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Su sueño desde niño y un secuestro lo hicieron policía; pero el Ministro lo despide por manifestarse

Ayer un grupo de unas 80 personas, dirigidas por la Asociación Humanitaria Orgulloso de Mi PNC, se manifestó afuera de la Procuraduría de Derechos Humanos. Los manifestantes solicitaron el apoyo de la PDH después de que el Ministerio de Gobernación prohibiera a agentes de la Policía Nacional Civil expresar su inconformidad con las condiciones laborales.

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Milton Estrada, PNC destituido sin justificación válida.

Fotos Pía Flores

Unos minutos después de las 10 de la mañana se empiezan a escuchar los silbidos. Poco a poco el sonido penetrante se acerca hasta llenar la cuadra de la entrada a la Procuraduría de los Derechos Humanos en el Centro Histórico. Son alrededor de 80 personas, la gran mayoría señoras, mujeres jóvenes, niños con costales y delantales, todos familiares de agentes de la PNC que con carteles y silbatos denuncian las condiciones laborales de la institución y la represión creciente hacia agentes que se han atrevido a expresar su inconformidad.

La institución, a partir de la llegada en enero de Enrique Degenhart al Ministerio de Gobernación, ha prohibido al personal participar en manifestaciones y a compartir información sobre la situación de la institución en redes o a medios de comunicación. 28 agentes han sido destituidos sin mayor explicación –incluidos los mandos técnicos de la institución– y un centenar ha sido ascendido sin respetar la carrera policial. Entre los destituidos hay varios que han participado en manifestaciones anteriores. Por eso solicitan el apoyo de la PDH.

Una orden directa de Degenhart

En la multitud aparece Milton Estrada. En silencio total, el hombre de estatura baja, corte de pelo militar y una mirada seria espera tranquilamente entrar a la reunión con el PDH.

Milton Estrada no tiene nada que celebrar. El sábado 23 de junio entró de turno en la comisaría 32 en Santa Rosa, donde había servido como agente de la Policía Nacional Civil durante los últimos cinco años, cuando sus compañeros lo llamaron. Tenían un documento para él. Estrada no se imaginaba qué era y sus compañeros no se animaban a avisarle. Fue una notificación de baja. No presentaba ninguna explicación, solo decía “baja por remoción”.

– Empecé a llorar. Fue algo sorprendente, que le cae a uno como un baño de agua fría en la espalda. Realmente te baja la moral completamente.

En los cinco años que prestó servicio nunca ha tenido ningún problema con sus superiores ni ha sido sancionado. Su destitución tampoco siguió el protocolo normal. Al cometer alguna falta grave, el caso se presenta por el tribunal disciplinario de la PNC que dictamina si se da de baja a un agente.

Estrada nunca fue informado de parte de la inspectoría general sobre alguna infracción que hubiera cometido. Ni tuvo posibilidad de declarar en un procedimiento disciplinario. De un día para otro tuvo que ser ‘removido’ de la fuerza por una orden que venía directamente del ministro Degenhart, colocado por el presidente Jimmy Morales en el puesto con el único mandato de entorpecer la lucha contra la impunidad y la corrupción por parte del MP y la CICIG.

¿Cuál fue el motivo de su despido? Por haber participado en una manifestación pacífica para denunciar las condiciones de trabajo en la PNC.

El sueño de ser policía y el secuestro

Milton Estrada se graduó de la academia de la PNC en la zona 6 de la Ciudad de Guatemala el 18 de febrero 2013, a los 22 años. Se cumplió un sueño que había tenido desde que era niño.

– Empezó con una fascinación por la acción que miraba en los bomberos y policías en las películas. Quería sentirme algo así como un Power Ranger, dice Estrada con una sonrisa.

Con los años su sueño se fue madurando a una vocación de servir y ayudar, aunque admite que hubo un período, cuando se graduó de bachiller en computación a los 18, que su aspiración de ser policía se desmotivó por la mala fama que acumulaba la institución por casos de corrupción y alcoholismo entre los agentes.

En 2011 su mamá, su tío y su primo fueron victimas de un secuestro violento. Los secuestradores nunca fueron capturados. En un especie de cruzada personal de corregir el daño que sufrió su familia, Estrada decidió aplicar para la academia. Aparte de la vocación, consideraba que las prestaciones, la jubilación y el seguro de vida eran beneficios que difícilmente encontraría en otro empleo.

En Guatemala, sólo el 35 por ciento de personas cuenta con Seguridad Social. Y el 80% declara ante el IGSS el salario mínimo de poco más de Q3,000 ($400). El salario de un policía es de Q4,000 ($535).

Ofrecía una estabilidad y seguridad que las generaciones anteriores de su familia no habían gozado. Sus abuelos eran agricultores en Mazatenango. Su papá, un señor diabético de 63 años, ha trabajado toda su vida como camionero de larga distancia, y su mamá vendía ropa de paca dos días a la semana hasta que falleció de cáncer hace cuatro meses.

Lo que Milton Estrada nunca se imaginó fueron las condiciones miserables en las que iba a trabajar como agente de la Policía Nacional Civil. Colchonetas rotas con resortes salidos que puyan la espalda. La falta de viáticos cuando toca apoyar a allanamientos en otras comisarias. Acceso a préstamos, que son suplementos tentadores a los salarios bajos, pero que cobran hasta el 24% de intereses. Y el hecho de que cada agente tenga que pagar el uniforme, las botas y todos los accesorios necesarios para prestar servicio, incluidas las balas de las pistolas.

– Son condiciones infrahumanas en las que prestan su valioso servicio, dice Jordan Rodas, Procurador de los Derechos Humanos.

El procurador Rodas acaba de recibir las denuncias de Milton Estrada junto al dirigente de la Asociación Humanitaria Orgulloso de Mi PNC, Victor Ixcajoc, también ex agente de la PNC, y dos mujeres, quienes prefieren que sus nombres no se publiquen por miedo a represalias contra sus esposos, que son agentes activos de la PNC. Milton Estrada no parece muy cómodo siendo el centro de atención en el sillón del despacho del procurador, pero se nota el alivio en su cara. El PDH les apoyará en cuestionar al ministro Degenhart sobre las destituciones injustificadas.

“Uno tiene que estar loco para ser policía en Guatemala”

Milton Estrada conocía­ los riesgos y sacrificios que implicaban el oficio. Que uno no escoge dónde en el país va a trabajar y que se trata con personas peligrosas. Los aceptó porque valía la pena.

– Yo lo he dicho siempre, para ser policía hay que estar un poquito loco. Primero, hay que abandonar la familia. Segundo, uno se echa muchos enemigos, consignando muchas personas. Tercero, uno va a lugares que no conoce y no sabe qué le espera. Una bomba o una emboscada. Todos esos riesgos uno ya los tiene en mente, pero uno los toma. Para hacer eso hay que estar un poco loco.

Pero le indigna las condiciones extorsivas que tienen aguantar para poder realizar su trabajo. Su primo, el que fue secuestrado, que hoy vive en Phoenix, Arizona, también se hizo policía en Estados Unidos. A veces comparan sus experiencias.

– Él me dice que allá les dan nuevos uniformes. Cada mes les dan municiones. Andan buenos vehículos. En los cinco años que estuve en la PNC yo he estado en cuatro enfrentamientos. Ahorita que me dieron la baja me pidieron cabal mis 41 municiones.

En las comisarías los agentes tienen una caja chica a la cual cada agente contribuyen una cantidad pequeña cada mes. El dinero que juntan no es para el convivio del año, sino para arreglar las patrullas de la comisaría. Pedir un repuesto del taller central de la PNC o esperar una reparación de los talleres móviles puede tardarse meses. Por eso pagan a la caja chica. Para tener patrullas para movilizarse.

El día que Milton Estrada recibió su orden de baja se presentó en la oficina para entregar su uniforme y su arma. Con lágrimas en los ojos se dio cuenta que le hacían falta casi la mitad de las municiones. Sus compañeras pasaron una gorra de uniforme y cada quien aportaba con sus municiones. Así se despidieron de él.

“Nery Ramos fue el mejor director de la PNC”

Acompañados por el procurador Rodas los manifestantes se dirigen hacia el Ministerio de Gobernación a solicitar una reunión con Degenhart. Estrada es humilde, no es de los que caminan en primera fila aunque se mueve con la frente en alto y en ningún momento baja la mirada a los agentes uniformados que rodean el edificio del Ministerio de Gobernación. Los saluda con respeto.

– La mayoría están agradecidos que nos estemos manifestando, pero muchos no denuncian por miedo. Como que les ponen una cadena. Muchos se humillan y prefieren callar por miedo a ser destituidos o sancionados.

Existen tres niveles de sanciones para los agentes de la PNC en Guatemala. En la institución que ya durante años ha sido criticada por los salarios –más altos que el salario mínimo pero a los que hay que hacer descuentos hasta para arreglar patrullas–, las sanciones pegan a donde más le duelen a los agentes: en sus ingresos. Las sanciones van de 3 a 30 días de suspensión sin goce de salario, y en último caso destitución. Como Estrada.

Su descontento por las condiciones creció cuando el director de PNC, Nery Ramos, fue destituido por Degenhart en febrero de 2018.

– Nery Ramos fue el mejor director que ha tenido la PNC. Realmente intentaba hacer cambios que beneficiaban a los agentes y reconocía el trabajo de nosotros. Si íbamos a un allanamiento él se aseguraba de mandar comida allí para todos. Peleó por el aumento salarial y por un bono de Q4,000 que se nos iba a dar en diciembre. Y él llegaba a decorar o felicitar a los agentes personalmente.

Preocupado que las condiciones de los agentes se iban a empeorar, Milton Estrada decidió participar en una de las manifestaciones de la Asociación Humanitaria Orgulloso de Mi PNC el 20 de junio 2018. Tres días después le entregaron la orden de baja por remoción.

Milton Estrada observa la cicatriz circular que caracteriza la cabeza del expolicía Víctor Ixcajoc. Lo respeta: “a él no le da miedo decir las cosas como son. Ya lo intentaron matar un vez, pero no le convenía morir todavía”. Estrada asegura que, por el momento, no tiene miedo de sufrir ataques por pelear su caso públicamente. Confía en sus colegas.

– Es una manifestación pacífica, que nos beneficiaria a todos los aproximadamente 45.000 policías que somos. Yo todavía me incluyo como policía, verdad, porque lo que yo solicito es mi reinstalación. Y también que ya no se vean estos abusos, para que los demás policías no sufran, porque esto que me pasó a mí no se los deseo a nadie.

De uniforme de la PNC a uniforme de ferretería

El ministro Degenhart no se encuentra en su ministerio. Está en un evento conmemorativo por el XXI aniversario de la PNC en la academia, zona 6. El procurador deja una citación y se despide de los manifestantes, quienes se dirigen hacia la academia.

Milton Estrada recuerda sus seis meses de formación con nostalgia y orgullo. Fue una introducción nada más, dice; su formación terminó entre los compañeros ya en la comisaría.

Ahora trabaja en una ferretería. Cuando fue despedido no sabía dónde buscar trabajo. A un exagente de la PNC solo le dan trabajo como guardia de seguridad, dice. Pero cuesta porque las personas desconfían de alguien que ha sido destituido por la PNC. “Creen que si lo destituyeron es porque fuiste mal policía, mala persona”.

Pero tuvo suerte. Pasó pocos días sin trabajo hasta que el dueño de una ferretería, donde había trabajado antes de aplicar para la academia, le dio trabajo como vendedor. Explica con agradecimiento que el dueño le hizo un favor porque se conocen, pero que los Q120 que recibe por día no le alcanza. Es el salario mínimo si trabaja 25 días al mes.

La tensión de perder su ingreso económico de un día para otro no le deja dormir. Dos preguntas le siguen dando vuelta en su cabeza. ¿Qué vamos a hacer mi esposa y yo para sobrevivir? ¿Qué vamos a hacer con nuestras deudas?. Sacó un préstamo mancomunado con un compañero de la comisaría, y ahora el banco le está cobrando la cuota mensual suya a su compañero.

Lleva semanas con un dolor fuerte en la parte de atrás de su cabeza, y un picazón en su brazo derecho. Tiene que tragar un nudo en su garganta para repetir en voz alta su temor que el estrés le está dando un derrame cerebral. Un temor que trata de esconder frente a su esposa y su papá para no preocuparles. Ambos ya tienen miedo que por pelear su caso le pueda pasar algo.

Antes de despedirse, Milton Estrada, siempre formal, repite que lo único que está pidiendo es que lo reinstalen en su puesto y que le recompensen el mes que lleva sin salario. No ha ido a cobrar la indemnización a la que tiene derecho porque no tiene duda de que regresará a la PNC. Asegura, que al ser reinstalado no dejaría de participar en las manifestaciones en sus días de descanso, para mejorar las condiciones en la PNC.

Lo que no sabe es cuánto tiempo puede seguir peleando su caso. Para llegar a la manifestación y reunión con la PDH perdió dos días de trabajo en la ferretería. Dos días menos de salario.

Agarra el Transmetro para la Central de Mayoreo donde puede tomar el bus de regreso a Mazatenango. Llegará al caer la noche. A tiempo de cenar con su esposa y sus hijas. Mañana le espera otro día de trabajo, en el uniforme de la ferretería.

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COMENTARIOS

RESPUESTAS

    Lili Merlo /

    31/07/2018 9:05 PM

    Malditos hasta cuando se van a cansar de robarle al pueblo. Hay que quitar al Jimmy y todo su gabinete inmediatamente. Ya empezaron a matar como cuando el gobierno los desaparecía a los que no estában de acuerdo con sus políticas. Fuera payaso y su circo de ladrones.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Avatar
    Eduardo /
    18/07/2018 3:40 PM

    Es triste ver cómo la institución que se supone debe proporcionar seguridad a la población lejos de mejorar, cada vez más va en deterioro. Las condiciones en las que trabajan dista mucho de compararse con la de otros países desarrollados. Es impensable que los policías deban velar por sus suministros, o sus herramientas de trabajo; eso es algo que la misma institución debe proveer. La PNC es una gran institución que cuenta con mucho apoyo y recurso, pero no se ve reflejado en sus empleados, por algún lugar se pierden esos beneficios... aún así, he tenido la oportunidad de conocer varios policías honestos, que saben muy bien cual es su trabajo e incluso dan más de lo que deberían.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!



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