A eso de las cinco de la tarde un hombre moreno, vestido de azul y blanco, irrumpió entre la muchedumbre gritando “¡nos están atacando!, ¡nos están tirando balas! Ya van cuatro heridos”. Mostraba en la palma de su mano izquierda un proyectil de Ak-47. Eran las 4:45 de la tarde cuando efectivos policiales, y grupos paramilitares atacaron con armas de fuego la marcha pacífica de las Madres de Abril, la movilización más multitudinaria contra el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, en 43 días de rebelión popular.
La represión dejó 13 muertos. El Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh) confirma once fallecidos. En Managua son: Jorge Guerrero Rivas, Edgar Guevara Portobanco de 38 años, Francisco Reyes Zapata, Michael González, Daniel García Réyes y el niño Orlando Córdoba de 15 años. Mientras que en Estelí 32 resultaron heridos y 4 muertos: Alberto Obregón, Dosany Castiblanco Blandón, José Manuel Quintero y Jairo Antonio Osorio.
Masacre inició al caer la tarde
Centenares de miles de personas habían marchado de forma pacífica durante tres horas, en un trayecto de cuatro kilómetros colmando los cuatro carriles de la carretera a Masaya, entre la rotonda Jean Paul Genie y la Universidad Centromaericana. La masacre del 30 de mayo deja, al menos, cuatro trece confirmados: 8 muertos en Managua, 4 en Esteli, y 1 en Masaya. Además, otro en estado de “muerte cerebral” y decenas de heridos, en hospitales que aún no se daban a basto para contabilizarlos con precisión, porque los heridos seguían ingresando.
Las madres de las víctimas de la represión estaban arribando a la rotonda Rubén Darío, donde miles de ciudadanos que las acompañaron les aplaudían. Las madres se dirigían a la Universidad Centroamericana (UCA) a concluir con un acto la marcha. Un grupo de jóvenes se dirigieron hacia el Estadio Nacional de béisbol Dennis Martínez, a través de los predios de la Catedral Metropolitana de Managua y por la calle de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), para cerciorarse del rumor que habían escuchado: la presencia de turbas en esa zona.
El rumor era cierto.
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De inmediato, según los jóvenes que estuvieron allí, los paramilitares y los Policías comenzaron a dispararles. Otros se regresaron a la marcha a notificar sobre el ataque. Como en la marcha de las “Madres de Abril” había tanta gente, su alerta tardó varios minutos en esparcirse. Tomando en cuenta las grandes movilizaciones anteriores, la convocada por el Cosep el 23 de abril y la de la iglesia católica el 28 de abril, que transcurrieron de forma pacífica, nadie esperaba una agresión violenta y bárbara en el día de la madre.
El aviso del ataque se esparció entre los más jóvenes que cargaban lanza morteros y entre los motorizados. Todos se enfilaron por la calle del portón principal de la UNI, pero fueron repelidos por las balas. En menos de diez minutos, las motos que llegaron hasta el estadio volvían a toda velocidad y con las bocinas bramando por abrirse paso. Los pilotos traían heridos desplomados sobre las monturas.
Flory Gaitán /
Cuando el poder evilece al grado de la locura. Mis oraciones por Nicaragua.
Orlando Sandoval /
Es increíble que ataquen población civil indefensa de todas las edades y condiciones sociales, Daniel Ortega y Rosario Murillo paren inmediatamente la orden de disparar al noble pueblo nicaragüense que esta ejerciendo su legitimo derecho de protesta ante un gobierno dictatorial e ineficiente, muy parecido al de Guatemala, en términos de ver sólo intereses personales. Oficiales y Policías por favor reflexionen porque NO TIENEN OBLIGACIÓN de seguir ordenes abiertamente ilegales como asesinar a su mismo pueblo, porque acuérdense ustedes vienen de allí...
Dick /
Según la Sociología, a mayor represión mayor es la rebelión. En otras palabras esa dictadura tiene sus días contados. Ya les tocará enfrentar la justicia, tarde o temprano a quienes hoy disparan en contra de personas inocentes, creyendo que siempre estarán en el poder: que ilusión más ingenúa.