Cada momento tiene un potencial que, por lo regular, se pierde. Los instantes se convierten en memorias o los olvidamos de inmediato. Largas temporadas se me resbalan entre las manos como granos de arena y se disuelven en el olvido. Lo trascendental se esconde por todos lados: en los ruidos del tráfico, en las miradas esquivas de mis conciudadanos, en el incesante trabajo de acarrear mi cuerpo de aquí para allá y mantenerlo funcionando, al parecer sin llegar a ningún lado. Los segundos se han vuelto días, semanas, meses, años. Somato mi mirada contra las paredes de esta ciudad indigente. La sensación de que desperdicio mi vida aumenta y siento que voy contra la corriente, apenas flotando, para pronto ahogarme. La vida sigue, a pesar de mi pobre memoria, a pesar de mi olvido, de mis pobres intentos. Lo único que rescato son estas fotos de baja calidad.
COMENTARIOS
Juan B. Juárez /
Es una estética que arrastra por los pelos a la realidad (o viceversa). Una poesía cruel con la que te chocás todos los días y te hace mirar hacia otro lado, menos a tu cámara valiente que sostiene la mirada y retiene estas imágenes de alta calidad humana, que es lo que importa.
Jody /
Qué hermosas fotografías. Gracias por compartirlas.
Lester Onassis Villatoro /
Usted sabe el arte de evocar los minutos dichosos.