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Jimmy Morales ha repetido una cantaleta desde que descubrió que dentro de sus facultades está la administración de la política exterior, y en efecto es una potestad de la Presidencia de la República, pero también lo es respetar la institucionalidad y la ruta para aceptar acuerdos que pongan en riesgo —económico, social, seguridad o de cualquier tipo— a la ciudadanía.
Medios de comunicación, tanques de pensamiento, equipos de investigación social, columnistas, etcétera, han detectado riesgos en la política entreguista hacia Estados Unidos sin trabajar de lleno en el origen del problema: las personas que escapan de la violencia, la pobreza y la falta de oportunidades.
Para escudarse y ganar simpatía de los grupos más conservadores de Guatemala y, especialmente, de Donald Trump, la política exterior de Jimmy Morales accedió a trasladar la embajada guatemalteca en Israel a Jerusalén. Movimiento táctico que tuvo frutos a favor de la administración jimmista y su intención de enviar a la lona a la CICIG, pero que Estados Unidos comienza a cobrar factura en la actual crisis migratoria y para retener el capital político en la campaña electoral de los republicanos.
Desde que las caravanas de centroamericanos salieron de la clandestinidad se han convertido en un dolor de cabeza para Trump y una oportunidad para extender su frontera hasta el sur de México. Recordemos cómo Trump publicaba tuits amenazadores sobre el recorte de la ayuda que Estados Unidos otorga al Triángulo Norte a través de la cooperación si los presidentes de estos países no detenían la marea humana en éxodo hacia un asilo.
• Leé: Crónica del miedo en la era de cacería de centroamericanos en México y EEUU, por Pia Flores
La falta de respuesta enojó a Trump, pero no se quedó con los brazos cruzados. La política anti-migratoria siguió su curso y negoció con México para el envío de militares a la frontera con Guatemala y poner así otro filtro en el camino. Esto bajo amenaza de colocar aranceles a los productos mexicanos.
La nueva estrategia es arreciar la presión hacia Guatemala.
Donald Trump alborotó el cotarro con este pequeño hilo en tuíter:
Guatemala, which has been forming Caravans and sending large numbers of people, some with criminal records, to the United States, has decided to break the deal they had with us on signing a necessary Safe Third Agreement. We were ready to go. Now we are looking at the “BAN,”....
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) July 23, 2019
El presidente de Estados Unidos saber que si cortar la ayuda no asusta, tocar el tema económico sí hará que Guatemala se mueva. Y lo hizo. Los empresarios agremiados han expresado su preocupación porque su principal socio comercial se ponga rígido en el intercambio comercial y lo que más preocupa es que el envío de remesas también sufra impuestos.
• Leé: Cómo Jimmy (y sus aliados del Cacif) llevan a Guatemala directo al infierno, por Martín Rodríguez Pellecer
Cabe aquí un pequeño paréntesis que quizá en los escritorios burocráticos no lo han dimensionado. Guatemala desde hace varios años vive ya de la explotación humana en otro país. Es decir, una nación que fue incapaz de conservar a su recurso humano condenándolo a la miseria y que en búsqueda de calidad de vida cruzó un camino de amenazas para mejorar sus vidas, las de sus familias y de paso las del país.
Las remesas suman US$9.2 mil millones, y son el 12% del PIB guatemalteco.
La economía nacional está inyectada por el dinero que envían los migrantes desde Estados Unidos, así de sencillo. Entonces, el mensaje de que “ya que no quieren ser país seguro, pues los tocaré donde más les duele”.
Ese chantaje se extiende con una advertencia a los diputados que no permitan que se firme un acuerdo para un tercer país seguro.
Ahora la estrategia jimmista, acuerpada por los empresarios agremiados en el Cacif y otras cámaras, se encarrila a cargarse a la Corte de Constitucionalidad. Los mensajes de que el tribunal que defiende la Constitución emite resoluciones ilegales comienzan a inflarse y corren en riesgo de que el presidente los tome como palabra mayor y para conservar la (¿) amistad (?) con Donald Trump decida suscribir acuerdos a espaldas de las instituciones nacionales.
Estamos montados en la ola de una nueva crisis social que llama a la ciudadanía a ponerse en estado de alerta y defender la poca institucionalidad que se tiene.
Quetzal /
Que bien!!! Seremos La Nauru de América
Ey amigos de Nómada sigan el caso de este país q “recibe” deportados de Australia. No les recuerda alguien?
https://www.theguardian.com/world/2016/aug/10/a-short-history-of-nauru-australias-dumping-ground-for-refugees
Roger Ramirez /
todo por las muladas de jimi
Jekatalan /
GUATEMALA esta mal escrito.
Saludos y seguire dando lectura a sus publicaciones .