El juicio Sperisen se vuelve a retomar esta mañana en Ginebra. La base legal que justifica la persecución penal no es ni polémica, ni exótica.
El señor Sperisen goza de las ventajas de la nacionalidad suiza, él tiene que responder delante de la ley de su país: sin embargo, según nuestro derecho, todo ciudadano debe de ser perseguido por la justicia por supuestos crímenes que hayan sido cometidos aquí o en el extranjero, a fortiori por acusaciones de asesinatos.
Por otro lado, el señor Sperisen, como ciudadano suizo, no es extraditable a Guatemala para ser juzgado, es normal entonces que sea juzgado aquí. De la misma manera, nadie se indignaría que un suizo regresando de viaje de Tailandia, sea perseguido por actos de pedofilia en contra de niños tailandeses que le fueran reprochados.
La única peculiaridad de este caso reside en que nuestros jueces deben de comprender hechos que ocurrieron lejos de aquí. En principio, y más allá de este caso, Suiza – como más de cien países en el mundo – suscribió esta lógica y se comprometió a perseguir en su territorio a los autores binacionales de ciertos crímenes graves cometidos en el extranjero. ¡Y menos mal! Es de esta manera que nosotros combatimos el cáncer mundial de la impunidad. Ginebra construyó su gloria y su reputación mundial en base al derecho internacional y a sus organizaciones internacionales. Estaríamos entonces muy mal parados por ofendernos a este respeto.
El proceso que retoma esta mañana ofreció al señor Sperisen todas las garantías posibles de un juicio equitativo. Yo mismo habiendo estado implicado en procesos criminales en cuatro continentes, sé muy bien que muchos escogerían a Suiza para ser juzgados si acusaciones graves proferidas en su contra les fueran reprochadas.
El fallo del Tribunal federal (la máxima instancia judicial) que reenvió el caso a juicio es la demostración de esta evidencia: nuestro sistema jurídico ofrece unas de las mejores garantías en el mundo de que se lleve a cabo un juicio verdaderamente imparcial.
Sin embargo, los abogados de Erwin Sperisen no dejaron de denunciar un “juicio político” - sin nunca explicar cuál sería el interés político de Suiza en reconocer a Erwin Sperisen culpable, y se aferran a metódicamente desacreditar desde años la institución judicial ginebrina.
Si estos abogados consideran realmente que la justicia está sometida al poder político de tal manera que ningún juicio equitativo sea posible, entonces que ellos osen romperla, que se rehúsen a servir esta justicia, que aconsejen a su cliente no colaborar con ella, que se salgan del tribunal, que se quiten la toga y conduzcan la lucha en la calle y en los medios. El señor Sperisen y su equipo jurídico nunca demostraron tal coherencia, al contrario, jugaron constantemente un doble juego: participaron en el proceso –donde su cliente puede perfectamente ser absuelto – y al mismo tiempo preparan lo que sigue con la complicidad sorprendente de ciertos medios – en caso éste fuera condenado por la justicia.
Lo hacen por la puesta en escena que mezcla la imagen de la víctima inocente y de la del buen padre de familia. El señor Sperisen puede ser un buen padre de familia, pero no amerita volverse el símbolo por excelencia de toda la injusticia del mundo. Es un hombre acusado de crímenes muy graves en un proceso judicial complejo que aún sigue su curso. Tiene la suerte de ser juzgado en un país ligado, desde hace mucho, al respeto de la ley y del derecho. Que lo aproveche plenamente para demostrar, si así lo fuera, su inocencia, y que deje esta puesta en escena mediática engañosa que busca de hecho a inculcar y fomentar en nuestras mentes que la justicia en nuestro país no es equitativa. Porque sí lo es.
Traducción : Eliane Hauri Fuentes
Relectura : Julio Serrano Echeverría
Tobias /
Sin querer ser pedante: Los paises ligados al respeto de la ley y del derecho se destacan por el reconocimiento del principio de la presunción de inocencia. Es decir, no es Sperisen el quien debe demostrar su inocencia, sino el estado suizo que debe demostrar su culpabilidad. Seguramente es cierto que Sperisen tiene que ser juzgado en Suiza porque se refugió en su ciudadanía suiza y la ley prohibe su extradición, pero la analogía del pederasta suizo es bastante demagoga.
Manuel Aler /
Mejor explicado, imposible. Pero faltan los alegatos de los fanáticos religiosos y los extremistas de derecha que defienden, irracionalmente, a este matón de finca (la de sus patrones, los corruptos Berger y Arzú, con quienes se formó). Recordemos los innumerables casos en que este "buen padre de familia", ungido y "bendecido" pisoteaba, literalmente, a jóvenes que asistían a conciertos de rock o a hombres a quienes retenía, ilegalmente, en las barra show, para llamar por teléfono a sus esposas y avisarles donde se encontraba su marido. Tuvo suerte de haber sido juzgado en Suiza y estar preso allá; porque aquí, los matones de la competencia, ya le hubieran dado para sus dulces.