Se acercan a cada ventana, pero solo una se abre. El tráfico comienza a avanzar. Ellos corren hacia la banqueta y se sientan; a lo lejos parece que sonríen.
“L” baja el volumen al radio.
—Éste año ha sido pisado, ¿va?—me dice.
—Pisado ser güiro y tener que estar trabajando, mientras nosotros venimos de comprar mota y vamos para el puerto– respondo mientras se ríe de mis palabras.
—¿Y vos qué querés, pues?—pregunta.
Según él es un desafío. Le agrada hacer eso. Sabe que no tengo soluciones y que, aunque las tuviera, iniciaría su verborrea inacabable. Recuerdo cómo anotaba datos durante nuestras clases de proceso económico con gran entusiasmo. Siempre le interesaron los números, nunca a las personas.
—Morirme antes de los 30— le digo para cambiar el tema.
—Le subiste el tiempo, ¿verdad cerote?— pregunta mientras pide que le alcance el mechero y enciende un cigarro.
—¿No eran 25 o ya te dio miedo?
—Caicedo se mató porque no soportaba más la vida. Porque a cierta edad, tu cuerpo empieza a deteriorarse. Porque llegará un momento en el que te das cuenta que tenés cincuenta años y estás parado en el mismo lugar, que fracasaste en todo y no te queda de otra que fingir que estás bien– anoto.
—¿Y entonces?
—Nada. Sólo quería hablar de algo más. Te conozco y siempre termino enojado cuando hablamos de ciertas mierdas.
—Va pues, se me olvida que sos progre de Ipad—responde, da un jalón a su cigarro y vuelve a poner la radio.
De fondo, suena All Those Friendly People, de Funeral Suits. Estamos en otro semáforo. Una mujer con un niño en brazos se nos acerca. No llevo un sólo centavo en efectivo; L no abre su ventana, nunca lo hace.
—¿Para qué tienen hijos, pues? Ese pizado va a estar pidiendo dinero después, vas a ver–
Prefiero quedarme en silencio. Ya tuvimos esta discusión infinitas veces.
—Pasame la pipa— le pido.
Y seguimos nuestro camino.
julio godinez /
a la carcel
D. Mazariegos. /
Mentalidades diferentes, discusiones eternas.