –en lugar el típico pan tostado–. Sin embargo, el plato en sí no me pareció inspirador.

Pero vino luego el rollo Mu-mu Tuna (Q. 70) que nos encanto por la unión de sabores y la presentación que demuestra el lado artístico del chef. Un platillo muy bien logrado.

Muy contentas y comiendo rico, decidimos tirar los planes de la tarde por la ventana y pedimos otra botella de espumante, para acompañar el resto del almuerzo. Todo iba muy bien, el servicio era atento pero no abrumador.

Hasta que llegamos a los platos fuertes.

Aunque reconozco el esfuerzo que hubo en la selección de ingredientes y la presentación de los platillos, nuestra comida llegó fría y el vino espumante caliente. Todo aquel que gusta del vino sabe que su temperatura puede estropear la sensación.

Sin embargo los platillos estaban bien preparados y los sabores excelentes.

Empezamos con el Risotto negro (Q.130). Un platillo en salsa de tinta de calamar, y aderezado con mantequilla, que demostraba todas las buenas prácticas para cocinar un risotto de forma adecuada. Justo en su punto y acompañado de camarones empanizados.

Para terminar compartimos la pizza il dotorre (Q.85) , una mezcla de sabores sobre un pesto de remolacha muy bien elaborado, acompañado por una base de quesos varios. Alcachofas, queso de cabra y masa delgada y crujiente.

A pesar de los problemas con las temperaturas, Mita Mita es una experiencia que, de ser posible, repetiría con gusto.