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“Los migrantes que parten el alma son los de Guatemala”

Con la llegada de Donald Trump a la presidencia, las capturas de migrantes indocumentados han subido 33% hasta 410 diarios desde el 20 de enero, de acuerdo a datos oficiales recogidos por el Washington Post. Se duplicaron los arrestos de inmigrantes sin récord criminal después de la orden a la policía de detener a todos los latinos y después preguntar por su status migratorio. Y se instaló un discurso de xenofobia que ha metido el miedo en el cuerpo a los migrantes. Nómada viajó a Florida a un asentamiento con muchos guatemaltecos, trabajadores agrícolas. Estas son sus historias.

Cotidianidad P147

Una de las guatemaltecas, en su casa en el asentamiento.

Fotos: Pía Flores

Parece abandonado. Las canchas de futbol y basquet están vacías. Las pequeñas calles despejadas. Una brisa ocasional alivia el calor intenso a estas 2 de la tarde. El silencio es completo. “Así es siempre durante esa hora”, dice Susana Sánchez, la directora de origen cubano del centro educativo de La Salle. Atiende a más de 45 niños y adolescentes, hijos de los campesinos indocumentados, en su mayoría guatemaltecos, salvadoreños y mexicanos. Es uno de cuatro asentamientos que quedan en el sur de Florida.

No es igual a los asentamiento en América Latina. Parecería, en apariencia, un suburbio de clase media. Las casas pintadas, verdes, amarrillas, corintas. Juguetes para niños en los jardines y ropa colgada para que se seque en el sol.

 

Pero adentro de las casas hay hacinamiento y mucho miedo, como en todos los asentamientos.

Detrás de las puertas de las 300 casas, conviven hasta 10 personas en espacios de 75 metros cuadrados. En algunas son familias extendidas, en otras conocidos que comparten el espacio para ahorrar dinero. Pagan US$ 500 mensuales, unos Q3,600. Con luz, agua y otros gastos, la cuenta a fin de mes puede llegar a US$900.

Trabajan a pocos kilómetros del asentamiento, en campos de verduras y viveros de flores, bajo el mismo cielo despejado.

Dos trabajadoras son Miriam García y Ana Pocol, guatemaltecas. Ganan US$8.25 por hora, Q60. Justo el salario mínimo para un trabajo que es, cuanto menos, físicamente agotador.

Tienen suerte. La directora Susana Sánchez, que lleva 4 años trabajando en el asentamiento, cuenta que a muchos no les pagan el salario mínimo por ser indocumentados y no poder quejarse con las autoridades. Esto a pesar de que trabajan en empleos que, como dice Sánchez, nadie más en los Estados Unidos quiere hacer. Solo los campesinos indocumentados.

Familia Pocol, quebrada por la pobreza y por Trump

Las sombras de los árboles caen sobre el asfalto. La llegada de un bus de escuela pública anuncia que ya son casi las 4 de la tarde. De repente surgen señales de vida alrededor del asentamiento. Claudia Pocol acaba de regresar de la escuela. Está caminando hacia la casa de su familia con una mochila rosa, jeans azules, una camiseta blanca y el pelo negro en cola. Si no fuera por la falta de volcanes en el horizonte, pudiéramos estar en un barrio de clase media del Quetzaltenango que dejó hace 11 meses.

Habla poco. Tiene 15 años. Es tímida. O desconfiada como el resto de vecinos cuando llegan desconocidos al asentamiento.

La directora Susana Sánchez nos presenta. Acceden así a contar su historia.

Su madre, Ana Pocol, acaba de regresar del campo de tomates y lava platos en su casa. Claudia, la quinceañera, habla mientras mira jugar a sus dos hermanos, de 1 y 4 años, que nacieron en Estados Unidos.

Así cruzó las fronteras.

– Fue costoso. Salí de la casa a las 7 de la mañana y mi tío nos fue a dejar a un lugar donde subimos a una camioneta. Yo solo traía una mochila con un pantalón, una blusa y un abrigo. Nada más. Y mi fe de edad.

Venía con su tía y otros migrantes de Guatemala, Honduras y El Salvador. Se tardaron cuatro días en llegar a la frontera de México con Estados Unidos. Dice Claudia que hasta la frontera con Estados Unidos nadie les hizo daño porque una persona los acompañaba. En la frontera les dijeron que tenían que caminar, nada más.

– Tuvimos que pasar por un muro y caminar. No sabíamos hacia dónde. No me recuerdo cuánto tiempo caminamos. Yo tenía gripe. Solo había tierra y no sabíamos para donde íbamos. No nos dijeron nada. Hasta que nos agarró migración. Nos llevaron a un albergue y de ahí nos separaron.

No quiere contar más. Tiene las manos apretadas de ansiedad. Empieza a llorar. Se levanta y sale de la sala. Ni su mamá sabe qué realmente le pasó al cruzar la frontera.

Ella la mandó a traer después de 10 años de separación.

Ana Pocol y su esposo Emilio llegaron en 2005. En las afueras de Quetzaltenango eran agricultores. Pero ganaban Q180 cada semana cada uno. En Estados Unidos lo ganan cada tres horas. Por eso migraron. Por los riesgos en el camino prefirieron dejar a sus dos hijas. El año pasado, sólo Claudia quiso arriesgarse al viaje. La otra hija prefirió quedarse con su abuela.

La vida en Estados Unidos tampoco es un sueño. Trabajan todo el tiempo. Sus gastos mensuales llegan hasta US$700 y cuando pueden envían US$200 para su segunda hija en Guatemala.

Ana Pocol traduce la frustración.

– Ya no sé. Como la dejé de chiquita con allí con mi suegra, entonces mi hija no quiere dejar a su abuela. Es difícil porque uno esta aquí y ellos allá. Es difícil no preocuparse de cómo están, si comen o no comen, si les tratan bien. Uno se preocupa demasiado. Estás trabajando, pero está pensando en ellos. Yo lo que quiero es que estudien. Ahora que está Claudia con nosotros, yo le digo, ‘aquí veniste a seguir estudiando’. Y tenemos que ver el futuro también de los que nacieron aquí. Quiero que sigan estudiando.

Con su familia dividida por la migración (y la pobreza), la llegada de Trump les hace pensar todo el día en la deportación. Y la posibilidad de separación con sus dos hijos más pequeños, que nacieron en Florida y sí son ciudadanos estadounidenses. Igual intentarán quedarse lo más que puedan.

– Yo no salgo. Me voy temprano de aquí y voy directo al trabajo. Salgo y me voy directo para la casa. Porque yo no tengo carro y tendría que ir caminando con mis hijos. Y muchas cosas están diciendo ahora, que la policía te puede agarrar solo así en la calle. Da miedo ahora salir a caminar. Antes si salía a comprar, todo.

Ahora Ana hace sus compras en una tienda en el asentamiento, que vende los mismos productos, pero mucho más caros.

Miriam García, otra guatemalteca migrante que se encuentra en el centro La Salle, tiene las mismas preocupaciones que Ana Pocol.

– Con Obama, aunque él también deportó mucha gente, era diferente. Este presidente es mucho más agresivo, es un loco. Mis hijos a veces escuchan cosas en la escuela, están más informados que uno. Y no sé, yo me pregunto: ¿cómo será el día que me agarren? ¿Cómo pasaría?”

Miriam y su esposo hicieron un acuerdo. Si la policía agarra a uno de los dos, van a llamar lo más rápido posible al otro para avisar para que empiece a arreglar las cosas de la familia.

Ella también migró por la pobreza. Desde Coatepeque. Cuando tenía 15 años después de intentar hacer una vida en la Ciudad de Guatemala como empleada doméstica. Trabaja también en agricultura en Florida. En un vivero. Dice que su patrón es el que evita que entre la policía porque todos los trabajadores son migrantes.

– Los mismos dueños de los campos nos protegen porque la mayoría de sus trabajadores somos migrantes. Entonces les dicen a la policía que si no tienen una orden judicial, no pueden entrar. Entonces no me preocupa tanto que lleguen donde trabajo.

Los migrantes más tristes

El asentamiento de Homestead, a pocas horas de Miami Beach, tiene otra característica latinoamericana. Sus habitantes están muy cerca de la buena vida y no pueden imaginarse cerca de ella. Como los asentamientos al lado de colonias lujosas en la Ciudad de Guatemala.

La directora Susana Sánchez habla sobre las particularidades de mexicanos y centroamericanos.

– Una característica común es que hay muchos niños. Quizás por la misma falta de educación sexual, no conocen los anticonceptivos. Es común que una señora en un matrimonio tenga 5, 6 niños. La violencia intrafamiliar no se denuncia porque tienen miedo de ser deportados.

Recuerda que hace 4 años, cuando asumió el puesto como directora del centro, hubo un caso de una niña guatemalteca de 9 años violada por su primo. La mamá lo sabía, pero le pedía a la niña que no lo dijera para evitar la deportación del primo y el tío de la niña.

– Entre los centroamericanos, los de Guatemala son el caso más triste. A mí las familias que vienen de Guatemala me parten el alma. Son personas que no logran tener una sonrisa en su cara, ni en sus ojos. Son personas con una desesperanza profunda. Ya se resignaron, como que esto es lo más que ellos aspiran en la vida. Y esta desesperanza se la pasan a sus hijos.

Nómada
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COMENTARIOS

RESPUESTAS

    Leonardo Garzaro /

    23/10/2017 7:21 PM

    No me parece nada rara su opinión César A. Imagino que usted es nacido en Guatemala, lo puedo leer entre líneas, desafortunadamente un país con abundante gente con su misma corta forma de pensar, y también como cualquier otro lugar, un país con gente que NO pensamos como usted y que respetamos la dura decisión que toman muchos compatriotas de cruzar la frontera, por muchas razones que usted obviamente no puede o más bien no reconoce. Lo que si me parece bastante raro es que me este tomando el tiempo en responderle.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Eduardo Romero Cojulún /

    27/04/2017 4:00 PM

    Señor Cesar A(saber quien es), le felicito por tener y mantener sus ideales, que exprese sus ideas como mejor lo crea; porque con esa mentalidad me ilumina las ideas, para que mis aportaciones sean positivas. Agradezco que su persona no ha tenido la necesidad de migrar, para buscar un mejor futuro, porque los que migran a otro pais, no es por diversion o capricho, es por necesidad. Y de mi parte, SI escribo mis apellidos, no me escondo de la critica, porque tengo la entereza de mantener en cualquier medio o lugar mi punto de vista, y acepto mis errores cuando los cometo. Feliz dia a todos.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    René Villatoro /

    25/04/2017 7:06 PM

    A veces te topás con cada tipito como ese tal César A, que te dan ganas de no haber leído la sarta de incoherencias y sinsentidos que plasmas en cada intervención que hacen, pero, por desgracia, tipitos así hay por montones en esta desolada tierra, sin pizca de empatía hacia sus congéneres. Son aquellos que se han aprovechado de su situación, que es pura suerte y desde sus burbujas de cristal, se dedican a denostar a quienes creen inferiores a ellos. Lástima de personas que genera este país. Para todos los migrantes del mundo, especialmente a los guatemaltecos, mi solidaridad eterna y el deseo que encuentren siempre un mejor futuro, a si sea rodeados de gente como ese César A.

    ¡Ay no!

    1

    ¡Nítido!

    César A. /

    22/04/2017 2:32 PM

    Cuando alguien decide ingresar ilegalmente a un lugar, eso es, ¡ilegal!
    Basta ya de esta retórica, ¿Trump los forzó a migrar? La decisión de ser ilegales la tomaron ellos mismos.
    ¿No desean ser deportados? Que hagan las cosas bien y dejen de culpar a otros por las consecuencias de sus decisiones.

    ¡Ay no!

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    ¡Nítido!

      Leonardo Garzaro /

      23/10/2017 7:15 PM

      No me parece nada rara su opinión César A. Imagino que usted es nacido en Guatemala, lo puedo leer entre líneas, desafortunadamente un país con abundante gente con su misma corta forma de pensar, y también como cualquier otro lugar, un país con gente que NO pensamos como usted y que respetamos la dura decisión que toman muchos compatriotas de cruzar la frontera, por muchas razones que usted obviamente no puede o más bien no reconoce. Lo que si me parece bastante raro es que me este tomando el tiempo en responderle.

      ¡Ay no!

      ¡Nítido!

      Mariela /

      24/04/2017 5:09 AM

      Si es cierto ellos decidieron irse para USA y el punto del artículo es demostrar que no es fácil, que no se van por que sí sino porque no tienen otra opción. Prefieren vivir así con ese miedo y esa incertidumbre a la pobreza, violencia y falta de oportunidades que hay en Guatemala. la retorica que es su culpa y que solo se deberían de aguantar no solo de muy poca empatía hacia seres humanos que han sufrido mucho y también denota que a ellos se les trata de menos por ser pobres.
      Es lo mismo que cuando dicen si "ya no quieren ser pobres entonces que trabajen" cuando se sabe que no hay empleo y que si llegan a conseguir uno se les paga una miseria, cuando se sabe que un niño con desnutrición no se desarolla ni mental ni fisicamente bien lo cual les dificulta la educación y el trabajo, cuando se sabe que la violencia intrafamiliar es grave y que nadie los ayuda, cuandose sabe que no tienen acceso a eduación sexual y tienen muchos hijos que viven en las mismas condiciones que ellos.
      como qué cosas decis vos que pueden hacer bien? talvez nosotros podríamos hacer las cosas bien y pagarle más a nuestros empleados domésticos talvez nosotros podríamos dejar de ver a los cuidadanos enpobrecidos como infrahumanos, talvez nosotros podríamos hacer las cosas bien y tener RESPETO por los agricultores, empleados de limpieza, transportistas en vez de solo insultarlos y echarles a la culpa por todo.

      ¡Ay no!

      ¡Nítido!

      acnur /

      22/04/2017 4:36 PM

      Durante el genocidio en Guatemala hubieron muchos desplazados, un buen numero de ellos entraron en calidad de refugiados a EEUU...

      Igual ha pasado curante desastres naturales...

      Por cuestiones netamente politicas, idiotas de pensamiento de a blanco y negro como usted, llaman a estos seres humanos ilegales.

      Ningun ser humano en la tierra es ilegal.

      ¡Ay no!

      1

      ¡Nítido!

        César A. /

        23/04/2017 9:55 AM

        Su respuesta es excelente ejemplo de incapacidad intelectual, cero argumentos y todo emociones. ¿Quien es el idiota que no tiene más que insultos para debatir?
        Los refugiados tuvieron-tienen un status migratorio reconocido por EEUU, por lo tanto no eran-son ilegales.
        Y si, hay personas que son migrantes ilegales, que no cumplen con requisitos para entrar a un país y eso es un hecho, aunque idiotas ignorantes sin argumentos de izquierda lo nieguen.

        ¡Ay no!

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        ¡Nítido!

        Acnur /

        24/04/2017 3:59 PM

        "Y si, hay personas que son migrantes ilegales, que no cumplen con requisitos para entrar a un país"

        Pues entonces UNICAMENTE los indigenas y descendientes de estos tienen el derecho de llamar a los europeos y sus descendientes ilegales.

        ¡Ay no!

        1

        ¡Nítido!

    Erick Leonel /

    21/04/2017 10:22 AM

    Como sugerencia a los señores Pocol es que busquen un Abogado de Inmigracion toda vez que dentro de las Leyes de inmigracion (Ley INA) existe un "alivio" migratorio conocido como CANCELACION DE REMOCION. Este alivio migratorio se concede a toda aquella persona que si bien ha sido en procedimiento de remocion o que ha sido capturada por el departamento de ICE de pedir al Juez de Inmigracion demostrar que ha sido una persona con buenas costumbres morales y lo mas importante: QUE HA PAGADO IMPUESTOS (TAXES), con ello, puede ella y su esposo obtener una GREEN CARD. Ya ven hasta donde les meten miedo pecando de ignorantes. Asesorense en lugar de dar lastima y que vendan sus historias por estos medios que quieren hacer ver que los migrantes en los Estados Unidos estan comiendo "shit". Beneficios hay siempre y cuando se cumplan con la ley del pais. La migracion debe ser LEGAL, pero en este caso en particular la ley les otorga ese beneficio.

    ¡Ay no!

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    ¡Nítido!



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