Estábamos muy emocionados de visitar este restaurante: ya habíamos escuchado bastante acerca de él (aunque si están en la cuesta de enero, tendrán que esperar un poco). Es un gusto admitir que la comida superó mis expectativas.
Nos llevó a la mesa un mesero muy atento y cordial. Tenía excelentes recomendaciones y opiniones acerca del menú, algo que resulta difícil encontrar a veces, pero que en este caso se dio de manera muy natural.
En lo que decidíamos qué ordenar, la cocina nos mandó un pequeño amuse bouche: esa perfecta mordida para comenzar cualquier comida que abre el paladar a la experiencia del día y empieza a generar una identidad de la cocina ante el comensal. Era una croqueta bien preparada, con mucho sabor y una presentación bonita, terminada con retoños de remolacha.
Como entrada elegimos unos escargot (q95) tan bien preparados y con la justa medida de mantequilla de ajo, que me recordaron la primera vez que los probé y por qué me encantan. La textura, los sabores, todo de este platillo me encanta, por algo es uno de mis platos favoritos de la gastronomía francesa.
Luego seguimos con los dos platillos que nos llamaron más la atención.
El tartar de lomito (q125). Preparado a otro nivel, con un piso de aguacate en medio de la res y una costra de parmesano y mezcla de hierbas, que estaba idealmente crujiente y le hacía un complemento magnífico al platillo.
Por último entre la recomendación del mesero y la descripción del menú nos quedamos con el platillo que no podíamos dejar de probar: ñoquis con calamar en su tinta (q160). Con balance magnifico y una textura que rara vez se encuentra. A todos nos ha pasado cuando comemos ñoquis que están preparados con mucha harina o con muy poca sal, dejando una pasta con sabor extraño. Felizmente ese no fue el caso este día.
En general, disfrutamos de un genial almuerzo y un muy buen servicio. Magnífico comienzo de año. Espero que el resto de las experiencias culinarias mantengan el mismo nivel.
Roberto M. Barreto /
Para los amantes de los platillos escandalosos y que gustan de filosofar, les dejo el ultimo bocado de la riña entre dos amantes, que se diviertan. Jose Rubén Zamora al banquillo. Ayer interpuse una demanda contra José Rubén Zamora por los delitos de calumnia e injuria, debido a que el martes pasado él afirmó que soy esbirro de alguien a quien acusa de narcotraficante, una relación que deberá el ahora sindicado demostrar en los tribunales, al igual que su afirmación en el sentido que soy un contrabandista y además ladrón de impuestos, y que Byron Lima financió la fundación que dirijo, a la que mariconamente Zamora llama Fundaterror. Que soy un rústico, vulgar y homofóbico, escribió Zamora espantado, y delicadamente afirma que no responderá a lo que de él he dicho y sostengo. Vaya si no es un caradura, a quien resulta que hay que tocar con el suave pétalo de una rosa, so pena de ofender su delicada sensibilidad. Tiene una oportunidad de oro enfrente Zamora; podría sepultarme en la cárcel, porque al demostrar ante un jurado que es cierto tan solo uno de los extremos de que me acusa, se abriría una causa penal en mi contra, mientras que si él resulta condenado -como seguramente será- agregaría una enorme mancha más a su raída reputación de mentiroso extorsionista, a quien ni siquiera los columnistas de su diario apoyan, porque están de acuerdo conmigo en que lo que Zamora hace es cualquier cosa, menos periodismo.
“El Puyo Zamora podría acudir a lo que mejor sabe hacer: victimizarse.”
De lo que José Rubén Zamora pude estar seguro, porque lo he demostrado, es que soy tenaz, persistente y resistente, y que tarde o temprano pondrá su trasero en el banquillo de los acusados, y que voy hacer que pierda el juicio. De nada le servirá que él y sus amigos de la prensa y sus patrocinadores del Zabala y el Ministerio de la Defensa trafiquen influencias, porque si algo no está dispuesto a permitir este país, es que haya más personas que se sientan superiores a la Ley. Zamora tendrá que abandonar su plácida residencia de Doral, en Miami, para trasladarse a Guatemala a enfrentar este proceso, y quién sabe cuántos más. El Puyo Zamora podría acudir a lo que mejor sabe hacer: victimizarse. Es mejor que omita los teatros de falsos allanamientos y atentados, porque ya los guatemaltecos están hartos de ellos y no se los creen a personas como él, Ramón Cadena o Frank La Rue; vividores todos, que han creado un país de espejismos, en el que la mayor parte de la prensa se presta al juego de la desinformación, como en el caso de tráfico de influencias alrededor de la magistrada Blanca Stalling y Roberto López
Federico Figueroa /
Apoyo totalmente al Sr Molina Barreto !! ojala prospere la demanda en contra de ese cobarde
alfonso villacorta /
ya yo sospechaba que los artículos de fresita la hada pueden generar este tipo de postres