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Estudiantes de la UVG: Un relato conmueve la sala de audiencias en el día 3 del juicio por muertes

En el juicio por la muerte de tres estudiantes de la UVG, uno de los testigos cambió el ambiente en la sala. Una declaración puso un tono más humano y por un momento dejaron de ser solo “los cadáveres”. Mientras tanto, la mina y la universidad se ponen de acuerdo sobre qué preguntar y qué objetar. Este es el relato de la tercera audiencia.

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Diana Palacios, mamá de Ángel de León; Edna Marroquín y Mauricio Velásquez, papás de Juan Carlos, durante el día 3 del juicio por la muerte de los estudiantes de la UVG.

Foto: David Toro/Prensa Comunitaria

Año 2010. José Carlos García Salazar tenía 19 años y se preparaba para su primer día de clases en la Universidad del Valle. Pasó un tiempo revisando sus playeras. Quería decidir cuidadosamente cuál usaría la primera vez que pisara el aula de la carrera de Biología. Pensó en una de Batman, su personaje de comic favorito, pero se resistió de escogerla porque no quería que lo molestaran por eso desde el primer día.

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Cuando llegó al salón lo primero que vio fue a un estudiante que traía puesta una playera de Batman. Era Ángel de León Palacios, también de 19 años. De esa coincidencia nació una amistad que se extendió entre un grupo de jóvenes entusiasmados por estudiar seres vivos y su relación con otros elementos de la tierra.

La amistad era tan buena que a veces José Carlos acudía a la universidad con la única motivación de ver a sus compañeros. Los viajes de campo eran los más emocionantes, por eso en 2012, cuando supo que una de las asignaciones obligatorias era realizar un monitoreo ambiental en las instalaciones de la minera Compañía Guatemalteca de Níquel, no dudó en ofrecer su carro como medio de transporte ya que la universidad no les proporcionaba uno.

Ángel, Juan Carlos Velásquez y Nahomy Lara viajaron con José Carlos por los 297 kilómetros que separan a la Ciudad de Guatemala con El Estor, Izabal; la misma distancia que el pasado el 5 de marzo volvió a recorrer para declarar ante el juez Jesús Felícito Mazariegos, del Tribunal de Sentencia de Puerto Barrios, para declarar cómo fue el último día que vio con vida a sus tres compañeros.

En la sede del Organismo Judicial de Izabal, enfrenta juicio Lemuel Valle, biólogo acusado por el Ministerio Público de homicidio culposo —causar la muerte por negligencia, impericia o imprudencia—; también se juzga la responsabilidad de la Universidad del Valle de Guatemala y la CGN en la actividad que llevó a los tres estudiantes a la muerte.

En tres audiencias, han declarado los padres de los jóvenes, los médicos forenses que realizaron las necropsias y los que realizaron exámenes toxicológicos en su sangre; también estudiantes de la universidad, trabajadores de la mina que estuvieron allí el día de los hechos, expertos de la Base Naval del Atlántico y técnicos que documentaron la escena del crimen.

La tarde en El Estor

La sala de audiencias del Tribunal de Puerto Barrios es calurosa. Hay dos aparatos que distribuyen aire acondicionado en todo el espacio. Afuera de la sala, la humedad y el calor provocan que quienes no están acostumbrados a ese clima suden incluso cuando están sentados.

Los testigos en este caso deben esperar hasta diez horas para que llegue su turno de declarar. En esta última audiencia José Carlos García —quien viajó desde Panamá— y René Alejandro Santizo, ex estudiantes de la UVG, esperaron hasta las 9 de la noche para rendir su testimonio.

Cuando llegó el turno de José Carlos, su declaración cambió el ambiente de la sala de audiencias. Fue el momento más emotivo de la jornada. En 16 minutos resumió lo que vivió el 31 de marzo de 2012 en la mina y lo que ha pasado en su vida desde que perdió a sus amigos. La energía en su voz y su forma jovial y coloquial de hablar, despertaron las lágrimas en los padres de los jóvenes, que se compartían miradas mientras lloraban por ver en él un reflejo de cómo serían sus hijos si estuvieran vivos.

En su relato, José Carlos dijo que en 2012 los estudiantes estaban emocionados por viajar a las instalaciones de la minera, y que para llegar se organizaron en caravanas de carros. Contó que llegaron felices a la Compañía Guatemalteca de Níquel y que ese mismo día hicieron un “súper muestreo de murciélagos”.

 

Uno de los trabajadores de la minera durante su declaración.

Uno de los trabajadores de la minera durante su declaración.

Al día siguiente él estaba en el mismo grupo que Juan Carlos, Nahomy y Ángel para realizar el monitoreo de cocodrilos.

Contó que ese 31 de marzo salió dos veces de la mina. Una para almorzar y otra para pasar tiempo en el muelle.

El relato de lo que hicieron en esos momentos ha sido clave para el juicio, pues la defensa de Lemuel Valle, la CGN y UVG insisten en preguntar si los jóvenes consumían bebidas alcohólicas, cuestiones que para el Ministerio Público y los abogados de las familias son un intento de desprestigiar a las víctimas e insinuar que se ahogaron por haber ingerido alcohol.

Las pruebas científicas realizadas en la sangre de Juan Carlos y Ángel detectaron etanol en su sangre, pero los médicos forenses dijeron que podía ser el resultado de la descomposición de sus cuerpos y que no precisamente equivalen a al consumo de cervezas.

Juicio, día 1Juicio por muerte de los tres estudiantes de la UVG inició con dudas y tensión

La declaración del estudiante fue la siguiente:

—Fuimos al pueblo a un restaurante de pollo. Ángel era vegetariano y a la par de esa pollería había una tienda, yo fui de una vez y me compré dos cervezas Dorada Ice en lata, así me tomé una con todo el gusto del mundo y almorcé. Era hora de almuerzo, en época de Semana Santa aquí en Izabal. Yo que no estaba acostumbrado me estaba deshaciendo del calor. A Nahomy le habían pedido el favor de comprar un pantalón corto, un short para otra compañera y ella se fue a buscarlo a una paca. Ángel se fue a comprar tomates y lechugas para su almuerzo vegetariano y regresó a la mina. Así terminó el almuerzo.

El conteo de cocodrilos estaba programado para las 18:30 horas. Sería dirigido por Lemuel Valle y consistía en navegar en lancha por un canal que conectaba la mina con el Lago de Izabal y con lámparas alumbrar los ojos de los cocodrilos para contar cuántos habían. Para un estudiante de biología esa era una actividad emocionante. El testigo recordó que sus compañeros insistían en participar, pero en la lancha que les fue asignada no cabían más de cuatro personas.

José Carlos no se montó a esa lancha porque cuando regresó del pueblo traía puestas sandalias y una pantaloneta, vestimenta no adecuada para la actividad. Ángel estaba listo, con botas puestas, con su cangurera y pañuelo rojo.

Se despidieron y José Carlos salió de la mina para volver al pueblo. Esa noche la luna estaba llena. Un grupo de estudiantes se sentó en el muelle de El Estor y a eso de las nueve de la noche volvió a la CGN.

El ex estudiante recordó que alrededor de las 11 de la noche un trabajador de la mina les avisó que tenían un problema, que sus amigos estaban desaparecidos. Todos salieron corriendo para organizarse en caravanas de carros para ir a buscarlos.

—Me subí al carro y fue el último en salir. Algo que hace que no se me olvide ese momento es que ese día había un concierto de Ricardo Arjona, mi novia me llama y me dice, escuchá esta canción “eran las seis de la noche, piloteaba mi nave...”, (coreó José Carlos en la audiencia) en eso veo un picop pasar rápido. Le dije gracias por la canción, colgué y seguí buscando—, recordó.

Al testificar dijo que los gritos de sus compañeros buscando a Juan Carlos, Ángel y Nahomy se quedaron impregnados en su inconsciente. Hizo un gesto y estiró los brazos como si algo intenso recorriera su cuerpo.

Juicio, día 2Cervezas, golpes y una lancha: qué pasó en el día 2 del juicio por la muerte de los estudiantes de la UVG

El rescate de Nahomy

Lesly Adaly Rodas Vásquez de Pérez, forense del Instituto Nacional de Ciencias Forenses (INACIF), quien realizó la necropsia a Juan Carlos Velásquez ratificó que encontró en su cráneo un golpe que pudo ser provocado por un objeto romo sin punta ni filo. El mismo detectado en la cabeza de Ángel de León.

—La contusión no es de una magnitud suficiente para provocar la muerte, pero pudo provocar estado de inconsciencia—, declaró.

En el primer informe de necropsia no estaba registrada esa lesión. La médico dijo que al recibir la solicitud del Ministerio Público de ampliar la explicación sobre sus hallazgos y vio que esa parte “no se imprimió” y que para verificar, revisó el albúm fotográfico donde quedó documentado.

Luis Pedro Valdeavellano, abogado de la UVG, le preguntó cuántas necropsias en promedio realiza al día y a la semana.

—Mencionó que usted recordó haber consignado que el cuerpo y la cabeza presentaban lesiones externas —preguntó Valdeavellano—. Después de cuatro meses y un aproximado de 140 a 260 necropsias, ¿qué fue lo que le hizo recordar esas lesiones?— acotó.

Los abogados de la familia y el Ministerio Público se opusieron a esa pregunta y señalaron que buscaba confundir a la doctora.

—Una asfixia por sumersión puede ser accidental o homicidio, pero como médicos no podemos pronunciarnos respecto a eso—, respondió la forense.

Tres conductores y un guardia de seguridad de la minera también declararon en el juicio. Fueron llamados a testificar por el Ministerio Público y sostienen una relación laboral con la CGN y su procesadora de níquel, Pronico.

Óscar José Chub, era el guardia de seguridad de turno la noche del incidente. Para acceder a ese puesto no recibió entrenamiento en seguridad, solo una capacitación que duró tres días. Declaró que vio la embarcación salir del muelle y que horas después Lemuel Valle apareció por una vereda empapado pidiendo auxilio. Uno de los abogados le preguntó si reconocía alguna de las personas que estaban en el juicio, incluyendo a Lemuel. El trabajador dijo que no.

 

Peritos del MP recorren el área donde ocurrió el accidente en lancha.

Peritos del MP recorren el área donde ocurrió el accidente en lancha.

Chun testificó que fue parte del equipo de la mina que encontró a Nahomy en el Lago de Izabal, y que junto al chofer de la mina Marvin Gudiel Castillo Cano, la subió a una lancha tiburonera para sacarla del agua. Castillo Cano declaró que trató de reanimarla practicándole RCP.

El abogado de la UVG no hizo ninguna pregunta a los trabajadores de la mina. Los abogados de la CGN solo realizaron una. Mynor Alvarado, abogado de la compañía, le cuestionó al testigo si el Lago de Izabal, donde localizaron a Nahomy, era propiedad de esa empresa. La respuesta fue que no. La intervención de Alvarado durante el interrogatorio se centró en objetar las preguntas de la Fiscalía y los abogados de las familias.

Las condiciones del clima y el comportamiento del lago son una de las principales contradicciones en la declaración de los trabajadores de la mina, de Lemuel Valle y un informe realizado por la Base Naval del Atlántico.

Los trabajadores de la CGN aseguraron que esa noche habían olas de dos metros de altura en el Lago de Izabal y que eso complicó las labores de búsqueda de Ángel y Juan Carlos; no obstante, en su declaración, Lemuel Valle dijo que cuando él estaba con los jóvenes el lago estaba “calmo”. La defensora del biólogo le preguntó a los trabajadores si las condiciones del clima pueden cambiar de un momento a otro. De acuerdo con los trabajadores de la mina, sí.

Kevin Moldahuer, abogado de los padres y madres, cuestionó en el juicio la veracidad de los testimonios de los trabajadores de la mina. El relato coincidía en datos exactos, como metros de distancia, la supuesta altura de las olas y le pidió al juez que le recordara al testigo que declaraba bajo juramento. El abogado fue enfático y expresivo al confrontar al testigo y al querer evidenciar que, a su criterio estaba mintiendo.*

Al ser cuestionado durante un receso, Mynor Alvarado, abogado de la CGN dijo que no se reunieron con los trabajadores de la mina antes de que se presentaran en el juicio,que los testigos no fueron preparados.

Bianca Bosareyes, bióloga que trabajó para la mina y pareja sentimental de Lemuel Valle, también rindió declaración. En su testimonio dijo haber visto a los jóvenes con cervezas y que uno de ellos incluso le dijo que ya habían comprado más, pero que ella no conversó con ellos porque no quería estar allí.

Esto ocurrió antes del inicio del juicioAcusado en muerte de estudiantes de la UVG se declarará culpable y daría un giro al caso

Una botella de vino y una tapita

En la audiencia los abogados de la mina le solicitaron a Cornely Sicay Ramírez, fiscal del Ministerio Público que dirigió la documentación y revisión de las escenas donde fueron localizados los jóvenes, que viera el álbum fotográfico de los indicios que se localizaron en el área.

Entre ellos estaba una fotografía donde aparece una botella de vino. Mynor Alvarado, abogado de la CGN, le preguntó si era la misma botella de licor que él encontró en una bolsa cerca del lugar de los hechos.

—Yo nunca mencioné que yo lo encontré—, respondió el fiscal, quien explicó que ese objeto y fue localizado por personal de la mina, y no por el Ministerio Público cuando documentó la escena del crimen.

Al terminar la audiencia, Luis Pedro Valdeavellano abogado de la Universidad del Valle y su asistente se retiraron del Organismo Judicial en el mismo vehículo que Mynor Alvarado, abogado de la mina. Detrás de ellos se fue en moto Juan Camey, defensor y representante legal de la CNG.

Las próximas audiencias de este juicio se realizarán el próximo 20 de marzo, 5 y 15 de abril, fecha en que está citado a declarar Dimitri Kurdryakov, presidente de la Compañía Guatemalteca de Níquel entre el 2014 y 2015. También de Eddy Mendoza, uno de los gerentes de la mina y Arnoldo Font-Nájera, mencionados por los estudiantes que declararon, como las personas que les presentaron como las encargadas de la actividad del 31 de marzo de 2012 que terminó en tragedia.

***

* Actualización 13 de marzo: Se eliminó un párrafo de un diálogo entre el juez y uno de los testigos, por un error de precisión.


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COMENTARIOS

RESPUESTAS

    Virgilio Alvarez Aragón /

    13/03/2019 1:55 PM

    ¿Se puede saber si los socios de la mina han aportado financieramente para la UVG en los últimos años?....

    Hay de parte de la Universidad -bueno, de sus actuales autoridades- un desesperado interés por salvar a los dueños de la mina
    ¿cuál la razón de fondo?

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Carla /

    12/03/2019 11:02 AM

    Lamento mucho la pérdida y el sufrimiento de estos padres, no puedo imaginar el vacío que sienten. Pero he visto la actitud de la mayoría de jóvenes cuando hacen trabajos de campo, el licor y la fiesta es parte de lo "alegre". No estoy diciendo que en este caso lo hayan hecho.
    No encuentro sentido a querer culpar a la minera y a la universidad, al contrario, creo que se debe buscar al asesino, y si es el catedrático encargado, que sea él quien cargue con toda la cu

    ¡Ay no!

    8

    ¡Nítido!

      Rodolfo Castillo /

      12/03/2019 2:13 PM

      La universidad y la minera debieron tener protocolos de seguridad. Fue una actividad de la universidad en las instalaciones de la minera, así de simple. Por eso tienen responsabilidad. Ambas se benefician del trabajo de los estudiantes. Ahora deberían responder

      ¡Ay no!

      1

      ¡Nítido!

    Lucas /

    11/03/2019 6:31 PM

    La UVG se solapa con asesinos cuidando un supuesto prestigio...que preocupante vision de la educacion superior tercermundista...seria mejor admitir su falta de control sobre los estudiantes y demostrar que tiene valores y compromiso con la humanidad...o sera que hay un vinculo que no se conoce entre la UVG y la CGN.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

      Rodolfo Castillo /

      12/03/2019 2:11 PM

      En Guatemala es complicado valorar la responsabilidad institucional que rige en estos casos, porque la mayoría de veces no está normado. Lo cual no signifique que no la haya. Como estudiantes muchas veces las universidades dan la "oportunidad" de hacer este tipo de actividades, y como es una "oportunidad (favor)" el que se hace al estudiante, es él el que corre con gastos, molestias y responsabilidades. Esto se evidencia en lo que dicen durante el juicio de que cada uno buscó el medio de transporte para llegar a la mina. Lamentablemente como padres de familia también hemos permitido que este tipo de actividades se desarrollen de esta manera. Como padre de familia debería exigirse conocer la programación de las actividades y un documento de responsabilidad por parte de la universidad. Sino que de al pelo, la universidad firma convenio con la mina, ambos se benefician y yo como padre de familia pago los gastos y mi hijo el estudiante pone el trabajo, pero a la hora de un problema nadie se hace responsable.... Eso definitivamente no está bien. Debieron haber protocolos de seguridad, supervisión, etc, tanto de parte de la mina como de la universidad. Tristemente nos hemos olvidado que estamos pagando a la universidad por un servicio y que no nos están haciendo un favor, a pesar de que ellos así lo quieran ver.
      Triste fue el caso también del estudiante del liceo Javier, pero más triste fue ver como los padres de familia salieron a defender al colegio y dejaron solos a los padres del muchacho. A veces las personas defienden las instituciones como si fueran su familia, cuando en realidad lo que son es un negocio. Pongámonos a pensar cada uno en cómo nos sentiríamos si fuese uno de nuestros hijos el que hubiese ido ese día en esa lancha.

      ¡Ay no!

      ¡Nítido!

      Diego /

      12/03/2019 12:46 PM

      El vínculo tiene que ver con la relación de trabajo entre la minera y la U. La minera recibe trabajo gratis (de parte de los estudiantes que llegan a hacer tareas de recabado de datos) a cambio de darles la "oportunidad" de poner en práctica su conocimiento adquirido. También se puede suponer que hay una línea de empleos prioritaria abierta para estudiantes de la UVG, cuando salen de la U.
      Tampoco dudo que sean los fiduciarios de la universidad quienes ayudan a potenciar este tipo de convenios, y que sean, al final, las fuentes de legitimidad en el rechazo de la UVG de asumir su responsabilidad moral en el caso.

      ¡Ay no!

      ¡Nítido!



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