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11 Pasos

Tejer de abajo hacia arriba

Vivimos una crisis hegemónica. Somos testigos de cómo un orden fundado en la imposición, el despojo y la explotación sufre la fricción de sus contradicciones internas, visibilizadas con claridad por el amplio fenómeno de la corrupción.

Cotidianidad Opinión P258
Esta es una opinión

Nos corresponde regenerar tejido social y articular de nuevo nuestras demandas.

Foto: Wikimedia Commons

Aglutinados espontáneamente, una marea de incómodos vivimos el milagro de la plaza: el encuentro. Que maduró luego –bien y mal– en organización, y que a través de la incidencia y los procesos colectivos de entendimiento, ha ido cocinando a fuego lento el capital crítico capaz de radicalizar posturas, porque la presión misma de la realidad exige atender a la raíz de los problemas en favor de la sostenibilidad de las demandas.

Así las cosas, emerge una polaridad evidente: por un lado las fuerzas de la impunidad, escudadas en el soberanismo nacionalista y conservador; y por el otro las fuerzas del cambio, de identidades diversas y apostando por la horizontalidad.

La tensión es, entonces, entre un orden que se regenera después del golpe y otro que edifica poder a partir de la incipiente convergencia. El desenlace podría ser la restauración hegemónica y, lo que es peor, su fortalecimiento en torno al orgullo y el odio; o bien, una revolución política capaz de cuestionar popularmente al sistema con miras a un nuevo pacto social: un gana-gana justo e inclusivo.

El vacío de incertidumbre entre lo que sucede y lo que se anhela es un espacio que debemos conquistar los múltiples liderazgos a través de la orquestación de mínimos comunes. Porque toda la sinergia ciudadana podría desmoralizarse si no construimos caminos de cambio que trasciendan lo coyuntural y la única forma de llegar a ellos es tejiendo, de abajo hacia arriba.

Lo que viene es pactar –a partir del diálogo limpio y la franqueza de intenciones– los acuerdos que permitan activar estas redes de manera efectiva. Existe ya cierta simpatía de visiones, pero no la articulación ejecutiva tras objetivos determinados.

Las recientes derrotas (la mutilación de la LEPP y la conformación de la CC) evidencian el riesgo de que la movilización social dependa de la espontaneidad viral y no de la capacidad de respuesta y propuesta de un movimiento plural y organizado. Nada conseguirá ya un evento en Facebook si el relato unificado en torno a las figuras de rechazo público caducó y se fragmentó, naturalmente, tanto cuantas interpretaciones de la coyuntura existen.

Tenemos el enorme reto de hacer sostenible la esperanza. La victoria dependerá de la solidaridad entre artistas, académicos, colectivos, cooperativas, organizaciones no gubernamentales, empresarios, pueblos indígenas, estudiantes, ciudadanos y políticos afines al nuevo orden. Así, la vida y la justicia acabarán cubriendo lo podrido, no por la depuración de los que hoy tiemblan de miedo sino por la multiplicación fractal de lo propio, que renace.

Tejamos un telar fuerte y colorido, ahora es cuando.

Andrés Quezada
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Community manager de Nómada en 2016.


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