Por supuesto, muchas obras geniales han surgido de artistas atormentados cuyas biografías son representaciones del dolor, el drama y la soledad, pero si de verdad queremos un panorama completo, se vale sonreír.

Foto de Nickolas Muray. 1945.
Frida Kahlo riendo junto a Chavela Vargas. Foto de Nickolas Muray. 1945.
Chavela Vargas cantaba desgarradoramente las canciones más apropiadas para el desamor. Frida Kahlo murió en su cama, mutilada, tras años sin salud y desencantos románticos. La obra de ambas penetra el corazón como un dardo, sin embargo, esta fotografía capta genuinamente la vulnerabilidad de cada una, mostrándose auténticamente alegres. Aún sin este testimonio conmovedor, no podemos dudar que cuando Frida firmó uno de sus últimos cuadros con la frase “Viva la Vida” lo hizo con una sonrisa y el corazón abierto en su obra.
"Naturaleza Muerta. Viva la Vida" Frida Kahlo. 1954
Existen obras que nos llenan los sentidos de algo abstracto que va más allá de la admiración, piezas en las que podemos dialogar con las emociones del artista, verle reflejado y sentirnos parte del paso del cuadro por el tiempo. Personalmente, me inclino hacia pinturas con situaciones cotidianas y relacionables, con vivencias comunes, esas que entibian el corazón como una taza de chocolate caliente. Una apología a la felicidad.
"La Virgen del Velo". Rafael Sanzio. 1509
Las madonnas de Rafael son un estudio emocional de María, pero también lo son de las madres de la época. Esta “Virgen del Velo”, aunque fue destinada al culto religioso, es un cándido retrato de una familia jugando tranquilamente en su casa, la ternura es conmovedora y llega hasta los labios de los personajes… y los nuestros.
Inspirados en esa alegría infantil, veamos ahora una obra de Paul Klee, famoso pintor de principios del siglo XX que centra gran parte de su obra en la síntesis nata de los dibujos hechos por niños. Sus piezas son ejemplos originales para su época del uso del color, junto con la irreverencia a la forma. Están dotados de grandes conceptos musicales y rítmicos, sin duda, otra forma de sensibilidad.

https://commons.wikimedia.org/wiki/File:NY_Moma_klee_cat_and_bird.JPG
"Gato y pájaro". Paul Klee. 1928
El arte puede ser sutil, como vimos en los ejemplos anteriores, pero a veces debe ser descarado con la felicidad, tirarla por todos lados y enfrentar directamente al espectador, como en el caso de los tapices pintados por Goya en su etapa madrileña.

https://commons.wikimedia.org/wiki/File:La_gallina_ciega_(Goya).jpg
"La Gallina Ciega" Francisco de Goya. 1789.
Los colores son luminosos y tranquilos, la paleta tiende a los tonos pastel, la atmósfera es de un perfecto día de primavera, pero lo que más me interesa es que veamos bien esa ronda y nos dejemos seducir por las sonrisas de los personajes que nos ven directamente. ¿Cuándo fue la última vez que reímos así? ¿Hace cuánto no jugamos?... ¿Por qué?
La obra artística siempre nos planteará preguntas, responderlas es la base de una crítica. La lectura del observador frente al mensaje del artista es la continuación del objetivo que tuvo al crearla, permanecer en el tiempo y contagiar del sentimiento que escapa del medio en que está plasmada hasta el corazón de quien observa, sin importar el momento. Así funciona lo sublime.
El arte es resistencia y en un mundo donde abunda la miseria, que no nos venza la tristeza, es rebeldía. Al final, con todo el universo de matices. ¿Por qué quedarnos sólo con el azul?
"El Sueño" Pablo Picasso. 1932.
Entremos a un museo y busquemos sonrisas.
Nancy /
Una lectura muy agradable, interesante perspectiva!