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11 Pasos

Cómo era conversar con Gustavo Alejos en tres de sus oficinas

A un mes de la fuga del empresario de las medicinas y financista de presidentes Gustavo Alejos, dos periodistas de Nómada escriben tres postales de cómo era Gustavo Alejos en sus oficinas. Cómo eran conversar con el que fuera el hombre más poderosos del gobierno de Álvaro Colom, el acusado de asesinar a Rodrigo Rosenberg y quien aspiraba a ser el primero en financiar a cuatro presidentes seguidos.

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Alejos, en la tercera de sus oficinas, en 2014.

Foto: Luis Soto, ContraPoder

Postal 1: El post-reinado

Era 2012 y 2013 y como periodista me interesaban las dinámicas entre el gobierno, el congreso y las cortes. Y para esto necesitaba hablar, fuera de récord, con Gustavo Alejos, el capo de las medicinas estatales y financista de tres presidentes seguidos: el empresario Óscar Berger, el socialdemócrata Álvaro Colom y el militar Otto Pérez Molina.

Arreglé la cita con un experiodista que se encargaba de sus relaciones públicas y me fui en mi carro rumbo a las oficinas de la Bayer y el gigante farmacéutico nacional, J.I. Cohen, en la Calzada Roosevelt. Habían hombres armados y protocolos de seguridad, pero finalmente llegué a la sala de espera, tan impersonal como de un lugar que no necesita de sus visitantes mundanos para ser rentable.

La ruta para llegar a la oficina era un laberinto. Yo esperaba un despacho gigante, digno del poderoso gerente y enlace entre la principal proveedora de medicinas al Estado y los presidentes, diputados y jueces. Pero no, era más bien pequeña y un tanto apretada. Tres metros por cinco quizás. Un escritorio lleno de papeles, una pared de vidrio con vista a un jardín y a la Roosevelt, piso fino de madera y dos sofás negros de cuero.

Gustavo Alejos, acostumbrado a comprar voluntades de políticos y de periodistas, desconfiaba de mí porque lo habíamos sacado de las sombras en 2011 en un reportaje cuando dirigía Plaza Pública. Contamos que después de que la CICIG lo absolviera de la acusación de asesinato de Rodrigo Rosenberg, había resurgido como ave fénix para convertirse en el gran hombre de negocios (corruptos muchos) del gobierno de Álvaro Colom. Un resurgimiento que le había permitido amasar un patrimonio de US$300 millones, lo había convertido en el principal terrateniente del país, empresario de hidroeléctricas y, claro, vendedor de medicinas al Ministerio de Salud y al Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS).

Para convertir en hegemónicas a sus empresas (las propias y las de su jefe Jack Irving Cohen), desarrolló una red de sobornos desde los médicos hasta los jefes de unidad en el IGSS, según ha descubierto la CICIG y el MP en la investigación por la que pidieron su orden de captura hace un mes.

En la oficina, llena de fotos de sus hijos y familia en vacaciones y momentos importantes de sus vidas, resaltaba un Gustavo Alejos seguro de sí mismo después de que ganara la Presidencia su tercer candidato al hilo. Tercero porque Alejos dio financiamiento para las campañas de Berger, Colom y Pérez Molina. Colom lo hizo secretario privado de la Presidencia y Pérez Molina vivía en una casa que Alejos le alquilaba en la colonia residencial de Vista Hermosa.

Alejos era más grande y amable de lo que esperaba. Próximo en el trato, desconfiado, campechano, contaba detalles de las dinámicas entre gobierno, congreso y las cortes. Dinámicas en las que había un héroe, claro, que era el que provocaba acuerdos para leyes, contratos y cortes afines. Gustavo Alejos Cámbara.

¿Cuántos de esos acuerdos, cerrados en esos mismos sofás negros, habrán sido aceitados con dinero corrupto?

Postal 2: el inicio de la crisis

Años después, en marzo de 2014, empezaba el fin de la era de Gustavo Alejos. En especial por dos opositores: la vicepresidente Roxana Baldetti y el jefe del Congreso, Manuel Baldizón. La primera quería quitarle parte del negocio de vender medicinas al Estado –junto a su amigo y financista Fernando Jarquín–, y el segundo quería extorsionarlo con financiamiento electoral y que dejara de dárselo a su principal competidora: Sandra Torres. Alejos dio una entrevista a ContraPoder para defenderse y reconoció públicamente ser financista de políticos. Esto provocó que su jefe, Cohen, lo despidiera.

Fui a buscarlo para un reportaje en el que colaboré con la revista de negocios. Ya no estaba en la Roosevelt, sino en una oficina gigante cerca del edificio Las Margaritas y la Universidad Francisco Marroquín en la zona 10. Tuve que esperar cinco horas para ser atendido. Aquí sí había un séquito de guardaespaldas que blandían sus armas en el jardín y en el laberinto hasta llegar a su despacho. La inseguridad de dejar el poder quizás.

Aquí el despacho sí era enorme y parecía estar vacío la mayor parte del tiempo.

Alejos estaba agotado, derrotado, afligido. Por una parte tenía miedo. Sentía que se le había desmoronado un imperio, que estaba fuera de su nave principal. Pero por otra sabía que podría levantarse gracias a sus inversiones fuera de la medicina. Sus exportaciones de café y macadamia. Sus otras farmacias y vendedoras de medicinas al Estado. Su restaurante de hamburguesas Wendy’s. Sus millones.

Y lo lograría, pero por el rumbo que sabía de memoria, el de la proveeduría de medicinas al Seguro Social. Y volvería a caer.

Postal 3: la cacería de la CICIG

No sólo las fotos familiares enmarcadas en plata imprimen carácter a una oficina. Un despacho impersonal también define. Cuanto menos, define prioridades. El tercer despacho de Gustavo Alejos, en medio de la nada y del campo, era en una torre de oficinas en el kilómetro 22 de Carretera a El Salvador. Es un despacho que representa a un hombre que nunca estuvo ahí.

En 2015 Gustavo Alejos estaba reconstruido pero destinado a un nuevo final. El 16 de junio la Comisión Internacional Contra la Impunidad (CICIG) lo había descrito como el prototipo de corruptor de la política nacional y el 27 de octubre lo acusaba penalmente de sobornar al IGSS para que le compraran medicinas. Desde entonces se dio a la fuga. En una conversación en julio con Nómada, en parte para hablar sobre el informe de junio de la CICIG, Alejos nos había recibido en una nueva oficina.

Aunque supuestamente es su oficina principal, de las varias que tiene, esta oficina sólo da una trascendente pista de Gustavo Alejos: los negocios, los muchos negocios que solía hacer hasta que se dio a la fuga, los hacía fuera.

La ausencia de papeles sobre la mesa de trabajo, la inmaculada mesa redonda para las reuniones, los cuadros anodinos, típicos de tienda de muebles, dejan la impresión de que es una amplia oficina a la que diario entra alguien a limpiar, pero sólo por si por asomo aparece el jefe. Fuera de ahí, la oficina es un lugar con empleados en pequeños habitáculos con cajones y documentos. Fuera de ahí las puertas y los pasillos dicen, en una imposible escena en la que fueran elementos animados, que es una oficina que no recibe demasiadas visitas, en la que las puertas no son de libre acceso.

El jefe siempre ha sido jefe. Se sienta cómodo en la silla en la que nunca se sienta, porque es suya, igual que toda la oficina, igual que tantas cosas. Se sienta y posee. La silla, la oficina, la conversación. Se recuesta en la silla sin apoyarse en la mesa y dirige la plática. No deja paso a la interrupción, repite ideas que dice exactamente igual dos minutos antes, impide el diálogo natural entre dos, tres o más personas. Alejos domina la conversación como el estereotipo de jefe que de profesión, ese que manda a cientos. Aunque no sean empleados.

Campechano, platicador, afable. Gustavo Alejos no es una persona cercana, pero en la psicología de los negocios, incluyendo en las entrevistas, la estrategia de parecer próximo funciona: genera falsas impresiones en el interlocutor que sólo hasta salir por la puerta por la que no va a regresar, se da cuenta de que son falsas. Parece que dice mucho, pero no es cierto. Parece que confía y da confianza, pero tampoco es cierto.

Habla rápido. Aturullado. Conecta nombres. Responde menos preguntas de las que aparenta. Dice nombres y apellidos. Y nombres. Y apellidos. Alejos es el amo de la finca (de muchas fincas, de hecho). Las fincas como metáfora de silencios ajenos, de negocios turbios, de personas poco o muy importantes, de fincas literalmente.

Alejos se presenta como un espejismo de información. Porque, al final, la puerta de entrada de la oficina del que fuera el actor más poderoso de la política nacional, es la misma que la de la entrada: una puerta que siempre estuvo cerrada.

Nómada
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En Nómada creemos en el futuro. Por eso hacemos periodismo de vanguardia. Buscamos la verdad. Con transparencia. Procurando la justicia.


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COMENTARIOS

RESPUESTAS

    alfonso villacorta /

    05/01/2016 11:01 AM

    y no daban cafecito? cinco horas esperando? tenian que darle un bic para que se dibujara la raya al pasar a la entrevista.
    al final, el reportaje, diario intimo o articulo no dice nada, a menos que fuera para una revista de decoracion...

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    ANONIMO /

    04/01/2016 3:14 PM

    […] Lea: Así era hablar con Alejos cuando tenía poder […]

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Anonimo /

    24/11/2015 5:09 AM

    Parece que tienen una pista por donde empezar si de verdad quieren investigar al señor Alejos.... si no de que sirven 600, 000 lectores diarios.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Roberto Lopez /

    24/11/2015 5:07 AM

    Sera que se atreve Nomada de investigar al poderoso grupo de MULTIMEDICA que recientemente vendio el edificio a Gustavo Alejos para esconder su dinero y lo hicieron a precio de Narco... mil veces su valor, qeu todos los dueños del edificio se fueron de viaje...invesgigue CICIG si de verdad esta comprometido con la verdad y si es cierto que la Fiscal no fue financiada por Gustavo Alejos.
    Dicen que lo tiene escondido su amigo Maauricio Lopez Bonilla de quien recibe un sueldo de Q. 100, 000 quetzales mensuales para avisarle de cualquier movimiento en la Policia Nacional Civil.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Carolina Asturias /

    24/11/2015 5:02 AM

    Alejos, el poderoso secretario privado de Álvaro Colom, catalogado como uno de los hombres de mayor influencia en el país, tanto en el Ejecutivo como en el Legislativo, perdió ayer finalmente la inmunidad tácita de la que había gozado desde que inició el gobierno del Partido Patriota, cuyo presidente, Otto Pérez Molina, vivía de hecho en una casa alquilada por el propio Alejos. El empresario fue descrito por la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) en su informe de Financiamiento y Elecciones como facilitador de negocios, operador político, y financistas de partidos –según sus propias palabras de la UNE, Gana y Todos–. Cuenta, según aseguró, con un patrimonio de más de US180 millones.... 1500 millones de quetzales que robo durante qp0 años del los trabajadores del IGSS vendiendo aspsirinas de 1 quetzal en mil , por decir algo del sobreprecio...
    Se emitió la orden de capturacomo parte de las investigaciones de la CICIG en el sector salud. En una conferencia de prensa en la que lo acompañaron la fiscal general del Ministerio Público, Thelma Aldana, y el viceministro de Gobernación Elmer Sosa, el comisionado Iván Velásquez dijo que la investigación nació de informaciones obtenidas por el caso Pisa, otro caso de corrupción en el seguro social.
    Gustavo Alejos, vinculado con droguería Colón, Evolución Farmacéutica S.A. y Sabiapharma S.A., una empresa de reciente creación que, según una investigación de Plaza Pública, también fue contratada de forma anómala a través de Unidad Nacional de Atención al Enfermo Renal Crónico (UNAERC).
    Gustavo Alejos, vinculado a las empresas Evolución Farmacéutica S.A, Droguería Colon y Sabiapharma S.A, se documentó la promoción de varios productos farmacéuticos así como de otros proveedores. Evolución Farmácéutica incrementó sus ventas durante los últimos dos años vendiendo al IGSS productos por Q30 millones entre 2014 y 2015.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    ´Gerardo Aguirre /

    24/11/2015 4:43 AM

    Y Que tal una investigacion de cuanto pago Alejos por el edificio de "MULTIMKEDICA" que es un secreto a voces... 10 veces mas de su valor... con tal de lavar y esconder parte de su dinero malhabido.
    Por otro lado ya decia su querido amigo Zamora:" Roberto Alejos, conocido a sotto vocce en el Congreso de la República como Robalejos, con aparente indignación expresó que la racionalización es un chantaje y que le ha causado preocupación, mientras, aseguró, paradójicamente, que “el pueblo quiere transparencia, y un presupuesto honesto y balanceado y financiado”. Lo que obvió decir Roberto Alejos es que si el presupuesto excede los Q 52 millardos es inevitable seguir contratando deuda externa e interna a un ritmo irracional y explosivo, como sucedió durante el gobierno de la clepto dictadora Sandra Torres, tiempos en los que por cierto, Robalejos fue el Presidente cuasi vitalicio del Congreso, ungido por los designios de la dueña de la UNE.
    Tampoco dijo, pues de baboso no tiene un pelo, que tanto durante el gobierno de Sandra Torres, en esos días de Colom, como en los más de cuarenta y cuatro (44) putrefactos meses de Pérez y Baldetti, como norma, cobró Q 350,000 por cada voto suyo y por cada uno de sus diputados, fundamentalmente en la contratación de deuda externa e interna para financiar el presupuesto del Estado y el déficit fiscal.
    Es decir, a cambio de una generosa tarifa en los últimos dos gobiernos, Alejos, sin inmutarse, ha formado parte del régimen oficial, y ha vivido y se ha enriquecido, entre otras iniciativas que ha apoyado, de endeudar hasta nuestros tataranietos.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Gerardo /

    23/11/2015 5:56 PM

    Ese Martín ya siente pasos de animal gigante...

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Victor Moreira /

    23/11/2015 11:20 AM

    No vi o no entendí quién o quiénes escribieron las postales.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!



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